Ayer G.Bueno volvió a la carga en otra presentación de un libro y volvió a dejar unos cuanto titulares
Bueno: «Hablar de Alianza de Civilizaciones es encubrir el peligro y estar en la higuera»
El filósofo, que presentó en Covadonga el libro sobre Pelayo de José Ignacio Gracia Noriega, opina que «el dios musulmán es insoluble en agua bendita»
Ningún otro sitio mejor para hablar de Pelayo que la propia Covadonga, al pie de la cueva en la que la tradición dice que la Santina se apareció al primer rey de la monarquía asturiana. Hasta allí se desplazó ayer el polígrafo José Ignacio Gracia Noriega para presentar su último libro, «Pelayo, el rey de las montañas», y llamó en su ayuda a dos ilustres «covadonguistas»: el filósofo Gustavo Bueno y el historiador Juan Uría. El acto tuvo lugar en el Gran Hotel Pelayo y a él asistió un público entregado, que no dudó en romper en aplausos incluso en mitad de la intervención de alguno de los ponentes. Bueno tocó alguno de sus temas favoritos de los últimos tiempos, como el nacionalismo o la Alianza de Civilizaciones, y defendió que Pelayo es una auténtica figura histórica, pese a las sombras que le rodean, no tanto por sus hechos -la famosa batalla- como por sus consecuencias, que fueron la creación de un reino, Asturias, y una nación, España.
«Quien no tenga una idea de España no puede interpretar Covadonga. No puede hacerlo un catalán o un andaluz a la manera de los estatutos de las realidades nacionales», sostuvo. «Los indigenistas asturianos de poco amperaje y alto voltaje, que me recuerdan tanto a Evo Morales, me han amenazado de muerte y me han llamado "covadonguista" como insulto», aseguró. Pero fue ese «covadonguismo» uno de los aspectos que le animó a instalarse en Asturias.
Para interpretar a Covadonga y Pelayo, el filósofo se apoyó en Américo Castro. «Covadonga fue el primer foco de avance de una monarquía que se dio cuenta de que la única forma de resistir al Islam es responderle con la misma moneda, esto es, con un proyecto imperialista». No fue otra cosa el Reino de Asturias, que tendió «a desbordarse hacia Galicia, León y el País Vasco».
«Olvidar esto es un delito de alta traición», sentenció el filósofo. «Ahora quieren hacernos creer que todos, cristianos y musulmanes, creemos en lo mismo, pero el dios musulmán es insoluble en agua bendita. Los musulmanes siempre han considerado a los cristianos como blasfemos y politeístas, siempre han estado a la greña con los cristianos. E incluso ahora, según Gustavo de Arístegui en su último libro, hay 500 millones de musulmanes que tienen como objetivo llevar la guerra a los cristianos. En este contexto, hablar de Alianza de Civilizaciones es encubrir el peligro y estar en la higuera», aseguró.
Bueno no olvidó uno de sus temas favoritos, el del nacionalismo. Aseguró haber estado leyendo el nuevo Estatuto andaluz y sentirse «aterrado, avergonzado de que unos paisanos nuestros puedan decir esas cosas». Por ejemplo, que «Andalucía es una entidad milenaria que se pierde en la noche de los tiempos, que Séneca, San Isidoro y Averroes fueron andaluces, que Andalucía la inventaron los vándalos», enumeró. «Espero que en Asturias nunca lleguemos a esto», deseó.
Gracia Noriega abundó en algunas de las ideas de Bueno, también compartidas por Juan Uría. «Covadonga es el punto de partida de la nación española, y el origen de un reino latino, visigótico y cristiano, por tanto un reino en lucha con el Islam». Para el polígrafo colaborador de LA NUEVA ESPAÑA, «la Reconquista no fue una guerra civil o de conquista, sino una guerra de religiones». Juan Uría ensalzó la vertiente poética del libro de Gracia, especialmente su tratamiento de la geografía y la imagen de una Asturias aislada tanto por las montañas como por el mar y hasta el propio cielo nuboso que parece a veces hacer desaparecer los valles. Gracia Noriega aseguró que «Pelayo nunca habría sido Pelayo sin estas montañas, sin este escenario grandioso», en referencia a Covadonga y a los Picos de Europa.
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