Werther
Veterano
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- 16 Mar 2004
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- La mujer por naturaleza es monógama, y esto es determinante para comprender su psicología. Su naturaleza sexual no se satisface yaciendo con el mayor número de hombres posibles, sino con aquél que satisfaga sus necesidades físicas y espirituales. Para ellas el amor eterno e inmortal es más comprensible que para el hombre.
- La mujer tiende a sentirse atraída por quien la odia y suele despreciar a quien la quiere. Por eso, cuando ella elige, lo hace siempre equivocadamente, mientras que cuando deja que el hombre la conquiste es cuando normalmente acierta. Con perseverancia ese desprecio inicial puede trocarse en afecto, pero esto no ocurre siempre.
- La mujer quiere que su pareja haga siempre lo que ella quiera, pero si éste lo hace ella en lo más profundo de su ser lo despreciará hasta odiarlo. Esta contradicción es difícil de comprender y hay que estar atentos porque les pasa a todas. Aquí el justo medio es virtud: ni hacer siempre lo que quieran ni ser completamente intransigente.
- La mujer siempre utiliza el sexo como un arma. Lo hacen todas y en la mayoría de las veces inconscientemente. Por eso, ellas siempre serán más atrevidas en el vestir que el hombre y por eso su vestimenta procurará realzar siempre sus atributos físicos más atractivos. Una demostración de esta proposición se encuentra en el hecho de que cuando ella se pelea con su pareja suele recurrir a la abstención sexual como medio coercitivo.
- La psicología femenina es más compleja que la masculina, en la mayoría de los casos. De ahí que en muchas ocasiones ellas piensen con respecto a su pareja “cuando tú has ido yo he ido y he vuelto”.
- La mujer es siempre más fiel que el hombre. Esto no tiene ningún mérito, porque no ocurre como consecuencia de que su moralidad sea superior a la del hombre, sino por lo dicho en la proposición primera. El hombre si que realiza un enorme esfuerzo moral siendo fiel, ya que tiene que forzar su propia naturaleza.
- La mujer tiende a sentirse atraída por quien la odia y suele despreciar a quien la quiere. Por eso, cuando ella elige, lo hace siempre equivocadamente, mientras que cuando deja que el hombre la conquiste es cuando normalmente acierta. Con perseverancia ese desprecio inicial puede trocarse en afecto, pero esto no ocurre siempre.
- La mujer quiere que su pareja haga siempre lo que ella quiera, pero si éste lo hace ella en lo más profundo de su ser lo despreciará hasta odiarlo. Esta contradicción es difícil de comprender y hay que estar atentos porque les pasa a todas. Aquí el justo medio es virtud: ni hacer siempre lo que quieran ni ser completamente intransigente.
- La mujer siempre utiliza el sexo como un arma. Lo hacen todas y en la mayoría de las veces inconscientemente. Por eso, ellas siempre serán más atrevidas en el vestir que el hombre y por eso su vestimenta procurará realzar siempre sus atributos físicos más atractivos. Una demostración de esta proposición se encuentra en el hecho de que cuando ella se pelea con su pareja suele recurrir a la abstención sexual como medio coercitivo.
- La psicología femenina es más compleja que la masculina, en la mayoría de los casos. De ahí que en muchas ocasiones ellas piensen con respecto a su pareja “cuando tú has ido yo he ido y he vuelto”.
- La mujer es siempre más fiel que el hombre. Esto no tiene ningún mérito, porque no ocurre como consecuencia de que su moralidad sea superior a la del hombre, sino por lo dicho en la proposición primera. El hombre si que realiza un enorme esfuerzo moral siendo fiel, ya que tiene que forzar su propia naturaleza.