Siempre tienes la alternativa de vivir en la calle y comer de la basura.
Lo de ser autónomo, montar una empresa o trabajar para el Estado, ni se lo plantea.
Por poner, el mayor sueldo bruto anual de cualquier empresa no debería ser más de cinco veces mayor que el menor.
Y si el qué más cobra produce mucho más de cinco veces lo que el cobra menos. ¿Es eso justo?
A cada cuál según sus méritos.
Le obligan sus necesidades. Las cuales deberían estar cubiertas hasta punto razonable solo con un SMI. Ahora mismo no están cubiertas hasta ese punto. Y las empresas se aprovechan de esas necesidades, y les interesa que no estén cubiertas para poder manipular a la gente.
A la gente tampoco le interesa esforzarse para conseguir un sueldo mejor que el SMI. ¿Por qué tengo yo que subsidiar su vagancia?
Pero vosotros preferís que haya servicios solo privados porque es otra oportunidad diaria para mirar a los demás por encima del hombro.
No, lo prefiero para poder elegir en qué y cómo gasto mi dinero. El Estado no me deja elegir, me obliga.
¿Le parecería bien entrar a un restaurante y que le obligasen a comer pollo? Pues lo mismo.
No, lo genera la actividad de los trabajadores, que son los que atienden a diario los procesos que constituyen el producto de la empresa. No te pongas conceptual que es pura demagogia.
La empresa tiene muchos más activos aparte de los trabajadores. Y de entre los trabajadores, no todos son igual de importantes ni de productivos.
¿El día que llegó a su empresa ya producía lo que cobraba? ¿Quién creó esa estructura? ¿Quién se encargó de contratarle? ¿Quién se encargará de sustituirle? ¿Quién le paga si se pone malito? Todo eso son costes no productivos y los asume la empresa.
Yo soy partidario de que cierren y le paguen a sus trabajadores lo que se les debe legalmente. Cerrar una empresa por motivos legítimos pagándole a todo el mundo lo suyo es un ejercicio de honestidad encomiable.
Claro que sí, hasta que sólo quede el Estado. El paraíso comunista que tanto bien ha traído a los trabajadores.
Ni la formación, ni los cojones, ni el gusto por el riesgo le dan derecho a nadie a enriquecerse con el trabajo de los demás tan excesivamente como sucede hoy en día.
Es que, querido caballero, el ansia de enriquecerse es lo que lubrica el mundo y funciona mucho mejor que la empatía y que los pensamientos positivos. Empuja mucho más fuerte que la igualdad, lleva mucho más lejos que los lamentos de los vagos, genera más riqueza que un reparto entre buenos hermanos.
Al hombre le mueve mucho más hacerse rico y ese deseo es el que le ha granjeado todo el bienestar que disfruta hoy en día.