Torquemada2.0
El calzonazos del Xanadú
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Buenos días queridos y amados hamijos.
El otro día la desnortada de la Milá soltó uno de sus habituales exabruptos.
Ella estaba defendiendo un libro llamado "La enzima prodigiosa" en el programa del ínclito y ególatra Risto Mejide. Como suele ser habitual Risto tiene un contrapunto en el público que saca a mitad de entrevista, en esto que salió un bioquímico a rebatir en base a sus conocimientos y experiencias las inexactitudes e información errónea que el libro indicaba como verdades absolutas. En hombre lo hizo desde la tranquilidad con un discurso perfectamente articulado, hasta que la desnortada de la Milá le pegó el cornalón
Da igual lo que dijera el hombre, da igual que los vastos conocimientos sobre las enzimas y la síntesis de las proteínas pudiera tener, da igual que el libro sea una colección de falacias para que se lo crean menopaúsicas tronadas como la Milá, la única verdad absoluta, tangible y comprobable in situ tanto por los asistentes como por los televidentes, es que obviamente el tipo estaba chotón. Pese a los apoyos del Twitah, Facebook, o cualquier otra plataforma, todos nos quedamos con el que estaba gordo, y cuanto más mirabas más gordo te parecía. El libro quedó en un segundo y casi tercer plano
Es aquí hamijos donde quiero llegar. Muchas veces pese a la ignorancia, cortedad de miras, analfabetismo o poca capacidad intelectual, hay situaciones que un mascachapas en el momento más oportuno saca una frase, una observación de lo más simple y deja al interlocutor cortocircuitado haciendo masa, aunque sea la mayor eminencia de este mundo en astrofísica, por poner un ejemplo.
Y poco se puede hacer, como poco pudo hacer el bioquímico, que pese a sus conocimientos, quedará como el gordo que fue insultado por la Milá.
El otro día la desnortada de la Milá soltó uno de sus habituales exabruptos.
Ella estaba defendiendo un libro llamado "La enzima prodigiosa" en el programa del ínclito y ególatra Risto Mejide. Como suele ser habitual Risto tiene un contrapunto en el público que saca a mitad de entrevista, en esto que salió un bioquímico a rebatir en base a sus conocimientos y experiencias las inexactitudes e información errónea que el libro indicaba como verdades absolutas. En hombre lo hizo desde la tranquilidad con un discurso perfectamente articulado, hasta que la desnortada de la Milá le pegó el cornalón
Da igual lo que dijera el hombre, da igual que los vastos conocimientos sobre las enzimas y la síntesis de las proteínas pudiera tener, da igual que el libro sea una colección de falacias para que se lo crean menopaúsicas tronadas como la Milá, la única verdad absoluta, tangible y comprobable in situ tanto por los asistentes como por los televidentes, es que obviamente el tipo estaba chotón. Pese a los apoyos del Twitah, Facebook, o cualquier otra plataforma, todos nos quedamos con el que estaba gordo, y cuanto más mirabas más gordo te parecía. El libro quedó en un segundo y casi tercer plano
Es aquí hamijos donde quiero llegar. Muchas veces pese a la ignorancia, cortedad de miras, analfabetismo o poca capacidad intelectual, hay situaciones que un mascachapas en el momento más oportuno saca una frase, una observación de lo más simple y deja al interlocutor cortocircuitado haciendo masa, aunque sea la mayor eminencia de este mundo en astrofísica, por poner un ejemplo.
Y poco se puede hacer, como poco pudo hacer el bioquímico, que pese a sus conocimientos, quedará como el gordo que fue insultado por la Milá.