Si le das por culo a una mujer, ¿Eso te hace medio maricón?
Cualquier estudiante de biomedicina os lo podía haber explicado, pero como vuestro hijoputismo os lleva a no conocer ninguno, (en realidad, prácticamente no tenéis vida social, cánceres) permitidme que me tome la libertad de hacerlo.
La bacteria del mariconismo (bacillus mariconensis) se localiza en la parte interna del esfínter porque allá halla (tomad cacofonía, hijos de put*) la temperatura necesaria para poder vivir y reproducirse, En las micrografías de flora bacteriana, se la reconoce por su color rosa pastel en el plumaje de verano y turquesa en el de invierno. Se reproduce por esporas que lanza alegremente como si fuera confetti el día del orgullo gay.
La infección se produce –atiende bien Donnie (vaya nick de maricona salvaje te has puesto tu tambien)- al introducir en ojete ajeno un miembro propio, generalmente el pene. La bacteria, muy cuca ella, aprovecha la ocasión para entrar en el cuerpo del paciente a través del precipucio y colonizar rápidamente las gónadas y el bazo.
Desde el primer momento el sujeto infectado desarrolla síntomas inequívocos. Algunos de ellos son
- Tendencia a combinar los colores en la ropa que se ha de poner.
- Compra compulsiva de creams para cuerpo y mente, leches limpiadoras y geles lubrificantes con las propiedades del Aloe Vera.
- Aprovecha cualquier ocasión para cantar y bailar “I will survive” de Gloria Gaynor.
- Suele utilizar con frecuencia el vocablo “horroroso”
- Prefiere dormir con pijama.
- Observa con mirada soñadora al piscinero cuando este pasa el limpiafondos.
Un síntoma, podría ser casual. Más de uno se considera evidencia de infección.
Se han descrito muchos tratamientos para evitar que la bacteria avance, pero muy pocos han dado resultados claros y probados. Las últimas tendencias biomédicas apuntan a tratamientos con videos de pornogay extraídos de la página Obisposambiguos.com combinados con electro-shocks testiculares, tratamientos homeopáticos no invasivos como parches de sudor de orangután o terapias meramente cosméticas, -mas que nada destinadas a calmar a sus familias-, de fiestas con shemalotes.
Lamento el ladrillo, queridos, pero el tema no es baladí.