Estamos en las antípodas el uno del otro, pero parece que ambos estamos haciendo lo posible por pasar por alto todas esas diferencias. Lo típico que pasa al principio de conocer a alguien, que obvias todos los defectos que ves en el otro.
El sexo es muy bueno, y supongo que eso refuerza el vínculo.
Esta mañana nos hemos abrazado al amanecer y ha pasado algo insólito:
De repente he notado algo húmedo en mi hombro y resulta que estaba llorando. Me ha contado que lo está pasando mal porque se ha quedado en paro y que no sabía qué hacer.
La chavala tiene una movida interna bastante importante y además está enganchada a los porros. He sentido un poco de lástima, porque está bastante perdida y creo que se siente sola o algo.
Supongo que la ayudaré en lo que pueda. Pero es patente que no vamos a ningún lado más allá de follar y algún plan random.
En cuanto note que se está pillando y pueda hacerle daño, cortaré por lo sano. Quizás sea ya demasiado tarde.
Cambiando de tercio, el palo de hoy no me parece peligroso por el palo en si.
El peligro radica en la interpretación involuntaria que mi compleja psique hace del mismo.
¿He perdido mi powah?
¿El mojo me abandonó?
¿Ha olido el miedo?
¿No tengo buen aspecto?
Nuestro peor enemigo somos nosotros mismos.