En todo caso, lo único que demuestra Arisgo es que los vascos han sabido situarse en lo alto del sistema capitalista, como buenos chupópteros y sabandijas, teniendo que auparse sobre la miseria de otros. No olvidemos que el sistema funciona como una balanza, unos estan arriba porque otros están abajo, y cuando más arriba esten unos pocos, mas abajo estarán el resto.
Y en su caso particular, para colmo, se complace de estar en el bando de los sobrados. Aunque para ello tenga que señalar con el dedo a aquellos que se ven afectados por su voracidad. Es como el niño pijo del barrio rico, fardando de lo mucho que mola su barrio, y hablando de lo penosos que son el resto. Arisgo tu cabeza rodará el dia de la revolución.