En primer lugar hay que decir que este mal que nos asola no es algo exclusivo o propio de Bilbao, sino de todo el país. En Bilbao ha conmociando más todo lo ocurrido, porque no es una ciudad acostumbrada a tales sucesos. Y cuando quiero decir "este mal que nos asola", no me refiero sólamente a la INVASIÓN, certificada ya en todos los rincones de la grande y libre España, sino que me refiero también al otro mal, al mal de "miremos a otro lado y hagamos como que no pasa nada, y si es algo muy chungo, decimos que es un hecho aislado".
Esos dos males los tiene Bilbao, y los tiene cualquier otra ciudad de España. Cada una con sus particularidades, pero es algo que se sufre en todos sitios.
La particularidad vasca se rige porque el sistema de solidaridad (pagas) es único en España (por lo generoso) y por tener unas organizaciones, asociaciones y/o ONG, muy radicalizadas en cuanto a la intransigencia de sus posturas (cualquiera que no comulge, es un nazi), lo que nos lleva al tema de los políticos, que gustosos de colgarse medallas y recibir los parabienes de tales asociaciones y aterrorizados de que alguien les pueda llamar xenófobos o racistas, jamás han querído reconocer el problema, y se limitan sistemáticamente a echar balones fuera, mientras el problema, muy concreto y totalmente localizado, sigue extendiendose sin que nadie haga nada.
El caso que nos ocupa es grave, no sólo por lo ocurirdo (el asesinato de un hombre, un padre de familia que deja viuda y un hijo de ocho años) sino porque todos los males de los que he hablado anteriormente se reproducen al milímetro: se empieza hablando de que la ciudad es segura, que no hay que crear alarmas innecesarias, se sigue por la retórica de "que todo el peso de la ley caiga..." y se termina con el "hecho puntual o aislado". Como los asesinos son dos menores, hemos tenido además que agunatar la morralla que siempre surge en estos casos. Ante la indignación de la gente, algunos políticos vascos se han 'molestado' y se preguntaban "si hay que bajar la edad penal a 10 años", mientras las fiscales, como ya he dicho, se agarran al hecho asilado, a la fatalidad de lo sucedido (ellos no querian matarlo) y a que "esos chicos" pueden reconducirse...
Estos dos perlas, un gitano de 13 años y un moro de 16 años formaban parte una banda de delincuentes juveniles (que también cuenta con niñas en sus filas) que son los responsables de:
.- Asesinato de un hombre de 43 años al robarle
.- Violación en grupo de una chica en Barakaldo.
.- Robos sistemáticos a menores en la Plaza Indautxu y en el parque de Doña Casilda.
.- Robos a personas mayores en el entorno de Jardines de Albia
.- Agresión brutal para robarle a un joven (mayor de edad) a la entrada del metro en Abando, en Santo Tomás (21 de diciembre), joven que puede perder un ojo después de la paliza.
.- Responsables también del asalto y robo a jóvenes universitarios de la Universidad de Deusto en las cercanias de una residencia de estudiantes que hay muy cerca de la universidad.
Pues bien, después de todo esto, y enlazo con lo de "los males que nos asolan", mi Consejera de Seguridad del Gobierno Vasco, Beltrán de Heredia, salió y dijo el otro día que "en Bilbao no hay ninguna banda juvenil de delincuentes". Fin del problema.
Hace años nadie alzaba la voz, pero hoy en día las cosas están ya muy movidas, la gente muy harta, cada vez más organizada, y las cosas, aunque lo intenten, ya no pueden taparlas.
Soy de Bilbao y vivo aquí y es duro ver que una ciudad que cuando era pequeño era un vertedero y una ruina, se ha convertido hoy en día en un magnífico lugar, pero que se ve lastrado por toda la morralla de mierda que ha llegado de fuera, y que está creando un clima social cada vez más inseguro y tenso. Es una pena, pero es verdad que cada vez vamos a peor en ese sentido, sin que las autoridades hagan NADA, porque hacer ALGO es ser un NAZI.
Pero que hoy nos centremos en Bilbao, mi ciudad, no significa, como he dicho al principio de mi exposición, que sea un asunto exclusivo o propio de aquí, ni que Bilbao sea el peor sitio o con los peores problemas, porque eso NO es así, y NO es verdad. Problemas hay en Bilbao, pero las cosas en sus justa medida, ni el 10% de los propblemas que puede haber en ciudades como Madrid o Barcelona.
Es muy difícil, casi imposible, ver a alguien en los medios vascos alzar un poco la voz. Nadie se sale del guión que marca la mafia de SOS Racismo y de lo políticamente correcto que imponen las instituciones, pero hay gente que, a pesar de la posible lapidación, sí quiere hablar ya alto y claro.
Por eso quiero terminar este mensaje con el artículo del periodista Javier Vizcaíno en DEIA a raíz de lo ocurrido con el asesinato de Ibon. Es uno de los poquísimos periodistas que se atreven a salirse del guión establecido, y OJO, que después de su artículo "Miremos hacia otro lado", ya han empezado, como el suponía, a ponerle verde. Hago mías, pues, sus palabras:
Miremos hacia otro lado (10/01/2018)
Estamos a diez minutos de que nos anuncien que Ibon Urrengoetxea fue el único culpable de su muerte por cometer la osadía de salir de fiesta y andar a deshoras provocando la ira de unas pobres víctimas de esta perversa sociedad. De momento, ya transitamos por la teoría de la fatalidad —qué infortunio, una mala caída, si es que no somos nada— en combinación con la del hecho aislado, comodín al que se apuntan con denuedo quienes prefieren el autocomplaciente despeje a córner antes que el incómodo reconocimiento de una realidad difícilmente contestable. Y claro, cualquiera que se desvíe un milímetro de la almibarada martingala oficialoide del mecachis en la mar, como me temo que va a ser mi caso, pasa por irresponsable incendiario social, generador de alarma innecesaria, inoportuno tocapelotas y, por resumir, fascista del copón.
Pues si ha de ser así, que sea, y luego, si queremos, mesémonos los cabellos y clamemos al cielo por la epidemia de populismo que nos asola. Tarde escarmentaremos de lo que no se ha querido hacer frente porque siempre es más fácil levantar el mentón y reñir a los ciudadanos o tratarlos de enfermos imaginarios que se quejan de menudencias como tener que pensárselo antes de circular por ciertos lugares.
No abonaré la tesis de la inseguridad desbocada de nuestras calles, porque objetivamente me parece una exageración. Sin embargo, me siento incapaz de negar que de un tiempo a esta parte se han sucedido los suficientes acontecimientos de similares características —por no decir calcadas— como para tomárselos en serio de una puñetera vez. Se me escapa por qué no se ha hecho ya.
Buenas tardes.