Jacques de Molay
Freak total
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Esta tarde he ido a dar un paseo por Notre Maison, aprovechando el magnífico día que ha hecho.
Todo era sumamento bucólico, el trino de los pájaros, los campos ya amarilleando de cara al verano...
En uno de los cobertizos, donde está el perro, había un ligero desorden, un plato roto y como si alguien hubiera estado hurgando un poco por ahí. Como esta mañana los aparceros habían estado trabajando por ahí no le he dado mi mayor importancia.
Así que nada me hacía sospechar la horrible experiencia que me ha tocado vivir.
De repente, estaba yo saliendo del jardín cuando en la explanada de delante de casa he visto un maldito bastardo invasor, un jodido ocupa de mierda, era negro como mi alma y enorme.
La verdad es que me he acojonado un poco. Aun así le he pedido explicaciones de qué coño hacía en mi casa y demás, pero el muy gañán no ha querido dármelas y adoptaba una actitud chulesca y provocativa y se reía en mi cara. Es más, daba voces como llamando a alguien.
Como se venía hacia mí en actitud amenazadora, he retrocedido rápidamente a un cobertizo donde me he hecho con la primer arma que tenía a mano, un tubo de plomo de medio metro de largo.
Ya convenientemente armado he ido a por el puerco negro de los cojones que había osado mancillar mis tierras, el hogar donde había nadido mi padre (y toda mi estirpe desde que se las arrancamos a los moros).
Le he golpeado con todas mis fuerzas en los lomos y en el culo, aprovechando que estaba descuidado y me daba la espalda mientras estaba saqueando mi casa.
No iba a tener contemplaciones con el maldito, ni iba a concederle una pelea justa.
A las tres hostias, el tipo ha tenido suficiente y se ha largado a toda hostia, pese a los golpes, pese a los golpes gruñendo como el animal inferior que era.
Lo he perseguido por el camino hasta que me he dado de bruces con otros dos verracos negracos. La lucha era muy desigual pero como tenía el tubo de plomo me he deshecho de ellos a hostia pura. Los he perseguido por el campo y he logrado acorralarlos contra una valla, donde les he dado una buena tunda hasta que se me han cansado los brazos.
Luego los he dejado huir, porque soy así de magnánimo.
Espero que los malditos aprendan a no violentar la propiedad privada. La próxima vez que los vea en mi casa los mataré, lo juro.
PD: En un momento posteo fotos de la hazaña para los que dudéis de mi palabra.
Todo era sumamento bucólico, el trino de los pájaros, los campos ya amarilleando de cara al verano...
En uno de los cobertizos, donde está el perro, había un ligero desorden, un plato roto y como si alguien hubiera estado hurgando un poco por ahí. Como esta mañana los aparceros habían estado trabajando por ahí no le he dado mi mayor importancia.
Así que nada me hacía sospechar la horrible experiencia que me ha tocado vivir.
De repente, estaba yo saliendo del jardín cuando en la explanada de delante de casa he visto un maldito bastardo invasor, un jodido ocupa de mierda, era negro como mi alma y enorme.
La verdad es que me he acojonado un poco. Aun así le he pedido explicaciones de qué coño hacía en mi casa y demás, pero el muy gañán no ha querido dármelas y adoptaba una actitud chulesca y provocativa y se reía en mi cara. Es más, daba voces como llamando a alguien.
Como se venía hacia mí en actitud amenazadora, he retrocedido rápidamente a un cobertizo donde me he hecho con la primer arma que tenía a mano, un tubo de plomo de medio metro de largo.
Ya convenientemente armado he ido a por el puerco negro de los cojones que había osado mancillar mis tierras, el hogar donde había nadido mi padre (y toda mi estirpe desde que se las arrancamos a los moros).
Le he golpeado con todas mis fuerzas en los lomos y en el culo, aprovechando que estaba descuidado y me daba la espalda mientras estaba saqueando mi casa.
No iba a tener contemplaciones con el maldito, ni iba a concederle una pelea justa.
A las tres hostias, el tipo ha tenido suficiente y se ha largado a toda hostia, pese a los golpes, pese a los golpes gruñendo como el animal inferior que era.
Lo he perseguido por el camino hasta que me he dado de bruces con otros dos verracos negracos. La lucha era muy desigual pero como tenía el tubo de plomo me he deshecho de ellos a hostia pura. Los he perseguido por el campo y he logrado acorralarlos contra una valla, donde les he dado una buena tunda hasta que se me han cansado los brazos.
Luego los he dejado huir, porque soy así de magnánimo.
Espero que los malditos aprendan a no violentar la propiedad privada. La próxima vez que los vea en mi casa los mataré, lo juro.
PD: En un momento posteo fotos de la hazaña para los que dudéis de mi palabra.

