Escribá de Balaguer
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- 3 Feb 2005
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¡Hola tropaaaaaaa!
Soy el
j
o
d
i
d
o
MASTAH AND COMANDAH DE
¿A que parece que te estoy mirando? Pues no ¿A que parece que ahora no? Pues ahora sí...jauajaiajiaja...déjame que te taladre el ojal imaginariamente mirándote al trasluz de mis purple glasses mientras me cago en ETA pacíficamente.
El caso es que yo he escrito cincuenta libros, soy un jodido genio, el paradigma de transgresor, un pensador como pocos que se unió a la figura de Rosa Díez para sentarme por una vez al lado de mis inferiores. Un puto Dios reencarnado, vamos.
Pero como siempre he practicado la filosofía de la sencillez, todo el dinero que gano por las polladas abstractas que me invento y que la gente se cree lo he donado a la asociación que rehabilita las oxidadas tumbas de v-u-e-s-t-r-a-s--p-u-t-a-s--m-a-d-r-e-s, por lo que no tengo mucho dinero y he de vivir en un barrio de mierda de una ciudad cualquiera.
Al estar rodeado de chusma sucia y deleznable, me he dado cuenta de mi superioridad, aunque para tal fin haya tenido que ser interrumpido por gañanes de todo tipo, que en medio de la celebración de extraños ritos tribales y paganos, más propios de un lupanar que de una ciudad de la UE, han coartado algunas de mis más brillantes ideas sobre conceptos como la libertad, la verdad, la ética, la política, el alma o la fimosis.
-Retire el prepucio a su hijo desde pequeño para que no le tape el glande. De lo contrario, hay tremendas posibilidades de que su psiquis asocie el concepto piel con el de Belcebú.
A continuación, describo algunos de los vecinos que he tenido a lo largo de mi vida:
(Las historias que a continuación se incluyen son 100 por cien verdad)
-LA ESQUIZOFRÉNICA QUE PASEABA LA BOMBONA: Se llamaba Carmen, tenía gafas, el pelo cardado anaranjado, era de complexión fuerte y apenas poseía curvas propias de mujer. Siempre vestía con ropa deportiva forrada, mallas ajustadas y gafas de sol de colores.
Según me confesó, de joven tuvo un accidente y vio morir a la amiga que viajaba a su lado. Desde ese día, desarrolló una extraña enfermedad mental que le hacía ver cosas que no existían, y para que le pusieron un fuerte tratamiento que escondía su verdadera personalidad.
El problema vino cuando comenzó a beber en exceso. Todos los días se le veía subir con bolsas cargadas de botellas de vino barato, las cuales salían al día siguiente completamente vacías en otra bolsa de retorno al contenedor.
Mientras estaba ebria, se olvidaba de tomar las pastillas, por lo que era como un caballo desbocado. Recuerdo oír desde la cama cómo paseaba la bombona por el descansillo por la noche, pensando que era su hijo. No pocas veces acudió la policía alertada por sus vecinos, que temían que la loca del quinto hiciese explotar todo con sus excursiones furtivas nocturnas.
También recuerdo la noche en la que le entró la tentación suicida, llamó a la puerta de mi casa, me dio unas esclavas de oro y, agarrándome la mano con fuerza, me rogó que me quedase con ellas, que era la herencia que me legaba dado que se iba a morir esa misma noche.
Desde hace unos años su vida dio un giro y se trasladó a vivir con una amiga suya que, por el paso del tiempo, se quedó minusválida. La una cuida del físico de la otra, mientras la otra controla la mente de la una. De vez en cuando se da una vuelta por su casa para comprobar si hay algún grifo picado o algún nido de cucarachas.
Una de las últimas veces que la vi, en la que me confesó que antes del accidente se había llegado a prostituir, y que no lo recordaba, pero quizá fuese la causa de su enfermedad mental. Quién sabe.
-Si te comes un gofre y luego una galleta del Príncipe de Beckelar, te va a saber de puta madre si mientras introduces un falo de unos diez centímetros en tu ano recubierto de guirlache. TE LO GARANTIZZZO.
-LOS YONKIS: Él está cuadrado, para qué nos vamos a engañar. En caso de emergencia, me tumbaría a la mínima. A veces llama a la madre de ella, de nombre Juana, para advertirle de la nefasta situación a la que ha llegado su hija a pesar de lo mucho que él la ha cuidado.
Consumen heroina, eso se nota. Esto es así porque muchas veces, a través de la pared, se escuchan voces y música y, de repente, la conversación cesa y la música se queda puesta durante horas ante un silencio sepulcral que se prolonga hasta el día siguiente.
Sin embargo, a primeros de mes la cosa cambia. Llueva, nieve o haga sol, no falla. La primera semana del mes, siempre hay una mañana en la que los dos llegan en un estado lamentable y se ponen a dar voces por la ventana, en las que blasfeman, llaman a la comisión de atentados terroristas y glorifican la droga. Los tripis hacen de las suyas y garantizan a mis adorables vecinos un colocón que siempre supera las 15 horas.
Él tiene un mono controlado. Apenas unos cuantos gruñidos y algún que otro golpe a la pared. Ella es distinta. Le vocea y golpea hasta que él decide salir a la calle para conseguir veneno, aunque no esté con el mono. Mientras vuelve, ella sale nerviosa a esperarle en la escalera, donde se sienta mientras fuma infinitos cigarros.
No pocas veces se ha chutado en el portal o en el descansillo incapaz de llegar a su casa y me la he encontrado tirada con cara de felicidad. Pero es su vida, es lo que quiere y hay que respetarla. Es su decisión: autodestruirse con la droga. Bueno, con la droga o con una pelea que mantuvo con unos indigentes y por lo que fue detenida por un destacamento que acudió a su casa para llevársela al cuartelillo.
-LA GORDA QUE GRITA: Pesaba aproximadamente 250 kilogramos y era como un oso: durante el invierno nadie sabía de ella, pero en verano salía de su cueva para hacernos la vida imposible.
Se sentaba en un banco, lo que significaba que sólo una persona más podía utilizarlo, pues sus gordas y moradas piernas parecían dos Godzillas gigantes que ocupaban el 80 por ciento del espacio.
Nunca he llegado a odiar algo con tanta intensidad como a su varonil voz proyectándose durante horas, desde que se ponía el sol hasta la madrugada. Pasara quien pasara, la gorda de mierda le daba conversación y yo, que intentaba concentrarme en mi habitación en mis tareas superiores intelectualmente, tenía que lidiar con sus graznidos.
Suerte que ya no sea un problema, pues hace dos años murió durante una operación de reducción de estómago. Me alegro, sinceramente.
-LA PANCHI QUE SE FUGÓ: De adquisición reciente. Recuerdo el día que me cambié de casa. Me subí al ascensor y una espectacular mujer sudamericana lo hizo a la vez. Llevaba un pantalón extremadamente corto y una camiseta rosa abierta que me puso más berraco que Labuat comiéndose a un niño mientras se mete un Maxibon por el ano.
No supe más de ella hasta que su madre, una panchita con gafas, pelo rizado y gesto torcido, subió a mi casa una tarde para preguntar si su hija estaba allí. No sabía nada de ella desde la noche anterior, en la que había salido a dar una vuelta con unas amigas con la previsión de volver pronto.
Durante unos días estuvo desaparecida. Entre los vecinos, el tema de la zorra andina era el protagonista y todos llamaban a la puerta de la panchita anciana para decir que denunciase su desaparición. Extrañamente, nunca lo hizo.
Todo el revuelo terminó cuando regresó a casa dos semanas después. Al parecer, cuan niñas de Alcasser, se había montado en la furgoneta con unos militares y se había ido a Valencia. Allí, se la follaron todos y la dejaron tirada, ante lo que tuvo que buscarse la vida para volver, acción en la que tardó una semana y media en la que estuvo mendigando por allí.
Todo esto me lo contó una tarde de verano en la que nos quedamos encerrados en el ascensor. No la he vuelto a ver, pero todavía me sigo masturbando pensando que me corto con una barra de hierro y muto cuan espaiderman en el violador del ascensor.
-EL VECINO SINDRÓMICO: También de la nueva hornada vecinal. Le vi por primera vez el día de la mudanza, mientras sujetaba con ambas manos dos tiestos. No me había percatado de su presencia hasta que algo enano, seboso y con el pelo a lo fraile cuan cebolla cojonera dijo: "fodezhh, fodezhhh, laz plantaz tieded forezhh".
Al ver a esa cosa roja, como un Critter, hablar escupiendo, tuve que contener la risa durante unos segundos, aunque para quedar bien delante de su madre, atusé un poco su pelo con la mano, algo que casi hizo que se me cayera el puto ficus encima de su mermada cabeza.
Cuando lo comenté en mi casa todos me tacharon de cruel, y me dijeron lo mismo de siempre: "son niños muy cariñosos, muy capaces y muy trabajadores, y verás cómo nos llevamos bien con esa familia y no dan ningún problema".
Afortunadamente, el tiempo me ha dado la razón, pues son habituales sus rabietas en las que da sonoros golpes con su cabeza en la pared y profiere gritos de gorrino en la matanza cuando su madre le obliga a hacer algo que no quiere.
Cuando veo que se monta en el ascensor, opto por subir o bajar andando, y las veces que no, intenta juguetear conmigo como un jodido galgo, dándome ligeros golpecitos en el pecho.
Es un pervertido sexual el maldito downey, pues cuando se ha encontrado con alguna vecina en el ascensor, se ha quedado paralizado mirando sus pechos. Yo, que estoy un eslabón por encima del estado actual de la evolución humana, luego me he masturbado pensando que ella acepta y mantiene relaciones sexuales con el retardado, enseñándole los entresijos de un buen polvo.
Le he visto hace pocos días por aquí. Al parecer, le han considerado dentro de los homo sapiens hábiles y le han dejado hacer la comunión, pues el otro día me le encontré vestido de marinero. Una imagen que difícilmente se borrará de mi mente.
-Me metí el puño por el ojete, le abrí dentro y salió cacaolat.
Estimados foreros. Espero que este espacio sirva para que vosotros contéis vuestras hazañas y desventuras con vuestros vecinos más hijos de puta y, en el caso de que estéis tan hasta los cojones como un servidor, ideemos entre todos una nueva bomba casera para destruirlos.