Es fantástico el resumen de lo que se supone que es la ciudad de referencia mundial: ir a ver un puto partido béisbol o baloncesto; ver escaleras llenas de orines y garabatos; comer un pizza requemada; pasear por calles llenas de basura y ratas del tamaño de un gato; ir a un parque; comer rancho cuartelero para desayunar...
Y eso que no habéis pasado por donde pasan los tíos cultos de verdad: el MoMA. Corred, insensatos. Aún estáis a tiempo de ver mojones de este calibre:
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Pero oye. Que no es un destino de paletos premium con ínfulas. No, es la ciudad eterna.
Me cago en vuestra reputísima madre.