Mi experiencia con la piratería ha sido nefasta. Como cada fin de semana, me dispuse a ver las películas que pacientemente me había estado descargando durante quince días del Emule. En lugar de las películas pornográficas de niñas de seis años violadas por soldados rusos borrachos, vi con horror que me había bajado MADAGASCAR 2 en calidad DVD, y un recopilatorio de los mejores programas de REDES, de Eduardo Punset. Con esto último pudo caer algún pajote, el viejo se conserva bien, pero mi terrible decepción me llevó a construir un sótano en mi casa, equipado con unas cuantas cámaras de cineasta aficionado. Ahora, con mis hijitas y sus amigas yo me produzco mi propio cine, y me cabrea no obtener beneficios por culpa del intercambio de archivos. Las galletas y el agua con las que alimento a mis esclavas sexuales prepúberes cuestan sus buenos euros. Espero que el Gobierno haga algo por la gente honrada como yo.