Chase Gioberti
MARICÓN DE MIERDA
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- 17 Ene 2010
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No llego ni a las uñas de los pies de otros ejemplos, pero bueno, dejo dos apuntes por aqui:
En una ocasión aproveché un puente de tres días. Salí de casita a la costa, donde mis progenitores tienen un apartamento, y me llevé playeras, botas montañeras y zapatillas de correr. Iba a tener un finde activo, que ya estaba hasta los huevos de currar y llegar a casa de noche, sin tiempo na más que de cenar y a la camita (y una pajilla como mucho).
Total que llegué al sitio en cuestión y antes de nada fui al supermercado a aprovisionarme. Ya empecé a notarme raro, me daban como mareos al agacharme a coger algo de los estantes bajos o de los arcones de congelados, pero no le di mas importancia. En el apartamento, en la cena, me noté más débil, pero pensaba que con el sueño repondría fuerzas y planee un trotecillo ligero por la playa en primer lugar de ese finde activo ampliado.
Pues al día siguiente me desperté temblando de frío, y eso que era primavera. No tenía ni fuerzas para darme una ducha. No sé qué coño pillé que me tiré los tres días entre la cama y el sofá, con un calefactor encendido apuntándome y envuelto en una manta. A tomar por culo el puente activo.
Para mayor lol, el último día mejoré, de tal manera que pude volver a casita y estar en el curro a las 8 de la mañana como un campeón. Hay que joderse.
La otra vez me veis en un pueblucho entre Jaca y la frontera. He pillado hotel y es media tarde. Al día siguiente tengo previsto recorrer las carreteras del sur de Francia. Y decido tomar un aperitivo: cruzo Somport (por el puerto, las vistas lo merecen); paso lo que queda de la aduana, una caseta vacía, una raya en el suelo y una barrera encadenadamente erecta... a la primera carretera que puedo giro a la izquierda, subo otro puerto (Marie Blanque) ya en Francia y llego a Laruns. Ya es de noche y subiendo el puerto francés se me ha encendido la reserva de la gasolina en el coche. Llego abajo y la única gasolinera del pueblo es la de un supermercado, no hay empleado, sólo aceptan tarjetas y ninguna mía vale. La frontera española está a 32 km, pero el puerto que pretendía tomar de vuelta, el Portalet, está en obras y cerrado al tráfico. La única solución, desandar lo andado. Al menos, decido evitarme volver a subir la Marie Blanque, dando un rodeillo de 10 km. más. Así que me voy a paso de tortuga a buscar la carretera que me lleve al túnel de Somport: 80 kilómetros me quedan. No hay GPS ni ordenador de a bordo que me diga la agonía que me queda.
Por cierto, los ordenadores de los coches calculan mal a propósito la autonomía que le queda al coche. Siempre se quedan cortos: te dicen que te quedan 30 km. de sopa y son 60-70 tranquilamente. Es para evitar que te quedes tirado, que jode mucho. De todas formas, queridos niños, no apuréis los depósitos, y menos en los TDIs; la mierda que se va acumulando en el fondo del depósito no le va nada bien a los muy precisos inyectores de combustible.
Pero todo esto me la soplaba mientras iba subiendo Somport a 50 por hora con mi utilitario 1.4 de gasolina y carburador de doble cuerpo. Sólo cruzaba todos los dedos por no quedarme tirado en una carretera tan estrecha, sin arcén y en tierra extraña. Calculaba si podría dar la vuelta maniobrando sin motor para, al menos, acabar en algún lugar donde no estorbara al tráfico mientras me echaba a dormir sin calefacción, y con un hotel pagado.
Me llevé una buena alegría cuando pasé el desvió al puerto y seguí por el tramo que lleva al túnel. La pendiente se suavizaba, pero aún no había llegado. Y en la explanada que está a la entrada del túnel veo unas extrañas formas que me hacen señas... mon dieu, es la gendarmerie, con su uniforme con las mangas con flchitas reflectantes, que me van a hacer no sé qué... ay ay ay que no tengo ni idea de francés... paro el coche y ante mi asombro, resulta que es un control a pachas entre la gendarmerie y la benemérita.
Por primera y única vez en mi vida, pienso "Menos mal, la guardia civil".
Me explica ellos que van a hacerme un control de alcoholemia, pero antes los franceses me van a mirar el maletero. Desorden y mochila de senderismo, que ese día me había subido (por fin!) la Mesa de los Tres Reyes, aunque esa es otra historia. Total que tras mirar los papeles, el coche y mi 0,0 de alcohol en sangre me dejan ir. (poca coña con los gabachos. Ese año, al inaugurar el túnel de Somport, le pusieron dos radares fijos en cada sentido, en el lado francés. Un español poco informado fue cazado y acabó durmiendo en la comisaría gabacha) Ya sólo quedaba cruzar los 8 km de túnel y empezar la bajada hasta el hotel... que está 200 m. más arriba de una gasolinera, donde le di de beber al coche después de desayunar yo, a la mañana siguiente.
En una ocasión aproveché un puente de tres días. Salí de casita a la costa, donde mis progenitores tienen un apartamento, y me llevé playeras, botas montañeras y zapatillas de correr. Iba a tener un finde activo, que ya estaba hasta los huevos de currar y llegar a casa de noche, sin tiempo na más que de cenar y a la camita (y una pajilla como mucho).
Total que llegué al sitio en cuestión y antes de nada fui al supermercado a aprovisionarme. Ya empecé a notarme raro, me daban como mareos al agacharme a coger algo de los estantes bajos o de los arcones de congelados, pero no le di mas importancia. En el apartamento, en la cena, me noté más débil, pero pensaba que con el sueño repondría fuerzas y planee un trotecillo ligero por la playa en primer lugar de ese finde activo ampliado.
Pues al día siguiente me desperté temblando de frío, y eso que era primavera. No tenía ni fuerzas para darme una ducha. No sé qué coño pillé que me tiré los tres días entre la cama y el sofá, con un calefactor encendido apuntándome y envuelto en una manta. A tomar por culo el puente activo.
Para mayor lol, el último día mejoré, de tal manera que pude volver a casita y estar en el curro a las 8 de la mañana como un campeón. Hay que joderse.
La otra vez me veis en un pueblucho entre Jaca y la frontera. He pillado hotel y es media tarde. Al día siguiente tengo previsto recorrer las carreteras del sur de Francia. Y decido tomar un aperitivo: cruzo Somport (por el puerto, las vistas lo merecen); paso lo que queda de la aduana, una caseta vacía, una raya en el suelo y una barrera encadenadamente erecta... a la primera carretera que puedo giro a la izquierda, subo otro puerto (Marie Blanque) ya en Francia y llego a Laruns. Ya es de noche y subiendo el puerto francés se me ha encendido la reserva de la gasolina en el coche. Llego abajo y la única gasolinera del pueblo es la de un supermercado, no hay empleado, sólo aceptan tarjetas y ninguna mía vale. La frontera española está a 32 km, pero el puerto que pretendía tomar de vuelta, el Portalet, está en obras y cerrado al tráfico. La única solución, desandar lo andado. Al menos, decido evitarme volver a subir la Marie Blanque, dando un rodeillo de 10 km. más. Así que me voy a paso de tortuga a buscar la carretera que me lleve al túnel de Somport: 80 kilómetros me quedan. No hay GPS ni ordenador de a bordo que me diga la agonía que me queda.
Por cierto, los ordenadores de los coches calculan mal a propósito la autonomía que le queda al coche. Siempre se quedan cortos: te dicen que te quedan 30 km. de sopa y son 60-70 tranquilamente. Es para evitar que te quedes tirado, que jode mucho. De todas formas, queridos niños, no apuréis los depósitos, y menos en los TDIs; la mierda que se va acumulando en el fondo del depósito no le va nada bien a los muy precisos inyectores de combustible.
Pero todo esto me la soplaba mientras iba subiendo Somport a 50 por hora con mi utilitario 1.4 de gasolina y carburador de doble cuerpo. Sólo cruzaba todos los dedos por no quedarme tirado en una carretera tan estrecha, sin arcén y en tierra extraña. Calculaba si podría dar la vuelta maniobrando sin motor para, al menos, acabar en algún lugar donde no estorbara al tráfico mientras me echaba a dormir sin calefacción, y con un hotel pagado.
Me llevé una buena alegría cuando pasé el desvió al puerto y seguí por el tramo que lleva al túnel. La pendiente se suavizaba, pero aún no había llegado. Y en la explanada que está a la entrada del túnel veo unas extrañas formas que me hacen señas... mon dieu, es la gendarmerie, con su uniforme con las mangas con flchitas reflectantes, que me van a hacer no sé qué... ay ay ay que no tengo ni idea de francés... paro el coche y ante mi asombro, resulta que es un control a pachas entre la gendarmerie y la benemérita.
Por primera y única vez en mi vida, pienso "Menos mal, la guardia civil".
Me explica ellos que van a hacerme un control de alcoholemia, pero antes los franceses me van a mirar el maletero. Desorden y mochila de senderismo, que ese día me había subido (por fin!) la Mesa de los Tres Reyes, aunque esa es otra historia. Total que tras mirar los papeles, el coche y mi 0,0 de alcohol en sangre me dejan ir. (poca coña con los gabachos. Ese año, al inaugurar el túnel de Somport, le pusieron dos radares fijos en cada sentido, en el lado francés. Un español poco informado fue cazado y acabó durmiendo en la comisaría gabacha) Ya sólo quedaba cruzar los 8 km de túnel y empezar la bajada hasta el hotel... que está 200 m. más arriba de una gasolinera, donde le di de beber al coche después de desayunar yo, a la mañana siguiente.