Viajes Viajes desastrosos

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:shock::shock::shock:

Menudo par de hijos de puta, tendrían mucha experiencia pero eso no son montañeros ni son nada. Un montañero experto, independientemente de si tiene nivel o no, jamás arrastra a una ascensión a gente sin el equipo necesario.

El Perdido lo hice por primera vez en el 88, por la misma cara que usted y sin dificultades. Lo que pasa es que eran otras circunstancias y nosotros salimos de Boltaña, haciendo vivac mucho antes de Góriz. Posteriormente volví exclusivamente para ver la gruta Casteret y hace unos seis años volvimos a subirlo por la Norte, ascendiendo por el mermado glaciar.

A ver si cuento un par de owneds montañeros, uno en el Puigmal y otro en el Besiberri, ambos para mear y no echar gota.

Mayayo, tiene usted más años que el hilo negro :lol:
 
Hace años, durante las vacaciones veraniegas, me iba con mi moto de cross a explorar el territorio por la sierra (Madrid). Esto sucedió antes de la gran sequía que hubo hace años, que secó el Embalse del Vellón, del cual saqué fotos (en un descuido del vigilante de seguridad, que no sé porqué impedían que uno se acercara a la presa), y a través del cual pasaba una antigua carretera que abreviaba el camino. Pero por esa época, afortunadamente el embalse no estaba seco, (y luego se volvió a llenar de agua), y había que dar un rodeo para llegar a los pueblos de la zona, como Guadalix de la Sierra.

Entonces un día me metí por un camino que supuse era un atajo para llegar al sitio a donde iba. A mitad de camino aparecieron de la nada un grupo de perracos con muy mala hostia ladrando rabiosos que se pusieron a perseguirme. ¡Si yo no les había hecho nada! Aceleré, claro, no iba a dejar que me cogieran. El problema es que el camino, que iba cuesta abajo, estaba cada vez en peor estado, y más que un camino era ya simplemente el rastro que los riachuelos de agua dejan en el suelo cuando llueve, lleno de pedruscos medio levantados a los que trataba de esquivar (unos) y con los que me tropezaba (otros), intentando a duras penas mantener el equilibrio sobre la moto ante los trompicones, mientras corría rodeado de perracos ladrando justo a mi lado por detrás, a la derecha y a la izquierda, intentando hincarme el diente, los muy hijoputas, hasta que finalmente se cansaron de correr y abandonaron la persecución. Menudo disgusto me dieron los cabrones. Mal rayo les parta a esos bichos endemoniados.

Deberían organizar una cacería para exterminarlos, para evitar desgracias.
 
mundele rebuznó:
Menudo par de hijos de puta, tendrían mucha experiencia pero eso no son montañeros ni son nada. Un montañero experto, independientemente de si tiene nivel o no, jamás arrastra a una ascensión a gente sin el equipo necesario.

Mundele, no hay medio que se te resista. Veo que entiendes de mar, de montaña, y es posible que hasta de manglares. Eso si, siempre bien pertrechado con el equipo recien comprado en el Corte Ingles, el decathlon no, que es de probes.

Me parece que como marinero, eres de agua dulce, y como montañero, eres un simple dominguero con bocadillo de tortilla de patata. Deja de hacer el payaso por el monte, en el mar, u otros sitios donde vais los niñatos pijos para sentiros hombres.

Las montañas hace tiempo que se andan sin el "equipo necesario", y los mares se cruzaron hace siglos, antes de tener dos gps y sonar de profundidad en los barcos.

Eres un patetico.
 
Es evidente que por alguna ignota razón está meando fuera de tiesto. No ha dado ni una, vamos.

Y como esto no es sino una muestra de lo que podría usted ofrecer a este lugar, por el poder de Greyskull yo le libero de la losa que representa tener que entrar al foro.

Hannya

Estoy seguro de que en otros foros podrá asustar a niñatos, aunque con la cantidad de clones que tiene entiendo que seguirá entrando (hasta que me canse).


Sí, también he navegado entre manglares.
 
BAILARÉ SOBRE TU TUMBA rebuznó:
si te hubieras parado se hubieran ido con el rabo entre las patas.

Tú no eres muy listo, ¿no?.
 
Que en una situación así, es ridículo hacer experimentos de comportamiento animal pudiendo apretar el acelerador de la moto.

A mí también me ha pasado que un perro me ha mordido yendo en moto, aunque en esa ocasión fue una birria de perro.
 
Lo que voy a contar nos ocurrió en el verano del año 2000 en un viajecito a París. Me voy a concentrar en las anécdotas del hotel, pero hubo de todo. De principio se encargó un primo mío del tema, nos presentó el proyecto, de un operador nuevo, Terra Joven o algo así, que consistía en ir y venir en autobús desde Madrid, la primera noche en Chaleroux, al día siguiente visita a Futuroscope, a partir de ahí 6 días en París con visitas panorámicas, a los museos y un día en Eurodisney además de visitar Versalles. Eso sí, lo de Eurodisney sólo la entrada, el traslado búscate la vida. Todo esto incluido en el precio base junto con los desayunos. ¿El precio? 25 mil pelas de las de antes. Tirao, vamos.

Personalmente desconfié desde el primer momento de ese precio, uno ya había viajado por el mundo y no me cuadraba esa pasta por lo que ofrecía. Tenía que haber trampa. Y joder si la había.

Salimos de Madrid, el autobús normal, sin lujos pero correcto, salvo por el pequeño detalle que tiene el video roto, pero vamos que lo arreglarán de camino. Tras unas paradas llegamos por la tarde-noche a Chaleroux, a un hotel mini de esos con las habitaciones prefabricadas donde la combinación Cama-Maleta abierta-Suelo libre es imposible. O Cama-Suelo libre o Cama-Maleta abierta, no hay sitio para todo. Pero bueno, por lo demás estaba todo limpio y el desayuno al día siguiente no estuvo mal.

Pasamos el primer día en Futuroscope flipando con la enorme simpatía mutua que nos tenemos con los gabachos, pero bueno, bien. Salimos hacia París, y al llegar... empieza el despiporre.

El Hotel Altona, que así se llamaba, está en una de las zonas más sospechosas de París, justo debajo de Mont Maitre. Mientras esperamos en el autobús que la guía hiciese papeleos varios, en la tienda de enfrente un negro vomita libremente mientras el tendero de la tienda de frutas termina de barrer su trozo de acera con el vómito incluido, no pasa nada, más sustancia, como diría Torrente.

Bajamos del autobús, entramos en el hotel, algo cutrecillo a primera vista, nos dan las llaves de las habitaciones y hala, cada uno a sobar. Nos avisan que cuidao con el ascensor porque si se golpean las paredes el cacharro se para (¿WTF?). Por si fuera poco, los agarramanos de las escaleras del primer piso brillan por su ausencia. Nos llama la atención que los llaveros de las llaves son casi todos diferentes. Entramos cada uno en nuestra habitación, cerramos las puertas y la hostia puta, qué horror. Los murmullos del resto de las habitaciones se oyen desde todo el hotel. En nuestro caso, la cama tiene una colcha con unos lamparones de mierda considerables, y al entrar al baño la mampara de ducha atesora una costra de moho preciosa, y por supuesto las toallas, además de no estar limpias, ¡son mangadas de otros hoteles! Por descontado que la mencionada combinación "Cama-Maleta abierta-Suelo libre" es imposible, mientras tenemos la maleta abierta estamos subidos en la cama.

Al ir a la habitación de al lado, donde está mis primos, vemos que el techo tiene una enorme gotera sin ni siquiera estar pintada que desprende un hedor a humedad tremendo. Además, en una de las camas (esa habitación tenía dos) le faltan 4 láminas centrales al somier, con lo que si te echas en el colchón te hundes hacia el centro. Mi primo y yo bajamos a recepción lo primero a pedir que cambien el somier, pero nos dicen que no tienen de repuesto, aunque nos pueden prestar, atención, ¡una puerta! que está sin usar para que la pongan debajo del colchón. Con dos cojones. Como son las 1 de la madrugada y hay que descansar, trincamos la puerta y hala, parriba a meterla debajo del colchón. Hablamos de que por la mañana hay que protestar y llamar a la agencia. Incluso proponemos dormir en el autobús, que está mejor que el hotel. Y todo esto la primera noche señores.

A la mañana siguiente, casi todos los del viaje estamos en situaciones parecidas. La guía nos dice que qué esperábamos por ese precio, y todos respondemos que lujos no, pero coño higiene al menos sí. "Estamos en Francia, esto es lo que hay". Total, que o la montamos, casi seguro sin conseguir nada, porque tras hablar con la agencia nos dicen, con razón, que ya nos advirtieron que no sabían nada de este operador y que a ellos también les parecía demasiado barato, o tiramos palante y vamos a recorrer París de cabo a rabo para pasar el mínimo tiempo imprescindible en el hotel. A todo esto, en el desayuno, los croissants están encima de una sábana en el suelo para que cada uno se sirva. Ni que decir tiene que ésto, junto con el olor a vómito de las tazas, hace que no desayunemos allí ni un puto día más.

Tras disfrutar del Louvre toca volver a la "realidad", que no es otra que hay que turnarse para usar el baño de mis primos que al menos al ser bañera no tiene mampara con moho. Sin embargo cuando llega el momento nos encontramos con un pequeño problema. Mientras que mi prima, la primera valiente en inaugurar el baño, intenta accionar el interruptor de la luz nos damos cuenta que no hay electricidad en la habitación. Un breve vistazo antes de llamar a recepción nos revela que en el automático de la entrada que está por fuera de la puerta faltan los plomos. Ahora sí, felices por haber detectado el problema llamamos a recepción, donde nos comunican que no tienen plomos de repuesto y que el "responsable de mantenimiento" no está disponible. Como el tono de mi primo adquiere tintes amenazantes, el tío sube y, con toda la tranquilidad del mundo, dice que ha pensado una cosa. Como son las 11 de la noche y los de la habitación de enfrente son alemanes, que ya estarán sobaos, decide que es buena idea trincarles los plomos y ponérnoslos a nosotros. Mañana Dios dirá, pero por ahora que les den por culo a los alemanes, así que procede a realizar la tarea de mantenimiento rutinaria para él. Ahora sí, ya nos podemos duchar y esas cosas.

Un par de días agotadores en París nos sirven para que volvamos al hotel tarde y salgamos temprano, sin cenar ni desayunar allí, faltaría más. En el último día un grupo de 4 chicas se nos unen para ir a Disneyland y nos invitan a ver su habitación. 3 camas. Si, habéis leido bien. 3 camas para 4 chicas. Pero esto no es nada, lo que nos parecía que era una gotera en la habitación de mi primo en esta otra es sólo una pequeña gota, pues el techo entero es una enorme gotera que huele a humedad como su puta madre. Les digo que porqué no han pedido el cambio de habitación y me dicen que claro que lo habían hecho, pero que sólo les quedaba una individual, y claro las 4 no caben con las maletas en una individual ni de coña. Ellas también han llamado a su agencia y les dijeron que era imposible buscarles otro hotel mejor, si acaso parecido.

En fin, pasamos un día estupendo en Disneyland, y al volver tenemos un letrero de la guía diciendo que la salida será a las 9 de la noche, en lugar de a las 23 como estaba previsto. Todo el mundo jura en arameo porque no hay tiempo ni para ducharse, y la tipa dice que perfecto, que podemos salir más tarde pero que entonces no llegaremos a Madrid a tiempo de algunos enlaces aéreos que algunos tenían que hacer. Qué organización, qué maravilla, y se dan cuenta ahora. En fin, a las 9 todo Dios en el autobús y tirando para Madrid. Noche a bordo. Mes de agosto. El autobús lleno. La gente intentando dormir. Y digo intentando porque, como no podía ser de otra manera, esta mierda de operador no podía despedirse de nosotros sin otro detallito; el aire acondicionado está jodido. Ah, el video seguía roto, faltaría más. El calor es la hostia y tanta gente allí respirando hace que el ambiente sea cojonudo. Se decide por unanimidad hacer más paradas para poder respirar y que se ventile el auto un poco. Tras una noche "divertidísima" llegamos a Madrid sobre las 13 h del día siguiente, no sin antes haber rellenado los cuestionarios del viaje que nos presenta la guía como si de verdad esperara unas valoraciones positivas.

En fin, visto con el tiempo tengo que reconocer que me descojono cada vez que lo cuento, pero allí hubo momentos de verdadero cabreo, aunque nos lo tomamos con filosofía y quizá sin ese hotel no hubiéramos recorrido París centímetro a centímetro como hicimos.
 
Mi peor viaje fue sin duda el que hice a Roma. Lo peor de todo es que era un regalo a mi madre, pretendía con ello que disfrutara, que tuviera una experiencia inolvidable así que el hecho de que resultara un desastre fue todavía más humillante.

Ya para empezar, en Barajas nada más sentarnos en el avión nos encasquetan al lado a una anciana de aldea con pánico a volar. No sé a donde iba ni quién la había metido allí porque nada cuadraba, era el prototipo de abuela que ves en el entierro de la sardina y allí estaba. Viajábamos con la mismísima muerte.

Obviemos que tuvo que venir la azafata tres veces a tranquilizarla y que durante el vuelo sufrió algún que otro problema gastrointestinal para contar lo que pasó una vez aterrizamos en Roma.
Después de vagar por toda la ciudad y de arrastrar durante más de una hora la maleta de mi madre que pesaba unas 517 toneladas, por fín encontramos la calle donde supuestamente se encuentra nuestro hotel, el hotel "Ágata" contratado gracias a nuestra gran amiga la internec. Pues bien, allí no había ningún hotel Ágata, nadie de por allí había oído nunca hotel semejante. Nadie.
Algo nerviosa por las circunstancias trataba de buscar el teléfono del hotel mientras mi señora madre, como buena madre española no solo no me tranquilizaba sino que me demolía psicológicamente: Ya te han liao!! Eres una pava!.

Finalmente marco el teléfono del hotel y me responde una señorita a la cual explico lo sucedido, indicándome ella que en dos minutos viene a buscarnos a la calle donde nos encontramos y nos lo explica todo.
Tras esos dos minutos, observamos mi madre y yo al otro lado de la calle a una gordinflona desaliñada hablándonos en español que hubiera podido pertenecer perfectamente a la familia Cletus. Se acerca a mi y se presenta: Ella es Ágata (alentador) nos confirma que efectivamente el hotel no existe "como tal" y que en realidad es un piso que ella alquila como si de un hotel se tratase, pero que no nos preocupemos porque vamos a salir ganando ya que el piso es muy grande y céntrico y es entero para nosotras durante los días de estancia en Roma.

Si. El piso estaba al lado del Vaticano, eso era cierto, pero también les digo que de vivienda tenía poco. Algo a destacar es que al entregarnos las llaves y antes de abrir el piso la italiana se larga con viento fresco en una maldita vespa. Abrimos la puerta y efectivamente, el piso era de todo menos habitable, aquello era como la casa de los mil cadáveres. Un desastre todo, pero especialmente la cocina y el baño, te dabas una ducha y tenías la sensación de que en vez de agua salía cerumen.

En definitiva, un completo caos. Lo último, ya para rematar el viajecito fue que al tratar de volver a Madrid y entregar nuestro billete a la señorita de air europa, nos dice que por problemas con los vuelos nos van a encasquetar la vuelta con Alitalia.
Alitalia, bajo mi punto de vista y por propia experiencia es una de las peores compañias para volar. No sé como lo hacen pero siempre que viajas con ellos tienes la sensación de que vas a morir, no tienen control ninguno, tú te cuelas en un vuelo de Alitalia y no se entera ni Dios. Esa gente despega y ni siquiera el piloto sabe hacia donde se dirige, lo deciden por el camino.

Y para muestra un botón. Una vez sentada en el avión, le pregunto a una de las azafatas para quedarme más tranquila si efectivamente me confirma que ese vuelo se dirige a Madrid y DUDA, no se pronuncia, me dice que para cualquier problema hable con su compañera. Pero qué problema ni que niño muerto, yo solo quería saber hacia donde nos dirigíamos y allí ni los demás pasajeros me decían nada, era como si nos enviaran a todos a Guantánamo.

Vamos, que ya les digo yo que es la última vez que alguien accede a hacer un viaje conmigo.
 
Falacias, viles espejismos. Las habitaciones que aparecen en esa página no existen, la única real es la más cutre, la que aparece con unas cortinas naranjas. Reconocería esas cortinas en cualquier sitio, las cortinas y aquella mala reproducción de la creación de Adán que colgaba sobre el cabecero de la cama y que tanto juego me daba

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:lol::lol:
 
La Ginna tiene razón. La citta de Roma combina latrocinio y exhuberancia artística en iguales proporciones. Hermosos e incomparables sus monumentos, mugrientas sus calles, desorbitados sus precios, terrorífico su servicio de hospedaje. Yo tambien cai en la trampa del apartamento alquilado por internet, ese gran invento y esa guarida de ladrones, y al igual que le pasó a la señorita las fotos fueron tan sólo un bello señuelo que utilizaron para intentar enterrarme en vida en un zulo que un gitano no querría ni para corral de cabras.

Recuerdo el lugar de la cita, un siniestro callejon, en medio de la noche y bajo la lluvia, una figura que emerge, greñudo, descarado y sonriente como un judio tallando un diamante. Nos llama amicci, nos halaga, nos habla de la bella Spagna mientras le seguimos a través de una inverosimil escalera de caracol hasta un desvan completamnete destartalado, inhabitable y cochambroso. Dos sillas, una mesa, un bulto informe parecido a una cama y un hornillo oxidado y un cazo roñoso para cocinar. Yo sonrío, paralizado, digo bello, digo bene, digo capuccino y ave cesar. Estoy al borde de un ataque de ansiedad, con la lagrimilla asomando y el labio inferior palpitando trémulo. Solo faltaban los fantasmas y el asesino psicópata.

Afortunadamene mi señora carece mi exaltada sensibilidad y pudo reaccionar. Le bastó un "¡esto es una mierda!" y amenazar con marcharnos directos a un hotel para que el macarroni nos buscara raudo un apartamento con los adelantos propios de los años 50: electricidad, agua corriente y una televisión de 14 pulgadas. Forza Italia.
 
Pedazo de "crucerito" que se pegó Mundele!! Desde hace un par de años me estoy aficionando al tema de regatas y carreras de barcos y eso y la historia me ha encantado, no las desgracias y la falta de ropa limpia, pero si la historia.

En los albores de la era digital y los buscadores de rutas por internet, guiacampsa.com creo que fue, me atreví a "rutearme" mas de 2500 km entre Extremadura y Cataluña y paseo por Lleida, casi ná.

La primera parte de la ruta ni siquiera miramos los papeles de internec, era salir de casa y llegar a Barcelona a pasar una noche de parranda y cachondeo.

Al día siguiente teníamos que ir desde Barcelona hasta Sort a pasar una semanita haciendo deportes de aventura, puenting, rafting y cosing de esas. Cómo uno es listo como un roboc, cuándo hice la búsqueda le di a la opción de la ruta mas corta, y por la ruta mas corta que fuimos.

Que viajecito, y encima llovió lo que no estaba escrito para ese dia. Lo que se suponía era un atajo con el que nos ahorraríamos unos 50 km se convirtió en mas de dos horas de viaje por una carretera de montaña. Resacosos como estábamos, todos de mala ostia conmigo por que era el que había "diseñado" la ruta y encima si moviles para llamar un domingo a las nueve de la noche a donde nos estaban esperando desde las seis de la tarde. El viaje fue el primero de las grandes emociones que nos deparó la semana.

La vuelta la hicimos a la vieja usanza, preguntando a los hombrinos que nos encontramos en el pueblo. "Perdón señor, pa´xtremaura?" "recto, recto y al barranco" nos dijo el payés, y pa casa nos vinimos.

Respecto a hoteles chungos en París, este verano he tenido el "privilegio" de descubrir el ascensor mas pequeño del mundo. El del Hotel Merryl, rue Parrot 7 si mal no recuerdo, por si alguno lo quiere buscar. Si entrabamos dos personas teníamos que ponernos las cosas que lleváramos por encima de la cabeza, y si alguno osaba a llevar la mochila puesta había que hacer uso de un nivel 60 en kamasutrismo horizontal para que se cerrara la puerta
 
Por experiencia les digo, y para evitar futuras intervenciones en éste hilo. En cualquier parte de Francia alojamiento en la cadena Novotel y en Roma el Diplomatic. Si no, ya saben a que atenerse.

La verdad que es curioso la diferencia entre el hospedaje en España y el centro-norte de Europa. En eso si que podemos decir sin miedo a equivocarnos que estamos a años luz.
 
Por experiencia les digo, y para evitar futuras intervenciones en éste hilo. En cualquier parte de Francia alojamiento en la cadena Novotel y en Roma el Diplomatic. Si no, ya saben a que atenerse.

La verdad que es curioso la diferencia entre el hospedaje en España y el centro-norte de Europa. En eso si que podemos decir sin miedo a equivocarnos que estamos a años luz.

De Novotel puedo hablar bien, pero de Amsterdam. En otro viaje semidesastroso tuve la ocasión de alojarme en uno y se estaba bien.

Semidesastroso por que tan sólo tuvimos que cambiarnos de hospedaje, el resto estuvo normalito. Teníamos reserva, un amigo y yo, en un Hostel Flying Pig pero a mi colega le dió cosa dormir los dos en una litera y en la de al lado un norteamericano de casi dos metros y todo tatuado, era acojonante verlo.

Una chiquita de Barcelona que trabajaba en una oficina de turismo de allí nos encontró el Novotel y la verdad es que lo que usamos del hotel respondió bien, casi a nivel de aquí.
 
putacomandante rebuznó:
De Novotel puedo hablar bien, pero de Amsterdam. En otro viaje semidesastroso tuve la ocasión de alojarme en uno y se estaba bien.

Semidesastroso por que tan sólo tuvimos que cambiarnos de hospedaje, el resto estuvo normalito. Teníamos reserva, un amigo y yo, en un Hostel Flying Pig pero a mi colega le dió cosa dormir los dos en una litera y en la de al lado un norteamericano de casi dos metros y todo tatuado, era acojonante verlo.

Una chiquita de Barcelona que trabajaba en una oficina de turismo de allí nos encontró el Novotel y la verdad es que lo que usamos del hotel respondió bien, casi a nivel de aquí.

Ostia !! En el flying pig nos metieron una noche en el viaje de estudios. Menudo antro de mala muerte. Eramos 8 o 9 en el gimnasio con unas literas y olor a carramarro. Echamos unas risas porque éramos unos jovenes aventureros.
Me lo hacen hoy en día, y les digo hasta de lo que se van a morir.
Que bonito es ser joven...:1
 
Mayayo rebuznó:
Si vosotros considerais viajes desastrosos pasar la noche en un hotel cutre es que sois muy comodos. Venga comentad aventuras con los niveles de adrenalina altos, que este hilo se esta amuermando.

yo una vez me fui de viaje con una novia, ahora ex. Y me montó un pollo que flipas porque decia que miraba a todas las tías. Toma anecdotón. Siento no poder aportar nada más interesante, todos mis viajes son maravillosos.
 
Mayayo, igual cierro esto, ¿cómo lo ve? :?
 
Ostia !! En el flying pig nos metieron una noche en el viaje de estudios. Menudo antro de mala muerte. Eramos 8 o 9 en el gimnasio con unas literas y olor a carramarro.
Me lo hacen hoy en día, y les digo hasta de lo que se van a morir.

Madre mía del señor, pero si el Flying Pig es el mejor Hostel con diferencia de todo el centro de Ámsterdam. Menudos pijales que estáis hechos, joas. Aunque bueno, las habitaciones esas en plan barracón de 200 personas dan asco sea cual sea el albergue.

Aún a riesgo de salirme un poco de la temática del hilo, lanzo una pregunta al personal: ¿cuál creéis que es el número ideal de personas para irte de viaje?

Yo creo que depende del viaje que sea, pero al menos en mi caso el hecho de ir casi siempre en grupo de 3 o de 4 me parece perfecto, porque acabas llenando una habitación pa vosotros solos y eso te da una comodidad que ni las pajas con jabón. Con menos gente te aburres y con más siempre acabáis hasta la polla los unos de los otros porque cada uno suele querer tirar pa un lao.
 
Mayayo rebuznó:
Muy sencillo: 0.

Ni peleas, ni rollos raros, ni lios, ni el tener que acomodarte nadie y viceversa, etc., etc., etc.

Nada como ir a la aventura solo. Por cierto viajando solo conoces gente muy especial. Eso es lo que me ha sucedido a mi (me imagino que a mucha gente mas).

amén!!

100% de acuerdo
 
Viajar solo está muy bien si te puedes dar a entender en el pais de destino. Si no, las puedes pasar más putas que caín.
 
gerathell rebuznó:
Viajar solo está muy bien si te puedes dar a entender en el pais de destino. Si no, las puedes pasar más putas que caín.
Con un nivel básico de inglés puedes ir hasta el puto culo del mundo que siempre habrá alguien que hable inglés. Mi experiencia lo corrobora. Tampoco es que haya estado en Afganisthan pero casi.
 
Esta aventura me ha gustado, como me cerraron la puerta del hilo en las narices y no pude dar mi opinión, y como no he encontrado hilo de Italia excepto uno del norte y no es el caso, lo voy a pegar aquí, si hay algún problema de derechos de autor favor de visitar a mi abogado en Ciudad Juarez.

Churruca Barniz rebuznó:
Desde bien joven he odiado Italia, por culpa de los italianos que he ido conociendo durante mi vida. Chulescos, con una sonrisa de suficiencia insultante, descuidados, sucios, aceitosos e incapaces de la menor de las disciplinas, los italianos son los mayores bastardos de Europa, compitiendo directamente con los rumanos y los griegos. Alejados de la austeridad española, de nuestra nobleza y nuestro semblante serio y amargo, son infraseres que predican la doctrina del "comer, beber y follar, la Dolce Vita".

Alejados del rigor romano que dominó el mundo durante siglos, Italia está ahora habitada por verdaderos sub-humanos con un bagaje genético salido de yo qué sé que oscura rama de la humanidad, pero bueno, tenemos la suerte de que "la bota", y su mafiosa isla principal, Sicilia, están perfectamente delimitadas por una frontera acosada por gentes del este. Así se los coman.

Pues sí señores, el año pasado me tocó viajar a las profundidades de la Europa más vergonzante y atrasada. Quien habla de Extremadura, de los rincones oscuros de Andalucía o de mi propia Murcia, tierra de polvo y luz, no tiene ni la menor idea del atraso en el que viven los italianos del sur. Todo empezó durante el verano de 2007, en mi puesto de trabajo, del que todos sabéis ya lo suficiente. Cuando uno trabaja aconsejando películas a lo más ceporro de la sociedad murciana, el único aliciente de la vida es aguardar tranquilo la llegada de nuevas compañeras de trabajo a las que engañar, seducir y penetrar. A veces hay suerte, y otras veces te comes una mierda como un piano, pero el factor de acoso laboral siempre está poresente, para regocijo de mi alma. No hay sonido más bello que el de una dama escandalizada por los envites de un sátiro al que ya le da igual todo.

En una de esas tuve suerte, demasiada tal vez, porque con el tiempo y la distancia me doy cuenta de que me enamoré como un adolescente de una teleserie americana. Os ahorraré el relato de los dos o tres meses de felicidad absoluta, de polvos en mitad de los parques, de borracheras y de complicidad animal, primero porque no os la vais a creer, y segundo porque me duele recordarlo. El caso es que mi pequeña gran zorra había entrado a trabajar de forma temporal, porque se marchaba en octubre gracias a la jodida beca Erasmus. Me lo confesó la segunda o tercera vez que follamos, en la cama, en la habitación del piso que yo había alquilado meses atrás para mí y para mi novia.

No sé si muchos de vosotros conocéis la sensación de follar sobre una cama en la que, tan solo unos cuantos días atrás, habéis hecho el amor con la persona a la que creíais querer realmente, la sensación de tirarlo todo por la borda, los planes, el trabajo de meses, años quizás, los sueños de una vida, por un capricho pasajero que no ofrece otra cosa que placer instantáneo. En el momento no lo piensas demasiado, sólo la metes y empujas, y ríes y disfrutas, pero la mente tiene sus propios recovecos en los que fermentan los recuerdos, y al final piensas que eres un verdadero monstruo sin moral. Y me gusta ser un monstruo sin futuro, las satisfacciones son inenarrables.

El caso es que la chica se largó, se largó de Erasmus a Palermo, Sicilia, en peor lugar del universo, pero nos quedó un vínculo que yo me encargué de alimentar cuidadosamente, con llamadas, emails y sueños. Me enamoro con la misma facilidad con la que odio, debido a mis ya conocidos desequilibrios emocionales, y esta vez me caí con todo el equipo. Tardé poco en sentir la necesidad de ir a buscarla, aunque me costó dar el paso porque en mi trabajo no es fácil conseguir cuatro o cinco días libres seguidos. No es fácil, pero tampoco imposible, y como contaré un poco después, si la cagas y te quedas tirado en mitad de la península itálica, los jefes son comprensivos y no te echan a la puta calle.

Lo hice todo en una noche, en apenas dos horas, desde el ciber de mi propio curro. Días atrás, mi señorita X me había estado reprochando mi desgana, mi cobardía, mi reticencia a viajar a Palermo a verla. Me calentó los cascos y me puso al límite, y no hay cosa que mejor funcione en un hombre que una mujer (a la que te quieres follar) pichando sin cesar y retando. ¿Sabéis quién es Alejandro Magno? ¿Sí?. Pues vale, Alejandrito le metió fuergo a Persépolis entera porque Thais, la putita de su amigo y general Ptolomeo, lo retó y puso en duda su valor. Para que os hagáis una idea de los imbéciles que podemos ser los hombres.

Con la tarjeta de crédito echando humo (no por el gasto, que no fue excesivo, sino porque en aquella época vivía con lo justo), compré un billete de tren a Barcelona, y uno de avión a Palermo, de ida y vuelta. Todo estaba previsto, excepto el retorno desde Barcelona. Menos mal que no lo compré, porque todo salió del revés.

El viaje fue plácido, aunque agotador por las horas y las esperas en el aeropuerto y las estaciones. La noche que pasé en el Prat, compartí las horas con una malagueña que volvía a casa después de pegarse la megafiesta en Barcelona durante tres o cuatro días. Estuvimos durmiendo cabeza con cabeza en un rincón apartado de la terminal, y lo único que evitó que nos comiéramos el morro fue su cansancio (no me quiero imaginar la de pollas que tuvo que comerse durante su estancia en la ciutat condal), y mis reticencias morales. Si me iba a hacer 4000 kilómetros para ver a una chica de la que se supone estaba enamorado, no tenía sentido comerle el morro a una desconocida una noche antes, por muy palote que me pusiera la idea. Logré resistir la tentación y en seguida me planté en Palermo, en un cochambroso avión de Clickair.

Y aquí empieza mi viaje al tercer mundo. Nada más salir del aeropuerto de Palermo supe que iba a tener problemas con los putos espaguettis. Un desgraciado, jovencito, delgado, con toda la cara de Valentino Rossi pero en feo, empezó a hablarme en un italiano sureño que no entendía ni su puta madre. Me preguntó de donde era, y cuando le dije que "español", dijo lo que todos decimos cuando alquien extranjero nos revela su procedencia: "Ahhhhh, españoloooooo, blaoblaoblao - risita- blaoblaoblao - risita"

Yo sabía que se estaba mofando de mí, o de España, o de algo, se le veía en toda su cara de mongolomórfico con camiseta de la Juve, así que lo mandé a la mierda educadamente, antes de negarle el cigarro que me pedía al ver que me marchaba. Ni rechistó, porque si algo he aprendido de la raza italiana, es que es tan parlanchina como cobarde, cuando les hablas con el recio acento español que tan árido suena en el resto de países, exceptuando tal vez Alemania y Rusia. Un seco "No, no llevo, gilipollas", les suena a verdadera lengua de Mordor.

Desde el aeropuerto tomé el tren que me había de llevar a la ciudad de Palermo, que no está nada cerca, por cierto, del lugar de aterrizaje. Si algo bueno tiene Sicilia, son sus paisajes y su rollito de isla anclada en el pasado, su naturaleza apenas domada, sus montañas volcánicas y su verdor triste. Si algo malo tiene, son sus habitantes desnaturalizados y sus mujeres de nariz imposible. Joder, qué napias tienen los italianos, dejan a la mía, que ya es fea y grande, como un apéndice apolíneo.

Me ahorraré la descripción de mis sentimientos, porque os podéis imaginar el pasteleo. Reencuentro extraño, días felices, sexo y alcohol, celos de todo y todos, y sopresa mayúscula cuando comprobé que la chavala me había respetado, y que aunque muchos querían follársela, ella se mantenía fría y distante, más que nada porque podía permitírselo. Pese a estar de Erasmus, mi chica no se había desmadrado como sus amigas españolas, y lo peor es que era serio. Por aquel entonces todavía me quería. Palermo es una ciudad grande y antigua, destartalada y mal construida, pero bella en su descuidada solera. Atrasada como pocas, nada funciona bien, ni el transporte ni los comercios, ni el alumbrado público ni los desagües. Pero por encima de todo, lo que no funciona es la gente. La señorita X me explicó, nada más llegar, que hiciera caso omiso a los semáforos y a los pasos de peatones. En Palermo, si quieres cruzar una carretera, la cruzas por donde te venga bien, y los coches se paran y esperan que lo hagas, sin pitorradas ni malos gestos, como un acuerdo tácito entre conductor y caminante. Las motocicletas, abundantísimas, circulan de forma salvaje y adelantan por la derecha, por la izquierda y por encima del capó de los coches, si se tercia. De la policía Palermitana mejor no hablo, no quiero causar un conflicto diplomático entre dos países de la UE.

Por las noches salíamos a beber, y me costó integrarme en la ridícula e inmadura comunidad Erasmus española. Yo pensaba que no había nada más subnormal que un universitario español, hasta que conocí a los erasmus patrios en país extranjero. Jamás había visto tal concentración de niños de papá, subvencionados por nuestros impuestos, bebiendo con euros estatales y diciendo chorradas como pianos. Cada noche sentía deseos de coger una botella rota y degollarlos a todos, chicas incluídas, pero tuve que comprender que de donde no hay, no puede sacarse. Tal vez, si yo hubiese tenido mejor suerte y no hubiese abandonado los estudios universitarios, me hubiese lanzado también a la aventura internacional, engrosando las listas transeuropeas de retrasados mentales hiper-alcoholizados y mega-sexuados. Mi señorita X no se integraba bien con la fauna erasmus, porque percibía como yo su mongolismo pronunciado. No era feliz allí, y cunado le pregunté por qué no se volvía, me dijo que no quería fracasar y volver con el rabo entre las piernas. Esa noche, le metí el rabo entre las piernas.

Hasta aquí, la historia se desarrolla de un modo normal y casi aburrido. Si algo queda por reseñar, es la visita a Corleone. Mi señorita X sabía, desde hacía tiempo ya, mi gusto por las películas del Padrino, y me regaló una visita al pueblo natal de Marlon Brando, al menos en la ficción. Me gustaría poder hablaros del sentimiento que me embargó al visitar aquellas callejuelas llenas de historia oculta, del miedo al encarar el semblante de aquellos ancianos sentados en la spuertas de sus casas, el aroma clandestino del aire fresco de la alta montaña siciliana, pero en realidad Corleone es un puto pueblo de mierda que sólo se disfruta si eres miembro de algún clan mafioso. Y claro, los habitantes de aquello no hacen apología, precisamente, de la Mafia, ni hay parques de atracciones donde te enseñan a estrangular a la peña con una percha de la de colgar las camisas. Así que en resumidas cuentas, debimos haber visitado el Etna, y si me apuráis, tenía que haber empujado a la señorita X dentro del cráter ardiente.

Por fin llegó el día de la despedida, y como toda despedida, tuvo su correspondiente polvo de promesas y tristeza, de te quieros y volverés. Y fue precisamente ese polvo sucio de besos y amargor lo que desencadenó la verdadera aventura, la verdadera e inapelable gracia del viaje. Como es natural en Palermo, el tran que había de llevarme al aeropuerto llegó tarde, y me dejó en la terminal con 5 minutos para facturar y coger el avión. Corrí, corrí, corrí, más que en toda mi vida, moviendo el equipaje con una fuerza sobrehumana que sólo emana de nosotros cuando estamos verdaderamente jodidos. No pagué el billete de vuelta a Palermo, usé el mismo ticket que había usado en la ida, como venganza por el lío en el que el servicio de transportes palermitano me acababa de meter.

Me daba vergüenza aparecer de nuevo en la casa de mi señorita X, reconociendo que había perdido el avión, así que use mis últimos euros en lo que en aquel momento se me antojaba la solución más lógica: un billete de tren a Roma. Si todos los caminos llevan a Roma, supuse que desde la capital del imperio me sería más fácil regresar a España. Llamaría a casa y mi familia se enrollaría y me pagarían un billetito de avión, al fin y al cabo estaba en apuros y no me iban a dejar colgado en el país transalpino. Me cago en Dios.

La señorita X se enfadó cuando le comuniqué mi determinación de ir a Roma, en lugar de quedarme con ella un par de días más y coger el siguiente avión desde Palermo. Desde luego, era la solución más sencilla, pero implicaba molestarla dos días más, pedirle pasta prestada y soportar Sicilia durante demasiado tiempo. Fui inamovible desde el principio, y las siete de aquella tarde salí hacia Roma desde la Stacione Centrale, en el peor tren expresso que jamás haya construido el hombre civilizado. Aquella cafetera con ruedas se parecía peligrosamente a los trenes de las novelas de Agatha Christie, con pasillos y compartimentos cerrados donde a duras penas cabían cuatro personas, sentadas frente a frente y cons las rodillas chocando a cada traqueteo del viaje. La suerte es caprichosa en estos casos, y en un tren lleno de estudiantes que regresaban a Roma, me tocó compartir habitáculo con una familia "tipical deeper Palermo", constituída por MAMMA, FIGLIO Y NUERA. Entre los tres debían pesar no menos de 500 kilos, y su aspecto y olor eran los propios de los gitanos hipervitaminados que venden droga a escasos metros de mi barrio. Fueron simpáticos conmigo, sobre todo cuando sacaron las barras de pan y el "prosciuto" y me ofrecieron un suculento bocadillo, que educadamente rechacé. Tenía miedo de dormirme durante el viaje y ser devorado por aquellos orcos, tenía que mantenerme hambriento, despierto, alerta.

El expresso di merda atravesó el estrecho de Messina, el pequeño estrecho que separa Sicilia del resto de la península. Yo pensaba que al ser tan sólo tres kilómetros de separación, habría un puente o algo parecido, sin recordar la inoperancia de nuestros amigos italianos, incapaces de mear y silbar al mismo tiempo. Efectivamente, el tren, junto con otros dos más, se metió, como una gran polla metálica, dentro de un enorme barco que nos llevó al otro lado. Fue bonito, eso sí, subir a cubierta a echar un pito viendo a un lado Sicilia, y al otro Italia, en pleno Tirreno. Entonces comenzó el verdadero viaje, y pese a mis miedos, logré conciliar el sueño.

Me desperté en Roma. Y aquí comienza el verdadero LOL.

Señorita Pepis rebuznó:
En total primicia!!!!


La continuación!!!!!


La verdadera odisea comenzó en la ciudad eterna, Roma. Como muchos de vosotros sabéis, Roma pasa por ser la ciudad más bella de Europa, aunque en mi precaria situación sólo era otra ciudad hostil llena de españolos que no me iban a ayudar a volver a mi tierra. Cuando llegué a la famosa Estación Termini, símbolo viajero de Roma, sentí la necesidad de salir de allí corriendo. No soporto las enormes estaciones de las grandes capitales, donde confluyen trenes, metros y autobuses, me siento agobiado por los luminosos y los avisos por megafonía, por las cafeterías artificiales y las tiendas de productos inútiles. Me compré un ejemplar del Corriere de la Sera, ya que por simple intuición, leyendo un par de noticias, podía aprender las suficientes palabras como para no morirme de hambre en aquel lugar. Llevaba un par de euros en el bolsillo, un MP3 a punto de descargarse, y unas bragas que mi señorita X me había deslizado furtivamente en uno de los bolsillos de mi mochila.

Con ese par de euros pensaba llamar a casa y pedir ayuda, no porque deseara volver especialmente, ya que la aventura me estaba gustando, sino porque al día siguiente entraba a trabajar y no me convencía la idea de que me echasen del curro por un error de cálculo tan idiota. Marqué el número que tan pocas veces he marcado, y la conversación con mamá me reveló que me esperaban días de vino y rosas, días de aventura gansa:

- Madre, estoy jodido, me ha pasado...blaoblao... necesito volver a España, mañana curro.

- No querías aventura (gritando), pues toma aventura! Yo no te voy a sacar del lío.

Mi madre es una persona muy ama, lo reconozco, supo leer en mi voz que lo que yo ansiaba realmente, ansiaba y necesitaba, no era que mi familia se gastara setenta euros en un billete de avión y me salvara el culo y el puesto de trabajo. Mi madre supo ver que su hijo deseaba convertirse en hombre, y arreglárselas por si mismo en un país extranjero, sin un puto duro, sin móvil y sin posibilidad alguna de volver, salvo robando y siendo deportado o haciendo auto-stop.

Abandonado a mi suerte, salí de Termini a patearme Roma de arriba a abajo, esperando un golpe de suerte que el destino me debía, después de tantos sinsabores y con el cuerpo desmenuzado por las doce horas de infierno ferroviario. Tras tres o cuatro horas de paseo sin rumbo, atravesando los lugares mágicos de Roma, observando sus ruinas, sus catedrales y sus plazas abotargadas de turistas y bermudas (y eso que eran finales de Octubre), me sentí muy desprotegido sin un puto euro en el bolsillo, sin capacidad monetaria alguna, ni para comprar una mera botella de agua, así que abordé a uno de esos negros que venden fruslerías por las calles de Roma, y logré que me comprara el MP3 (sin cable de carga ni hostias, y lleno de música), por diez euros. Le podría haber sacado 15, veinte si hubiese apretado, pero en realidad yo sólo quería un billete caliente en mi bolsillo, un billete que me permitiese albergar alguna esperanza de supervivencia y resolución. Nunca he tenido miedo al hambre ni al frío, y sé que nadie puede morir de necesidad en plena ciudad, pero el tiempo corriendo en mi contra, mi jefe a punto de descubrir el pastel de mi ausencia, mi vida a punto de desmoronarse, me impedían disfrutar de la libertad salvaje que implica estar tan tirado.

Usé los diez euros del negro en cubrir dos necesidades básicas. Lo primero que hice fue comprarme un paquete de Fortuna. Fumar me relajaba, me ayudaba a pensar en lo que iba a hacer para salir de ese atolladero en el que andaba metido. Corría, día arriba, día abajo, el 25 de Octubre, así que dándole vueltas al coco, llegué a la única conclusión que en ese momento pude hilvanar: debía sobrevivir 5 días en Roma, a mi suerte, y esperar al día 1 de Noviembre. Ese día, pese a que en mi curro ya me habrían dado por desaparecido, ingresarían mi nómina en la cuenta bancaria, y con ese dinero podría viajar de nuevo a Palermo y presentarme ante la señorita X, contarle lo que había pasado y probar suerte en Palermo, ante la negra perspectiva de paro y LOLES que me esperaba en mi Murcia natal. No era mal plan, después de todo, y al menos me iba a quedar unos meses con mi por aquel entonces ya novia.

Marqué el número de mi curro, con el consabido 0034 delante, y me contestó mi encargado:

- Ehhhh Jose, dónde andas, te lo estás pasando bien?

- Carlos, te quiero pedir un favor, no me eches del curro, no me eches hasta el día 1. Mi vida depende de que no lo hagas.

- ¿Qué estas diciendo? ¿Cuándo vuelves jose? Curras mañana.

- No lo sé Carlos.

- ¿Cómo que no lo sabes?

- Carlos, NO LO SÉ, tú no me eches, hasta el día 1.

- Me cago en tu puta madre!!!

Y colgué.

Sabía que Carlos, pese a su cabreo, no me iba a dejar en la estacada, así que le di otra calada al cigarro y respiré tranquilo. Sólo eran 5 días de miseria, y después, noche de hotel, ducha, tal vez algo de ropa nueva y de vuelta a Palermo, con ella, hacia una nueva vida. Deambulé como un muerto viviente por Roma todo el día, temía pararme y helarme de frío. No tenía sed ni hambre, pero empezaba a echar de menos una ducha. Qué irónico es el deseo para los ex-anoréxicos. En lugar de estar suspirando por un buen plato de comida, o por una cerveza fresca, mi única necesidad era recibir una ducha caliente sobre mi, sentirme limpio y perfumado, con la piel fresca y la cabeza despejada. Pero no podía obtener nada de aquello, no lo había intentado tampoco, y a medida que las horas pasaban me iba desanimando. No iba a ser fácil sobrevivir 5 días en Roma, a no ser que me cruzase con algunos Erasmus españoles que me brindaran ayuda y me dieran cobijo. Me crucé con unos cuantos por la calle, pero no me atreví a pedir ayuda, en una mezcla de pudor y orgullo de hombre solitario. Yo me había metido en aquel lío y yo iba a salir de él, con los pies por delante, hundido en las aguas del Tíber, o triunfante en mi regreso.

Cayó la noche romana y yo seguía caminando, con la capucha de mi abrigo calada hasta los ojos, sin poder pararme. Calculé y llevaba sin parar más de ocho horas, y el frío del otoño empezaba a molestarme. Decidí buscar un lugar para dormir, y tras mucho dudar, pues no tengo alma de vagabundo, me colé en un viejo portal cerca de la plaza Navonna, y allí me acurruqué, a verlas venir. El portal no ofrecía cobijo alguno contra el frío, y pasé una noche helada, aferrado a mi mochila, a las bragas de mi amada, mi nuevo amuleto de la suerte. Ni dos horas logré conciliar el sueño, pero tuve tiempo de pensar y relajar mi ansiedad, hacerme a la idea de que si nada malo ocurría, el infierno romano duraría poco más de cuatro días. Qué larga fue la noche, y que fría el alba. A las siete de la mañana ya estaba de nuevo en camino, helado, con la capucha aplastando mis pelos, cruzando uno de los puentes del Tíber una vez más, rumbo hacia ninguna parte. Era Sábado por la mañana, y no podía imaginar lo que me deparaba la suerte.

Os podéis imaginar la risa que me da cuando alguien me dice que su sueño es viajar a Roma, o que ha estado y le ha parecido algo bellísimo. Comprendo la objetividad estética del comentario, pero no puedo evitar acordarme de que estuve cagándome en la puta loba capitolina, en Roma, en la Lazio y en Mónica Belucci durante interminables horas. Seguía sin tener hambre, pero llevaba tiempo sin comer, así que me metí en un supermercado y logré pedirle al dependiente, en un italiano lamentable, un poco de pan, que terminó de derrumbar mi ánimo. Al comer aquel pedazo de masa aceitosa (sí, eran pan de aceite, no sé por qué cojones no me dio pan normal), me sentí muy desgraciado, pensando en que venían mal dadas y en que iba a pasar un calvario como no me andara listo. Mi preocupación radicaba en que a medida que las horas pasaban, mi aspecto y mi higiene se iban deteriorando, y cada vez me iba a ser más complicado convencer a alguien de que era un muchacho normal que había tenido mala suerte. Unas cuantas horas más y no podría acercarme a nadie sin provocar asco y temor, el tiempo se me estaba agotando, y el vínculo que me unía con la "sociedad normal" se iba rompiendo poco a poco. Un perroflauta sucio es un simpático e irresponsable aventurero, pero un tipo vestido con ropas normales, sucio y demacrado, es un enfermo mental al que no conviene acercarse demasiado.

La necesidad de una ducha se acrecentaba, e incluso pensé en bajar a las orillas del Tíber y asearme con sus aguas milenarias, lo que seguramente me hubiese conferido unos cuantos poderes especiales. Pero acababan de condenarme a seis meses de prisión en España, muy pocos días antes, y mi comportamiento estaba muy limitado por la idea de que cualquier metedura de pata podía dar con mis huesos en la trena. Como veis, estaba atado de pies y manos, demasiado atado como para tomar la iniciativa. La única solución para lo de mi higiene me pareció preguntar por algún hospital de beneficiencia. Al fin y al cabo no estaba enfermo ni necesitaba dinero, ni comida, ni pollas en vinagre. Sólo quería una ducha de agua, aunque fuese fría, y un poco de jabón. Preguntando a unas cuantas monjas que me crucé cerca del Tíber (mi punto de referencia para saber donde hostias estaba), llegué a la Isola Tiberina, una especie de hospital religioso en mitad de una isla artificial sobre el río.

Entré desesperado, y tardé poco en revelarle al fraile el propósito de mi visita. Yo era un Cruzado del Coño, había ido de viaje a buscar a una pava y había sufrido un percance, así que necesitaba, pedía, ROGABA, un poco de amparo y sobre todo, una ducha. El viejo fraile alucinaba con mi historia, y con el hecho de que mi madre me hubiese dejado tirado en la cuneta. Claro que el fraile no conocía mi historial, porque de ser así hubiese comprendido muchas cosas, y me hubiese sacado a hostias de su remanso de paz Tiberino.

Es admirable la capacidad de resolución de los frailes romanos. Me dijo que me dejara de duchas ni de hostias, ni de planes descabellados, que mi lugar no estaba deambulando como un vagabundo por Roma, sino en Murcia, mi ciudad, donde estaba mi trabajo y mi sitio. Tan claro lo tenía el amigo religioso, que me metió en la trastienda, me compró un billete de avión para ese mismo día, hacia Barcelona (fue imposible, con mi nivel de italiano, explicarle al hombre que lo prefería a Valencia, que era igual de caro y que estaba más cerca de Murcia), me dio 15 euros para el tren hacia el aeropuerto Fiumicino, y me deseó buena suerte con mi ragazza. Me dio sus datos para que le devolviera el dinero cuando pudiera (aún conservo lo que me escribió, así como las intenciones de devolverle su dinero), y me solucionó la vida en apenas media hora. Es impresionante como cruzarse con personas que quieren hacer el bien, puede cambiar nuestro futuro y hacernos creer que nuestra suerte siempre va a ser tan benévola. Aquel fraile, y sólo aquel fraile, con un gesto de apenas 100 euros, salvó mi vida y me mantuvo dentro de la sociedad, cuando yo sólo había acudido a su hospital a por una ducha.

Ducha que por cierto, no me dejó darme el tío rata. Pero me desquité con creces en el aeropuerto del Prat, donde me metí sin pudor debajo del grifo.
 
aunque esto está bastante muerto, aprovechando la subida contaré alguna.

bueno una vez en menorca fui con un ex rollo que hacia tiempo que no nos veiamos. que quedamos en pasar 4 dias juntos y se supone que follar y tal.(o eso entendi yo) total que la tia no estaba por la labor y me contaba historias de que estaba medio asi con un chaval y le dije o follas o que cojones hacemos. total se fue el primer dia de vuelta a casa y me quede los 4 dias en el apartemento solo lol. en ese momento estaba con otra de rollo y no lo conte que iba con ella sino con "una pareja" que se enfadaron y se fueron los dos de vuelta a casa dejandome solo.

luego en washington despues de ver un partido de la nba, se me hizo tarde y no pude coger el ultimo tren de vuelta a n.y. (donde tenia el hotel) y tuve que pasar toda la madrugada durmiendo en la estación junto a los vagabundos y yonkis de la ciudad, de cabezada en cabezada vi como unas 4 detenciones. incluso en el mismo tren de la mañana se llevaron con esposas a una negra por no tener ticket.

en rabat, hice una escapada y sufrí una encerrona en la zona de murallas, me vino una especie de guia que me quería llevar a sitios de sus colegas para que les comprara cosas. no tenia casi nada de dinhares y cuando acaba su guia y le di la mierda que tenia me amenazo para que le diera joyas o lo que tuviera y me fui corriendo. luego tenia el ultimo tren hacia marrakechs justo y se me estropeo la tarjeta de credito, con lo que me quedaba colgado. de milagro se recupero y pude sacar pasta 2 minutos antes de que saliera el ultimo tren.
 
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