Un hijo maricón siempre es reversible, hay terapias de conversión de reconocida eficacia, creo que hace tiempo prohibieron unas que se impartían en alguna parroquia de Mandril. Ser marica es, sin duda, un asunto jodido, especialmente para los esfínteres y la última parte del intestino grueso. Sin embargo, hay esperanza frente a la pandemia del anoflojismo.
Si la terapia de conversión mediante charlas pastorales no funciona, es el momento de llevar al zagal a un lupanar donde pueda foguearse con una hembra, y repetir la operación de forma sucesiva a lo largo de varias semanas, hasta que adquiera la destreza necesaria para desenvolverse en la vida real. Muchas veces el marica es tal por desconocimiento, porque no sabe insertar la pilila donde debe, y fruto de su ignorancia y confusión termina ensartado como una banderilla o follando/siendo follado por travelos.
Por último, decir que hay que evitar el consumo excesivo de alimentos procesados y ultraprocesados, especialmente los ricos en estrógenos como carnes rojas, leche, harinas etc, el visionado de determinados contenidos orientados a la fauna charil (es importante desintonizar telecinco) y promocionar la práctica de deportes que potencien la virilidad y masculinidad, evitando gimnasios (donde el problema se puede agravar una vez se traspasa la puerta del vestuario), como la práctica de deportes de contacto.
Si nada de esto funciona, lo mejor es abandonar al hijo a las puertas del Pub Arny o pagarle un viaje a Irán (solo con billete de ida).