Floco de Milho
Forero del todo a cien
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- 10 Jun 2008
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"Lo maravilloso de la noche es su caos. La noche no está sujeta a normas, ni a horarios, ni a usos sociales. En todas las franjas temporales del día la gente tiene algo que hacer, o que dejar de hacer. Pero la noche es anarquía pura: son horas, una detrás de otra, que nadie ha destinado a nada en concreto, y da la sensación de que fuera interminable, aún cuando se fiscaliza su duración con la ayuda de un reloj. La noche proporciona la libertad que se anhela durante el día, sin establecer límites de ningún tipo. Uno puede emplearla para lo que quiera y por el tiempo que quiera. [...] La noche era puro silencio y esplendor, la serenidad continua en el cosmos interminable y perpetuo. "
Lawrence Durrell
Oh sí, la noche. Cuántos no habrán sido seducidos por su dulzura y su sencillez. Yo mismo, no sé cuántos años llevo viviendo en ella. Quienes no trabajamos (aún, como dije en su debido post laboral), y podemos permitirnos el lujo de no ir a clase, sabemos sacarle su jugo. Pero la noche es como una droga, si no se controla puede acabar destruyéndonos. Hoy me siento destruído por la noche, derrotado. Hoy he estado pensando que si no supero a la noche, terminaré trabajando de carcelero en las minas de Kessel. O de barrendero en algún punto de Andalucía.
Se lo cuento, aunque no les interese, pues aún la más profunda de sus indiferencias significa que mis penas retumban en algún lugar, transferidas por kilómetros de cables o satélites en órbita. No tengo ni idea, a decir verdad. Vivo en el lugar de los sueños y el amor. No es mentira: no revelaré con exactitud mi situación pero les aseguro que es objeto de culto y envidia. La ciudad que más pasiones levanta: anhelada desde los más variopintos estratos y condiciones. Partan de esa premisa, porque es cierta y oscurece aún más la negrura de mi relato. Supongo que muchos de ustedes donarían partes de la anatomía de sus madres por vivir aquí.
Y hoy me he levantado a las 15:00. Sin ningún pesar aparente. No hasta después de salir de la cama mareado, y encender el primer cigarrillo de un día gris más. Cuando se levanta uno tan tarde, las primeras horas huyen despavoridas, y a la que mira el reloj son las ocho y media: el momento de preparar algo de comida rápida en el microondas. Hoy han sido Raviolis a la italiana (siempre me produce una tierna compasión pensar en el genial director de marketing que bautizó así el producto), servidos en un plato que pude comprar por un €uro. Un menú perfecto para leer entre líneas, sin concentración ninguna -leí en algún semanario que uno de los efectos del uso excesivo de ordenadores era el aumento de la capacidad multi-tarea del cerebro, en detrimento de la concentración, y no puedo estar más de acuerdo. Nunca he visto una afirmación científica cumplirse de forma tan plástica- diferentes periódicos online: ya he cumplido con el mundo exterior.
La necesidad de higiene me empuja a la ducha aproximadamente a las diez, dispuesto a gastar todo el agua que un ser humano consume en un día haciendo vida normal. Alrededor de las once ya estoy vestido regularmente: incluso hay veces que me pongo la americana y salgo al balcón a fumarme un pitillo, esperando que Batman aparezca y quiera ser mi amigo. Hay que hacer café. Lo normal es que entonces me siente y no me levante en horas. Horas de noche en las que mis ojos difícilmente se separan de la pantalla. Y siento la vida.
Hoy han caído las películas de Star Trek. Nunca las quise aceptar, porque he sido de Star Wars toda mi vida, pero en ausencia de otros divertimentos, empleé toda la potencia de mi ADSL en descargarlas días atrás. Si alguien me preguntase por el argumento de alguna de ellas creo que no sabría responder. Una nave, el Enterprise, el Almirante/Capitán Kirk y Spock. Mi mente no ha retenido nada más. Y si reflexiono, creo no equivocarme al decir que me he entretenido y he disfrutado con ellas. Spock y Kirk. Denny Crane en el espacio. Café, por favor. Después de aproximadamente cinco horas de Star Trek he decidido manejar las manos. -Quiero moverme- he pensado, y he instalado el LEGO: Batman, mi última adquisición de Rapidshare. La experiencia ha sido nefasta: mi espesísima capacidad de atención ha convertido el juego en un maremoto de píxeles danzantes, sin ningún sentido. Mis manos no encontraban la respuesta en el monitor. Batman sube y Batman baja; Batarang; Trajes especiales; Bombas que destrozan sólo objetos metálicos. Diez minutos más de juego y creo que habría tenido un colapso cerebral. Más café.
Estoy asustado. Cada vez me hago menos pajas, incluso. Por supuesto, entre instalación, carga, descarga, apertura de messenger de rigor y repaso a los diarios interestelares, tube8.com permanece abierta en segundo plano. Hasta para las pajas me he vuelto multi-task. Me es imposible guardar el respeto ritual que años atrás le tenía al porno. Ahora es Porno [ALT+TAB] Mis imágenes, o cualquiera que sea la carpeta que en ese momento, por razones que nunca esclarezco -por inercia, diría yo- tenga abierta.
Y escribo todo esto con un lacerante dolor de cabeza. Un entumecimiento del frontis que es cada día más permanente. Hoy no se ha ido desde que me desperté. Normalmente va y viene. Hijo de puta. Y encima, hace media hora, un viejo perro de alma simétrica a la mía me ha dado el LOL -permítaseme la herejía- de la noche.
Hay que destruírla. Occidente necesita una jornada nocturna. Biológicamente, los hay que necesitamos comprensión y ayuda. Viva James Doohan.