Y luego otra cosa que también me pasa y es por la misma energía de la que habla El Bedel. Son tías con las que me masturbo. Por ejemplo mi vecina, la cajera del Lidl, la bibliotecaria, etc. Esas mujeres anónimas, que no sé cómo se llaman, pero que forman parte de mi vida. Pues bien, yo sé que ellas saben que me la machaco pensando en ellas. Lo noto en su mirada, en sus gestos, en cómo me hablan. Al tener tan desarrollado el sentido del resplandor, les hago sentir de forma telepática mis deseos y hago que se corran de placer. Es que es hacerme un pajote pensando en la tía de la biblioteca y a la semana siguiente ya le noto como avergonzada al mirarme, como si se sintiesen culpables de haber tenido un orgasmo inducido por mí. Con la vecina igual, no me sostiene la mirada porque se siente avergonzada de gozar mis orgasmos inducidos. Es como un harén virtual donde yo soy el macho alfa y a través de este poder que solo tenemos unos pocos, El Bedel, yo y el niño del Resplandor. Pues a través de este poderoso poder puedo satisfacerlas y ellas a mí.