La neurobiología está avanzando una definición tripartita del amor, en que se diferenciarían tres procesos cerebrales distintos, pero interconectados, y cada uno de ellos regulado hormonalmente:
El impulso sexual indiscriminado o grado de excitación sexual para la búsqueda de pareja, regulado por la testosterona y detectable neurológicamente en el córtex cingulado anterior; de breve duración.
La atracción sexual selectiva, pasión amorosa o enamoramiento; regulada por la dopamina en los circuitos cerebrales del placer; inusualmente prolongado frente a otras especies (hasta 18 meses).
El cariño o apego, lazo afectivo de larga duración que permite la continuidad del vínculo entre la pareja, regulado por la oxitocina y la vasopresina, que también afectan al circuito cerebral del placer; su duración es indeterminada (puede prolongarse toda la vida).