La envidia es la tuya, putísimo subnormal. A la mayoría de nosotros vivir en esa rueda de charos ajadas, tatuadas, con traumas amorosos y afectivos, dueñas o futuras dueñas de gatos y chochos resecos lo que nos produciría es hastío. ¿Y sabes por qué? Porque a diferencia de un tarado como tú nosotros sí sabemos lo que es estar con tías de puta madre, con mujeres jóvenes, tersas, bellas, alegres y llenas de vitalidad, y vernos abocados a este menú de sobras y alimentos caducados no sólo no lo consideramos apetecible, sino que hasta se nos estomaga. Sólo a un perro sarnoso como tú, a un miserable de tu calaña, a un putísimo cerdo enmadrado y castrado que arrastra la cara por el barro que no conoce ni conocerá nada de lo que estoy hablando y se dedica a lamerle las suelas de los zapatos a Thorndike a ver si de alguna manera (ya me dirás cómo) pillas las sobras de lo que ya son sobras, se le puede ocurrir semejane payasada.
Venga, perro sarnoso, sigue follando vicariamente y creyendo que por lamerle el culo a un desconocido en un foro a ti te luce algo, y luego sigue viviendo entre la mierda física y espiritual en la que vives.