saca-al-tarado
Clásico
- Registro
- 22 Mar 2006
- Mensajes
- 2.702
- Reacciones
- 64
Supongo que hay que partir de esa acertada frase que resume todo cortejo en comenzar de poeta y acabar de ginecólogo.
Bien es cierto que el oído juega su papel, que existen rituales preparatorios, que si bien hay situaciones que exigen un polvo intenso, rápido, furtivo y/o salvaje ello no es lo habitual porque por otro lado ello perdería su componente de tabú; ahora bien, pasada tal fase o dejada de lado supongo que un buen follador tiene que ser capaz de varias cosas.
Por una parte, y aunque haya momentos en los que es mejor ceder la iniciativa, el actuar con cierta suficiencia o incluso arrogancia puede ser mano de santo. Como alternativa propongo el conducirse con total naturalidad, como si lo que se está haciendo en ese instante fuese algo a lo que se está extraordinariamente acostumbrado, incluso cuando se está en las primeras ocasiones de encuentro sexual con alguien. Un buen catador de sexo debe saber cuándo ha llegado el momento de proponer alguna "delicatessen" o lisa y llanamente ponerse manos a la obra con ella. A elección de cada uno queda modular el alcance de un determinado tono imperativo.
Ser capaz de despertar la espontaneidad me parece imprescindible, una mujer tiene que sentirse lo suficientemente excitada/cómoda/implicada como para no sentir reparo en pedir lo que le apetece o cree que pudiera satisfacerle si no lo ha puesto en práctica hasta la fecha o no le fue bien en alguna ocasión previa.
Por otra parte, siempre me pareció esencial para triunfar de manera definitiva en estos menesteres que una mujer llegue incluso a asustarse de sí misma, en definitiva, que por ejemplo se escuche diciendo lo que nunca o rara vez llegó a pensar que diría, que se vea sorprendida pidiendo o haciendo lo que difícilmente pensó que se atrevería a pedir o hacer. Cuando una mujer se autosorprende se han alcanzado cotas muy altas haciéndola disfrutar.
En otro orden de cosas, pero enlazando con lo anterior, no me creo demasiado el concepto de las fantasías eróticas románticas, dudo que funcionen adecuadamente pues cuando una mujer logra lanzarse a tumba abierta mucho me temo que las palabras dulces no le motiven mejor que otros estímulos; puede que lo logren en otros contextos o en fases previas (la poética) o cuando se ha terminado la parte dura de la faena, pero, con franqueza, los momentos de clímax más intensos que he experimentado con diversas mujeres estaban más cerca de un ritual de competencia (experimentar que se es más golfa, más perversa o más sucia en ese momento que fulanita, que menganita o que el resto de las mujeres del planeta; pero ojo, sólo durante ese momento) o de los de transgresión (" me siento capaz de ir un poco más allá y no todo el mundo se atreve"="soy la leche").
Por otro lado me permito discrepar con el lugar común relativo a que las mujeres son más imaginativas en el sexo. Por mi parte al menos no he topado con muchas que hayan sido realmente capaces de llevar la iniciativa a la hora de llevar la iniciativa para propiciar situaciones de ese género, aunque es preciso reconocer que sí resultan capaces de seguir a la perfección el morbo de una situación imaginada si uno consigue espolearlas adecuadamente. En este sentido no se debe confundir imaginación con capacidad de provocación, puesto que ellas, si están debidamente receptivas hacia su pareja, poseen una capacidad innata para jugar con la desvergüenza sin caer en el ridículo.
Bien es cierto que el oído juega su papel, que existen rituales preparatorios, que si bien hay situaciones que exigen un polvo intenso, rápido, furtivo y/o salvaje ello no es lo habitual porque por otro lado ello perdería su componente de tabú; ahora bien, pasada tal fase o dejada de lado supongo que un buen follador tiene que ser capaz de varias cosas.
Por una parte, y aunque haya momentos en los que es mejor ceder la iniciativa, el actuar con cierta suficiencia o incluso arrogancia puede ser mano de santo. Como alternativa propongo el conducirse con total naturalidad, como si lo que se está haciendo en ese instante fuese algo a lo que se está extraordinariamente acostumbrado, incluso cuando se está en las primeras ocasiones de encuentro sexual con alguien. Un buen catador de sexo debe saber cuándo ha llegado el momento de proponer alguna "delicatessen" o lisa y llanamente ponerse manos a la obra con ella. A elección de cada uno queda modular el alcance de un determinado tono imperativo.
Ser capaz de despertar la espontaneidad me parece imprescindible, una mujer tiene que sentirse lo suficientemente excitada/cómoda/implicada como para no sentir reparo en pedir lo que le apetece o cree que pudiera satisfacerle si no lo ha puesto en práctica hasta la fecha o no le fue bien en alguna ocasión previa.
Por otra parte, siempre me pareció esencial para triunfar de manera definitiva en estos menesteres que una mujer llegue incluso a asustarse de sí misma, en definitiva, que por ejemplo se escuche diciendo lo que nunca o rara vez llegó a pensar que diría, que se vea sorprendida pidiendo o haciendo lo que difícilmente pensó que se atrevería a pedir o hacer. Cuando una mujer se autosorprende se han alcanzado cotas muy altas haciéndola disfrutar.
En otro orden de cosas, pero enlazando con lo anterior, no me creo demasiado el concepto de las fantasías eróticas románticas, dudo que funcionen adecuadamente pues cuando una mujer logra lanzarse a tumba abierta mucho me temo que las palabras dulces no le motiven mejor que otros estímulos; puede que lo logren en otros contextos o en fases previas (la poética) o cuando se ha terminado la parte dura de la faena, pero, con franqueza, los momentos de clímax más intensos que he experimentado con diversas mujeres estaban más cerca de un ritual de competencia (experimentar que se es más golfa, más perversa o más sucia en ese momento que fulanita, que menganita o que el resto de las mujeres del planeta; pero ojo, sólo durante ese momento) o de los de transgresión (" me siento capaz de ir un poco más allá y no todo el mundo se atreve"="soy la leche").
Por otro lado me permito discrepar con el lugar común relativo a que las mujeres son más imaginativas en el sexo. Por mi parte al menos no he topado con muchas que hayan sido realmente capaces de llevar la iniciativa a la hora de llevar la iniciativa para propiciar situaciones de ese género, aunque es preciso reconocer que sí resultan capaces de seguir a la perfección el morbo de una situación imaginada si uno consigue espolearlas adecuadamente. En este sentido no se debe confundir imaginación con capacidad de provocación, puesto que ellas, si están debidamente receptivas hacia su pareja, poseen una capacidad innata para jugar con la desvergüenza sin caer en el ridículo.