A mí me pasó un caso: Estábamos en el porche de la casa de la playa de sus padres en verano, un amijo y yo (serían las tres de la mañana, tendríamos 16 o 17 años y llevabamos un moco considerable los dos, a base de maria y cerveza, veníamos de farra y nos sentamos a tomarnos la penultima).
Nos conocíamos unos tres años. El chaval era un tipo cojonudo, ligón con las tías, simpático y yo no le vi ningún indicio de pluma alguna.
En estas que me dice "lirón, yo te quiero"; yo me quedé un poco parado, pero con la tajada que teníamos no le di mayor importancia y le dije "coño, yo también", y sigo hablando de otra cosa como si nada.
Me interrumpe: "ya, pero tu no me quieres de la misma forma que yo a tí". En ese justo momento, se me bajó el pelotazo a los pies, me quedé de piedra, mudo, intentando creer que no había dicho eso, que era yo el que lo había entendido mal. El, al verme la cara, empezó con "lo siento, no te he dicho nada, no quiero perder por nada del mundo tu amistad..."
Le dije que no se preocupara y no volví a abrir la boca. El se fue a dormir y yo me quedé en el porche, sin dormir toda la noche. Me dio por pensar en si había hecho yo algo mal o no se que pollas (tipo mujer maltratada que al final se cree que le pegan palizas de muerte porque se las merecen), para que el hijo de puta se me declarase.
No se si era amor platónico o quería que nos dieramos por el culo, pero me sentó como una patada en los cojones (no me reconozco homófobo).
Por la mañana, hice las maletas y me fuí casi sin poder mirarle a los ojos, mezcla de verguenza, cabreo y que ma había faltado al respeto. Nunca más lo llamé y le dije a mi madre que cuando llamara por teléfono, le dijera que no estaba. No volví a quedar nunca con él.