Éste es un fragmento de una carta escrita por José Ramón Peláez Sanz, párroco de Castroverde de Cerrato (Valladolid). Desconozco si es un buen tipo o no pero son éstas unas palabras que invitan a la reflexión. He borrado algunos párrafos, sin intención de desvirtuar el significado general y sí aligerar un poco un texto larguísimo que se puede encontrar íntegro en Internet.
"Pedir dinero para un centro educativo, un pozo, el saneamiento de un poblado... no mueve los sentimientos y menos los bolsillos. Dividir el importe del proyecto entre un número determinado de niños y asignar cada niño a una persona es más efectivo. Es una táctica para conseguir socios estables que cada mes entreguen sus 10 o sus 20 euros, ya que, de otro modo, hay mucha gente que no daría con facilidad esa cantidad o no la mantendría en el tiempo.
Es una técnica de marketing que maneja los sentimientos y el individualismo (apadrino a "mi" niño), y que supone especialmente una complicidad con los grupos de comunicación y las grandes empresas donantes a las ONG. Éstas no se ven denunciadas por su responsabilidad en las causas de la miseria, y además, se les proporciona un nuevo cauce para sus conocidas estrategias de marketing solidario destinadas a crear una buena "imagen corporativa".
Todas éstas son prácticas que, en definitiva, ponen de manifiesto el espíritu burocrático que domina unas ONG cada vez más impregnadas de la cultura neo-liberal que extiende sus criterios empresariales a toda la vida social, y que se rigen, sin disimulos, según los dictados de los manuales de "gestión de entidades no lucrativas" elaborados por conocidas escuelas de negocios. Están, por tanto, cada vez más lejos de un compromiso real por combatir al Imperialismo que impone su modelo de globalización...
El problema más grave de "apadrinar niños", como el de todo asistencialismo, es el efecto narcótico que produce sobre la sociedad (esto sí que es el opio del pueblo) y, en consecuencia, su contribución positiva a que se perpetúen el sistema económico y las formas de vida que causan el empobrecimiento de tantas familias y la muerte por hambre de 50.000 niños cada día. Hay una respuesta que cierra especialmente a las personas para una reflexión y un diálogo sobre las causas políticas y económicas del hambre y sobre la responsabilidad de nuestro modo de vida como enriquecidos en ellas, es la respuesta "yo ya tengo apadrinado un niño".
Esa respuesta pone de manifiesto hasta que punto esta práctica, y cualquier otro asistencialismo más o menos disimulado, apuntala un sistema injusto y es, por tanto, una agresión objetiva a millones de empobrecidos que lo están padeciendo. Está impidiendo que se tome conciencia política sobre el problema del hambre y que la sociedad se organice para erradicarlas.
Muchos llaman pesimismo a estas críticas al asistencialismo, sobre todo quienes temen que con ellas se reduzca la recaudación de sus campañas.
Los empobrecidos de Europa pusieron en marcha la solidaridad obrera. ¿Vamos ahora a impedir ahora que los empobrecidos del Sur se organicen, anestesiándolos a base de asistencialismo-apadrina-niños? ¿Vamos a alienar, igualmente, el potencial solidario de los ciudadanos de nuestra sociedad enriquecida? Si el hambre es un problema político, EL PRIMER PROBLEMA POLÍTICO DE LA HUMANIDAD, se hace necesaria la presencia en la vida política de un partido que proponga su solución como el primero y principal de sus objetivos. Se hace necesario un cambio en la formas de vida y un compromiso perseverante por combatir las instituciones que causan el hambre. Si no es así, por muchos que apadrinemos, los niños seguirán muriendo víctimas del hambre y de la explotación, y el sistema que los mata seguirá durmiendo tranquilo, sabiendo que se impide la solidaridad política que es la fuerza de los pobres."
"Pedir dinero para un centro educativo, un pozo, el saneamiento de un poblado... no mueve los sentimientos y menos los bolsillos. Dividir el importe del proyecto entre un número determinado de niños y asignar cada niño a una persona es más efectivo. Es una táctica para conseguir socios estables que cada mes entreguen sus 10 o sus 20 euros, ya que, de otro modo, hay mucha gente que no daría con facilidad esa cantidad o no la mantendría en el tiempo.
Es una técnica de marketing que maneja los sentimientos y el individualismo (apadrino a "mi" niño), y que supone especialmente una complicidad con los grupos de comunicación y las grandes empresas donantes a las ONG. Éstas no se ven denunciadas por su responsabilidad en las causas de la miseria, y además, se les proporciona un nuevo cauce para sus conocidas estrategias de marketing solidario destinadas a crear una buena "imagen corporativa".
Todas éstas son prácticas que, en definitiva, ponen de manifiesto el espíritu burocrático que domina unas ONG cada vez más impregnadas de la cultura neo-liberal que extiende sus criterios empresariales a toda la vida social, y que se rigen, sin disimulos, según los dictados de los manuales de "gestión de entidades no lucrativas" elaborados por conocidas escuelas de negocios. Están, por tanto, cada vez más lejos de un compromiso real por combatir al Imperialismo que impone su modelo de globalización...
El problema más grave de "apadrinar niños", como el de todo asistencialismo, es el efecto narcótico que produce sobre la sociedad (esto sí que es el opio del pueblo) y, en consecuencia, su contribución positiva a que se perpetúen el sistema económico y las formas de vida que causan el empobrecimiento de tantas familias y la muerte por hambre de 50.000 niños cada día. Hay una respuesta que cierra especialmente a las personas para una reflexión y un diálogo sobre las causas políticas y económicas del hambre y sobre la responsabilidad de nuestro modo de vida como enriquecidos en ellas, es la respuesta "yo ya tengo apadrinado un niño".
Esa respuesta pone de manifiesto hasta que punto esta práctica, y cualquier otro asistencialismo más o menos disimulado, apuntala un sistema injusto y es, por tanto, una agresión objetiva a millones de empobrecidos que lo están padeciendo. Está impidiendo que se tome conciencia política sobre el problema del hambre y que la sociedad se organice para erradicarlas.
Muchos llaman pesimismo a estas críticas al asistencialismo, sobre todo quienes temen que con ellas se reduzca la recaudación de sus campañas.
Los empobrecidos de Europa pusieron en marcha la solidaridad obrera. ¿Vamos ahora a impedir ahora que los empobrecidos del Sur se organicen, anestesiándolos a base de asistencialismo-apadrina-niños? ¿Vamos a alienar, igualmente, el potencial solidario de los ciudadanos de nuestra sociedad enriquecida? Si el hambre es un problema político, EL PRIMER PROBLEMA POLÍTICO DE LA HUMANIDAD, se hace necesaria la presencia en la vida política de un partido que proponga su solución como el primero y principal de sus objetivos. Se hace necesario un cambio en la formas de vida y un compromiso perseverante por combatir las instituciones que causan el hambre. Si no es así, por muchos que apadrinemos, los niños seguirán muriendo víctimas del hambre y de la explotación, y el sistema que los mata seguirá durmiendo tranquilo, sabiendo que se impide la solidaridad política que es la fuerza de los pobres."