Las teníamos, y muy grandes.
El Viejo Mundo se desarrolló en eje longitudinal, por lo que un descubrimiento agrícola en Anatolia servía igual en la Península Ibérica o Itálica; e incluso cultivos procedentes de Extremo Oriente, como el arroz.
América, sin embargo, tiene una geografía latitudinal, por lo que si te mueves 200km hacia el sur o norte, cambia todo el clima.
Además, el Viejo Mundo es prácticamente una sola masa de tierra, con intercambios técnicos y culturales desde los tiempos del Antiguo Egipto y Sumer, compartiendo conocimientos desde la Bretaña Francesa hasta el Japón.
América, mientras tanto, estaba aislada en términos culturales del resto del planeta; los subsaharianos, al menos, tenían los pasos comerciales del Nilo.