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Subnormal fachilla de pastel
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Llevo encontrándome cierta mentalidad feminista por aquí que es preciso combatir aclarando la realidad...
La reproducción sexual, o lo que es lo mismo, la existencia de sexos, establece una especialización de funciones para cada sexo para facilitar la tarea de cuidar de los hijos y su supervivencia hasta que puedan valerse por sí mismos. Esta especialización es tanto fisiológica, como psicológica e intelectual, y mutuamente complementarias.
El cuerpo es la infraestructura sobre la que la mente está instalada, por lo que al buscar explicación en las diferencias psicológicas e intelectuales habrá que hacerlo basándose en lo fisiológico, y no al revés. Cuerpo y mente forman una unidad. A un cuerpo distinto, le corresponde una mente distinta. Por eso, a un cuerpo de hombre le tiene que corresponder una mente de hombre, y lo mismo con las mujeres.
La mentalidad igualitarista actual es antinatural y está justificada en motivos políticos en los que no voy a entrar ahora. Me voy a limitar a describir las diferencias entre sexos. Esto es un texto contra ese puto dogma sagrado de la igualdad.
Quien tiene aptitud para algo, tiene una actitud (interés) favorable para realizar la actividad en la que esa cualidad se expresa. Por ejemplo, si un niño tiene aptitud para las matemáticas, le gustarán las matemáticas en el colegio. Si no vale para el deporte, no le gustará practicarlos. Igual que esto es cierto para individuos, lo es para grupos de individuos de cualidades comunes, como los individuos de un mismo sexo. Así, las cualidades en las que un sexo destaca genéticamente se notan al valorarlo estadísticamente. Como yo suelo decir: "Detrás de un hecho estadístico, hay una verdad biológica".
Papel biológico.
El papel biológico es, por supuesto, la reproducción. Tiene varias partes:
Por lo tanto, la mujer tiene una importancia mucho mayor que el hombre en la reproducción. Esto explica porqué son más resistentes a las enfermedades y porqué tienen una esperanza de vida mayor, porque sacar adelante el embarazo cuesta tiempo y esfuerzo, y el feto tiene que crecer y nacer sano, por lo que necesariamente tienen que resistir mejor las enfermedades que los hombres.
La contrapartida psicológica a esto es que las mujeres, al poner más esfuerzo y tiempo en la reproducción, ponen más cuidado al seleccionar quién va a ser el padre de su hijo, y una menor apetencia (determinado por la cantidad de hormonas) y promiscuidad sexual que los hombres, (especialmente importante cuando no se habían inventado métodos anticonceptivos). Así, las mujeres buscan emparejarse con el mejor hombre que encuentren o consigan. Esto provoca algunos fenómenos interesantes:
Papel social.
Sin embargo, a pesar de que el papel biológico de las mujeres es más importante que el de los hombres, existe más o menos la misma cantidad de hombres que de mujeres, lo que indica que la importancia global de los hombres no debe ser inferior a la de las mujeres. Por lo tanto, el papel social de los hombres tiene que ser más importante que el de las mujeres, para compensar y justificar la menor importancia biológica.
En efecto, para que se produzca el acto sexual, es imprescindible que la mujer excite al hombre, o lo que es lo mismo, es necesario que las mujeres tengan buenas cualidades biológicas (sexuales), siendo el resto de sus cualidades, mentales o sociales, mucho menos importantes. Así, la Naturaleza le asigna a la mujer un valor puramente biológico y sexual, mientras que cualidades intelectuales, morales o sociales quedan en un segundo plano en la mujer. Y desde luego, los hombres buscan principalmente mujeres que les resulten atractivas. Nunca feas que, aunque sean honestas o inteligentes, no le van a excitar a uno.
Por el contrario, una mujer puede mantener relaciones sexuales con hombres que no la gusten, es decir, que no tengan buenas cualidades sexuales pero sí otras que la interesen, como dinero o posición social, que es una manera indirecta de valorar la valía de dicho individuo al haber sido capaz de adquirir esos bienes.
Por lo tanto, son los hombres los principales portadores de los valores culturales y sociales, y no las mujeres.
Las mujeres compiten entre sí en belleza, en atractivo físico de manera innata, mientras que los hombres de manera innata también compiten entre sí pero no tanto en atractivo físico como en dominio social (triunfar en actividades deportivas o económicas). Así es típico que el futbolista famoso se empareje con la modelo: el que triunfa en lo deportivo con la que triunfa en la belleza. Por lo tanto, el principal objetivo de un hombre que quiera tener éxito con las mujeres no es ir detrás de ellas como un perrito faldero, mostrando así su poco valor, sino triunfar en la competencia con otros hombres, igual que las mujeres intentan triunfar en su competencia con otras mujeres. Es decir, es la mujer la que va tras el hombre, pero no de cualquiera, sino del que lo vale.
Evolución del papel social.
El papel social es la extensión del papel biológico, y lo es más cuanto más tradicional es una sociedad.
En las sociedades tradicionales poco tecnificadas, la forma de vida estaba basada en la agricultura y la ganadería, que requieren espacio para las cosechas y para los rebaños, por lo que la población vivía repartida en pueblos pequeños. La vida era dura, y tanto las cosechas como el ganado y la propia gente estaba expuesta a, y dependía de las inclemencias climáticas, y además la medicina estaba menos desarrollada, por lo que la esperanza de vida era menor. Por eso, se hacía necesaria una tasa de natalidad mayor, lo cual requería un gran esfuerzo en las mujeres en tener hijos y cuidarlos, así como un gran esfuerzo en el hombre en el cuidado y el sustento de la familia.
Las religiones tradicionales, como el cristianismo o el islam, eran instrumentos adaptados a dicho ambiente social: fomentan la natalidad; condenan la homosexualidad por ser una actividad biológicamente improductiva; apoyan la estabilidad familiar para favorecer la crianza de los hijos y su correcto desarrollo emocional y psicológico con medidas contra el divorcio, contra el adulterio, (especialmente en la mujer, que tiene un papel más importante en la familia y cuidado de los hijos por lo que su responsabilidad es mayor), así como sirven para transmitir una concepción y explicación del mundo y de la vida.
El papel social de hombres y mujeres era rígido. Cada sexo tenía un rol social con poca libertad (homosexualidad prohibida, moral rígida, sexualidad regulada y controlada), a cambio de estar muy bien definido (mucha seguridad: cada cual tenía su puesto, sabía lo que tenía que hacer y lo que se esperaba de él o de ella).
Según se va acumulando el conocimiento científico y técnico, mejora la medicina, disminuye la mortalidad infantil y no infantil, aumenta la esperanza de vida y disminuye la necesidad de tener tasas altas de natalidad, por lo que las mujeres se ven más desahogadas. El mayor conocimiento científico y técnico aumenta la producción de comida, y ya no es necesario que esté toda la población viviendo en el campo y dedicándose a la agricultura y ganadería, sino que cada vez hay más gente concentrándose en ciudades trabajando en la industria. Las relaciones económicas y laborales se hacen cada vez más complejas, así como el comercio, y con el tiempo, cada vez hay más empleos cómodos y finos, que pueden ser ocupados por hombres, por mujeres (ya liberadas de la necesidad de tener tantos hijos) y hasta por discapacitados. Por lo tanto, es el cambio científico y técnico el responsable del cambio social. Sin cambio científico-técnico, jamás habría habido cambio social.
Aparecen ideologías inviables (comunismo, marxismo cultural de la Escuela de Frankfurt y sus derivados, como el feminismo), de aspecto utópico cuya motivación real es el dominio político aprovechando la nueva situación social, y para ello falsean la interpretación del cambio social para atraer al estúpido vulgo fomentando el victimismo entre las mujeres y culpabilizando al hombre occidental, a pesar de que ha sido este y no otro el que ha hecho posible el cambio social gracias al cambio científico y técnico en Occidente, mientras en el resto del mundo las sociedades tradicionales siguen manteniendo un rígido papel social para hombres y mujeres.
Las religiones tradicionales decaen. El papel social de cada sexo se vuelve más flexible, con más libertad. Ya no es necesario que la homosexualidad esté criminalizada, y la moral sexual se relaja cada vez más. A cambio, hay más inseguridad sobre cuál es el papel de cada sexo, y aumenta la confusión: el vulgo no sabe qué está bien y qué está mal, y se le llena la cabeza con estupideces igualitarias sobre los sexos y sobre las "opciones sexuales"; aumenta el hedonismo, el placer por el placer que no produce más que vacío existencial, perdiendo la capacidad para conseguir un proyecto de vida con sentido. Y se puede demostrar que la demolición de las normas morales produce un retroceso civilizacional, (pero será para otro artículo).
Así, lo que al principio era un cambio a mejor, (más conocimiento científico y cultural, más salud y esperanza de vida), con el tiempo se va convirtiendo en una maldición, en decadencia social. La materialización de la vida que inicialmente había traído beneficios, se excede y rebaja al individuo a un nivel incluso por debajo del de los animales, porque estos por lo menos viven según su nivel mental, mientras que los humanos se comportan por debajo de su nivel, como animales económicos al servicio del hedonismo sin un ideal y proyecto que dé sentido a su miserable vida, poniendo incluso en peligro la supervivencia de la población por la bajísima tasa de natalidad.
(Continuará).
La reproducción sexual, o lo que es lo mismo, la existencia de sexos, establece una especialización de funciones para cada sexo para facilitar la tarea de cuidar de los hijos y su supervivencia hasta que puedan valerse por sí mismos. Esta especialización es tanto fisiológica, como psicológica e intelectual, y mutuamente complementarias.
El cuerpo es la infraestructura sobre la que la mente está instalada, por lo que al buscar explicación en las diferencias psicológicas e intelectuales habrá que hacerlo basándose en lo fisiológico, y no al revés. Cuerpo y mente forman una unidad. A un cuerpo distinto, le corresponde una mente distinta. Por eso, a un cuerpo de hombre le tiene que corresponder una mente de hombre, y lo mismo con las mujeres.
La mentalidad igualitarista actual es antinatural y está justificada en motivos políticos en los que no voy a entrar ahora. Me voy a limitar a describir las diferencias entre sexos. Esto es un texto contra ese puto dogma sagrado de la igualdad.
Quien tiene aptitud para algo, tiene una actitud (interés) favorable para realizar la actividad en la que esa cualidad se expresa. Por ejemplo, si un niño tiene aptitud para las matemáticas, le gustarán las matemáticas en el colegio. Si no vale para el deporte, no le gustará practicarlos. Igual que esto es cierto para individuos, lo es para grupos de individuos de cualidades comunes, como los individuos de un mismo sexo. Así, las cualidades en las que un sexo destaca genéticamente se notan al valorarlo estadísticamente. Como yo suelo decir: "Detrás de un hecho estadístico, hay una verdad biológica".
Papel biológico.
El papel biológico es, por supuesto, la reproducción. Tiene varias partes:
- Fecundación: El hombre es el principal protagonista, pues es imprescindible que muestre actividad e interés, a diferencia de la mujer, que por muy pasiva que se muestre durante el acto será suficiente con dejarse hacer. La explicación de porqué los hombres tienen menos orgasmos que las mujeres es bien fácil: Los hombres tienen que movilizar más masa corporal y gastar más energía durante el acto sexual que las mujeres, y lo que es más importante, propulsar los espermatozoides lo más lejos posible, esto es, lo más cerca posible del óvulo. No se trata de disparar muchas veces con balas de fogueo, sino pocas con balas de verdad, para lo que hay que concentrar esfuerzos en los "disparos" decisivos.
- Gestación: Nueve meses de protagonismo exclusivo para la mujer.
- Lactancia: Más protagonismo para la mujer a lo largo de la historia, y en la actualidad, aún habiéndose inventado el biberón, tanto por motivos nutricionales como psicológicos y emocionales sigue siendo preferible. A esto hay que añadir que el bebé depende más de la madre que del padre y está más unido a ella psicológicamente durante cierto tiempo hasta cierta edad.
Por lo tanto, la mujer tiene una importancia mucho mayor que el hombre en la reproducción. Esto explica porqué son más resistentes a las enfermedades y porqué tienen una esperanza de vida mayor, porque sacar adelante el embarazo cuesta tiempo y esfuerzo, y el feto tiene que crecer y nacer sano, por lo que necesariamente tienen que resistir mejor las enfermedades que los hombres.
La contrapartida psicológica a esto es que las mujeres, al poner más esfuerzo y tiempo en la reproducción, ponen más cuidado al seleccionar quién va a ser el padre de su hijo, y una menor apetencia (determinado por la cantidad de hormonas) y promiscuidad sexual que los hombres, (especialmente importante cuando no se habían inventado métodos anticonceptivos). Así, las mujeres buscan emparejarse con el mejor hombre que encuentren o consigan. Esto provoca algunos fenómenos interesantes:
- El "efecto harén", en el que unos pocos hombres, valorados como los mejores, tienen a su disposición a todas las mujeres, mientras el resto de hombres se ven desatendidos.
- Las adolescentes histéricas "enamoradas" de un famoso cantante o actor, prototipo de hombre ideal y perfecto al que aspirar presentado por y conocido a través de los medios de comunicación. Cuando se hacen un poco más mayores y maduran, adquiriendo algo más de dominio racional, pueden superar esta etapa puramente instintiva y patética.
Papel social.
Sin embargo, a pesar de que el papel biológico de las mujeres es más importante que el de los hombres, existe más o menos la misma cantidad de hombres que de mujeres, lo que indica que la importancia global de los hombres no debe ser inferior a la de las mujeres. Por lo tanto, el papel social de los hombres tiene que ser más importante que el de las mujeres, para compensar y justificar la menor importancia biológica.
En efecto, para que se produzca el acto sexual, es imprescindible que la mujer excite al hombre, o lo que es lo mismo, es necesario que las mujeres tengan buenas cualidades biológicas (sexuales), siendo el resto de sus cualidades, mentales o sociales, mucho menos importantes. Así, la Naturaleza le asigna a la mujer un valor puramente biológico y sexual, mientras que cualidades intelectuales, morales o sociales quedan en un segundo plano en la mujer. Y desde luego, los hombres buscan principalmente mujeres que les resulten atractivas. Nunca feas que, aunque sean honestas o inteligentes, no le van a excitar a uno.
Por el contrario, una mujer puede mantener relaciones sexuales con hombres que no la gusten, es decir, que no tengan buenas cualidades sexuales pero sí otras que la interesen, como dinero o posición social, que es una manera indirecta de valorar la valía de dicho individuo al haber sido capaz de adquirir esos bienes.
Por lo tanto, son los hombres los principales portadores de los valores culturales y sociales, y no las mujeres.
Las mujeres compiten entre sí en belleza, en atractivo físico de manera innata, mientras que los hombres de manera innata también compiten entre sí pero no tanto en atractivo físico como en dominio social (triunfar en actividades deportivas o económicas). Así es típico que el futbolista famoso se empareje con la modelo: el que triunfa en lo deportivo con la que triunfa en la belleza. Por lo tanto, el principal objetivo de un hombre que quiera tener éxito con las mujeres no es ir detrás de ellas como un perrito faldero, mostrando así su poco valor, sino triunfar en la competencia con otros hombres, igual que las mujeres intentan triunfar en su competencia con otras mujeres. Es decir, es la mujer la que va tras el hombre, pero no de cualquiera, sino del que lo vale.
Evolución del papel social.
El papel social es la extensión del papel biológico, y lo es más cuanto más tradicional es una sociedad.
En las sociedades tradicionales poco tecnificadas, la forma de vida estaba basada en la agricultura y la ganadería, que requieren espacio para las cosechas y para los rebaños, por lo que la población vivía repartida en pueblos pequeños. La vida era dura, y tanto las cosechas como el ganado y la propia gente estaba expuesta a, y dependía de las inclemencias climáticas, y además la medicina estaba menos desarrollada, por lo que la esperanza de vida era menor. Por eso, se hacía necesaria una tasa de natalidad mayor, lo cual requería un gran esfuerzo en las mujeres en tener hijos y cuidarlos, así como un gran esfuerzo en el hombre en el cuidado y el sustento de la familia.
Las religiones tradicionales, como el cristianismo o el islam, eran instrumentos adaptados a dicho ambiente social: fomentan la natalidad; condenan la homosexualidad por ser una actividad biológicamente improductiva; apoyan la estabilidad familiar para favorecer la crianza de los hijos y su correcto desarrollo emocional y psicológico con medidas contra el divorcio, contra el adulterio, (especialmente en la mujer, que tiene un papel más importante en la familia y cuidado de los hijos por lo que su responsabilidad es mayor), así como sirven para transmitir una concepción y explicación del mundo y de la vida.
El papel social de hombres y mujeres era rígido. Cada sexo tenía un rol social con poca libertad (homosexualidad prohibida, moral rígida, sexualidad regulada y controlada), a cambio de estar muy bien definido (mucha seguridad: cada cual tenía su puesto, sabía lo que tenía que hacer y lo que se esperaba de él o de ella).
Según se va acumulando el conocimiento científico y técnico, mejora la medicina, disminuye la mortalidad infantil y no infantil, aumenta la esperanza de vida y disminuye la necesidad de tener tasas altas de natalidad, por lo que las mujeres se ven más desahogadas. El mayor conocimiento científico y técnico aumenta la producción de comida, y ya no es necesario que esté toda la población viviendo en el campo y dedicándose a la agricultura y ganadería, sino que cada vez hay más gente concentrándose en ciudades trabajando en la industria. Las relaciones económicas y laborales se hacen cada vez más complejas, así como el comercio, y con el tiempo, cada vez hay más empleos cómodos y finos, que pueden ser ocupados por hombres, por mujeres (ya liberadas de la necesidad de tener tantos hijos) y hasta por discapacitados. Por lo tanto, es el cambio científico y técnico el responsable del cambio social. Sin cambio científico-técnico, jamás habría habido cambio social.
Aparecen ideologías inviables (comunismo, marxismo cultural de la Escuela de Frankfurt y sus derivados, como el feminismo), de aspecto utópico cuya motivación real es el dominio político aprovechando la nueva situación social, y para ello falsean la interpretación del cambio social para atraer al estúpido vulgo fomentando el victimismo entre las mujeres y culpabilizando al hombre occidental, a pesar de que ha sido este y no otro el que ha hecho posible el cambio social gracias al cambio científico y técnico en Occidente, mientras en el resto del mundo las sociedades tradicionales siguen manteniendo un rígido papel social para hombres y mujeres.
Las religiones tradicionales decaen. El papel social de cada sexo se vuelve más flexible, con más libertad. Ya no es necesario que la homosexualidad esté criminalizada, y la moral sexual se relaja cada vez más. A cambio, hay más inseguridad sobre cuál es el papel de cada sexo, y aumenta la confusión: el vulgo no sabe qué está bien y qué está mal, y se le llena la cabeza con estupideces igualitarias sobre los sexos y sobre las "opciones sexuales"; aumenta el hedonismo, el placer por el placer que no produce más que vacío existencial, perdiendo la capacidad para conseguir un proyecto de vida con sentido. Y se puede demostrar que la demolición de las normas morales produce un retroceso civilizacional, (pero será para otro artículo).
Así, lo que al principio era un cambio a mejor, (más conocimiento científico y cultural, más salud y esperanza de vida), con el tiempo se va convirtiendo en una maldición, en decadencia social. La materialización de la vida que inicialmente había traído beneficios, se excede y rebaja al individuo a un nivel incluso por debajo del de los animales, porque estos por lo menos viven según su nivel mental, mientras que los humanos se comportan por debajo de su nivel, como animales económicos al servicio del hedonismo sin un ideal y proyecto que dé sentido a su miserable vida, poniendo incluso en peligro la supervivencia de la población por la bajísima tasa de natalidad.
(Continuará).