En una ocasión la oí decir que en Madrid había un reto de no sé qué y de no sé cuál, y que ella no retrocedía ante los retos. Yo le propondría uno que no aceptaría. Se trata de conectar en diresto para responder a las típicas preguntas de los programas mañaneros, durante los cuales los invitados suelen aparecer por vidrioconferencia desde sus kelis. Ella estaría sentada en su despacho, y yo metido debajo de la mesa comiéndole el coño a saco, metiéndole tres dedos a toda velocidad y escupiéndole sin parar. Ni de coña aguantaría sin gemir y sin que se le notase en el careto lo que le están haciendo. Aunque igual sí, ahora que lo pienso. Una vez le propuse a una casada bien guarra que llamara a su marido con el manos libres mientras yo le hacía eso, la tía se atrevió y pudo mantener la conversación sin problema. Ponía caras de gustazo, se mordía el labio inferior, pero ni el más mínimo gemido soltó; im-presionante.