Diferente: un guein argentino, Alfredo Alaria, disfruta cosa fina poniéndose trapos, maquillándose y dándolo todo en un cabaret. Su viejo quiere que siente la cabeza y le pone al mando de un departamento de su empresa, pero el tarambana trunchi les pone música a las empleadas mientras mecanografían para que aumenten las pulsaciones por minutos, en lo que seria un anticipo de las necias técnicas de mejora productiva actuales. Entre tanto hay una pava que quiere con él pero no pueden liarse por razones más que obvias, así que vuelve a bailar una y otra vez vestido de chulazo de Galliano o cualquier pavo de éstos amigos del trapito estrafalario. Gracita Morales sale 3 minutos hablando de cómo potenciar la mente, pero Alfredo no presta atención a las sabias palabras de esta grandérrima señora y casi al minuto ya está revoloteando cual mariposa sin escuchar a Gracita. Casi al final al del club del pepino le hace una Macumba un señor que habla muy raro y ya la película pierde el poco Norte que tenia, siendo un festival de astracanadas del recopón bastante confusas.
Uno se ríe mucho cuando Alfredo pone cara seria, de circunstancias y tal, pero luego da grima cuando baila y abre la boca como si estuviese en un after de ambiente. Película extraña dentro del parque fílmico español, muy apreciada por transformistas de ahora y siempre (el titi, Bibiana Fernández, Carmen de Mairena, Paco de España) y por gente como Paco Clavel o Miguel Bosé, estetas de lo suyo.
El plano final con Alfredo al lado de un almendro ataviado con una camiseta 3 tallas más pequeña rogando ayuda a un Dios que no se la concederá (el Dios autárquico de por aquel entonces, recordemos) por aquello de que su opción sexual es propia de rojos o masones, alcanza la intensidad que supongo esperaba el director (Luis María Delgado), pero en el sentido no deseado: lejos de resultar dramático y conmovedor causa un ataque de risa de los que dan cosa loca en la barriga de tanto cholar.
Un 3.O sea, floja.
Que alguien me lo tilde, porfi, que va a Filmaffinity.