El vídeo de La Sexta lo dice todo. De forma natural y jocosa se comenta el beso, como algo propio del momento eufórico que se vivía y al que ninguna de las dos partes dan mayor trascendencia, mientras la locutora lo comenta en tono de alegría del momento, como lo que es, un gesto espontáneo, divertido, de un momento de eurofria total.
Eso lo dice todo. Luego vinieron las legiones feminazis y toda la inquisión a hacer lo de siempre, a sacar de quicio cualquier cosa y a sumir a este país en la demencia colectiva y la histeria total por algo que, en realidad, no tiene mayor trascendencia, o no debería.
Y no blanqueo al personaje. Rubiales es quien es. Pero, ¿sabéis una cosa? Que pese al rechazo que me genera ese hijoputa, ¡ole sus huevos! Me alegro de que les haya plantado cara a toda la horda FEMINAZI bajo cuya opresión vivimos todos los putos días.
Intentarán echarle, sí, pero le tendrán que echar. Él NO se va a ir. NO han conseguido lo que las putas fanáticas del coño loco querían, que era que dimitiera.
Con dos cojones.