he visitado Madric una docena de veces.
Una vez, nada más sacar el carné de conducir, pillamos el coche un colega y yo y allí nos fuimos, españolitos periféricos, a descubrir la gran ciudad.
Unos apuntes.
Nos quedamos flipados con LOS ATASCOS a las 4 de la madrugada de la Casa de Campo. Todos, como orugas procesionarias, 500 chupar, ni recuerdo la tarifa del completo (completo de gonorrea, sífilis, herpes verrucoso, AIDS...)
Allí, en aquella loleante tourneé, caí enamorado de una putilla joven, rubiaza (un osasis entre la negritud) y fui lo suficientemente homosexual como para ni plantearme el alquiler. Hubiera hecho el pringui casándome ipso facto y rescatándola de ese averno. Mi colega me hostió y proseguimos nuestro camino. Lástima.
Otra. Nos fuimos a una disco cerca de las torres KIO (creo), que se llamaba ELITE (entrada a 1.000 napos y con unas hembras pijuelas de escándalo)
Sobra decir que la consumición más extendida era agüita mineral ;)
Fuimos como auténticos andrajosos por Madril, pensando en sobar en el coche cerquita de una Comisaría por tener algo de seguridad, pero nuestros hábitos hijiénicos nos hicieron pedir hospedaje a las tantas en una modesta pensión cercana al Congreso (la verdad es que la hostia de céntrica), llamada Mocelos, cerca de una placita.
Vimos a jente famosilla (no excrementos tipo la Esteban), pero poner los nombres es de paupers.
Fuimos al Rastro, donde un gitano ablandó el lomo de otro por un asunto indefinido, vimos la estatua de Cascorro (precursor de éste:
Mohamed Atta), pasamos por Sol, Callao, donde hacía unos días el Movimiento de Liberación Nacional Vasco (Ánsar dixit), y callejeamos por la zona de Arganzuela, Moncloa y poco más.
En fin, esa fue mi maravillosa aventura en la ciudad.
Si me acuerdo de más, edito.
Pueden reírse.