Eso sería como decirle a una tía que no lleve escotazo a la hora de ligar. Que no lo intente con vestidos de cortes atrevidos y muslos carnosos dejándose entrever; que de ningún modo haga uso del maquillaje en sus ojos, pómulos, boca, etc. Tacones, fuera. Y nada de ir peinada de forma conveniente. Vamos, nadie esgrimiría el argumento ridículo de que no lo haga porque si no es así atraería a toda la morralla. Claro, no te jode. Y tampoco al macho Alfa con pollón y cara de Henry Cavill montado en su Aston Martin.
Luego está el cómo, claro. De la misma manera que existen mujeres que no pueden ser sexis sin parecer una puta de carretera ya que carecen de elegancia, estatus y demás sustrato moral que nunca está desgajado de la sensibilidad estética, también hay hombres incapaces de manejar sus dineros. Ya sabéis, son crueles con los camareros y la gente por debajo suya y no dejan de anunciar cuánto dinero poseen dando un claro síntoma de debilidad. Eso sí que es un espantador de mujeres valiosas y lo mejor es actuar como quien no quiere la cosa. "Oh, el restaurante queda un poco lejos cojamos el coche". Y ella misma descubre que su cita no tiene un Opel Corsa precisamente.
Luego si eso continúa la criba a ver si la torda es superficial o no. Pero en definitiva, la función primera es escoger al mejor candidato posible maximizando los mejores resultados posibles. Además cosas tan simples como el físico también puede ofrecernos información valiosa de la personalidad. Como esa compañía que en las entrevistas de trabajo rechazaban a los gordos porque eso era una prueba palpable de su poca voluntad y disciplina. Poca crítica tengo yo a esa implacable lógica.
Pero en fin yo estoy aquí no para que encuentre a una mujer con un mundo interior y valioso, tía, sino para que preñee a esas putas guarras.
Sí. Mi nombre es Wilson Quishpe y mi mayor deseo es un Perú ario.