Acabo de ver una película absolutamente amérrima:
En
El Sueño Eterno, Philip Marlowe (Bogart) investiga un caso de chantaje hacia la hija de un general retirado. Más tarde, la historia se complica (y de qué manera) con asesinatos, mujeres fugadas, más asesinatos, chantajes, en fin, un pequeño caos. Pero he aquí que nos encontramos algo que, realmente, echo mucho de menos en el cine de hoy en día: los grandes diálogos. Señores, es una jodida maravilla ver cómo Bogart escupe a la velocidad del rayo una sarta de contestaciones mordaces, irónicas y descaradas que te obligan a postrarse a sus pies. Ejemplos:
- ¿Cómo le gusta el coñac, Sr. Marlowe?
- En un vaso.
BIBLIOTECARIA RUBIA: No parece usted un hombre interesado en primeras ediciones.
MARLOWE: Y también colecciono rubias.
- Cálmese, no abofeteo muy bien a estas horas de la noche.
- La he visto en el vestíbulo. Me tomó por Santa Claus y quiso sentarse en mis rodillas. Y eso que aún estaba de pie.
- Levántese, Carmen. Parece usted un pequinés.
MARLOWE: ¿Cómo entró aquí?
CARMEN STERNWOOD: ¿Puede adivinarlo?
MARLOWE: Apuesto a que sí. Entró por el ojo de la cerradura, como Peter Pan.
CARMEN STERNWOOD: ¿Quién es ese?
MARLOWE: Oh, alguien que conocí en la piscina.
CARMEN STERNWOOD: Es usted guapo.
MARLOWE: Sí, y cada minuto que pasa lo soy más (...) ¿Cómo la trata Eddie Mars?
CARMEN STERNWOOD: No le conozco. ¿Es guapo? ¿Tan guapo como usted?
MARLOWE: Imposible.

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Además de los insuperables diálogos, sale ELLA:
y la química que mantiene con Bogart, con el que si no recuerdo mal ya estaba casado, es excelente. Además, es un bombón.
Le casco a la peli un
9, y no le doy un diez porque había momentos que me perdía
