Ceuta (Sebta) nunca fue marroquí; fue portuguesa antes que española. Melilla (Melilia) fue española antes incluso de la incorporación de Navarra a Castilla (hablo de memoria). Por tanto, no hay nada que devolver a nadie; y más a Marruecos, que hasta hace cuatro días no existía; era un territorio organizado en cábilas.
Que ambas ciudades son deficitarias y no producen nada, es cierto y tema aparte; son llamadas tradicionalmente plazas de soberanía (no presidios ocupados, en el lenguaje agresivo y sedicioso de Marruecos). Si vas a alguna de estas Ciudades Autónomas, pregunta a los musulmanes que allí viven como ciudadanos españoles de tercera o más generación y occidentalizados: ninguno estaría dispuesto a vivir bajo una dictadura regida por el Comendador de los Creyentes, que es un multimillonario ladrón que vive en París (además de golfo y, dicen, maricón), con palacios repartidos por todo el país, mientras tiene a su gente hundida en la miseria, especialmente el noreste, donde se habla tamazigh, donde han sido tan levantiscos contra España como contra Rabat, y a los que se está sometiendo al árabe marroquí mediante el Islam. Y no sigo, porque me caliento.