Darki/ano tiene razón, y cuando la tiene se le da. Los camioneros no tienen que descargar, para eso están lo empleados de almacén que saben dónde tienen que descargar y cómo colocarlo. Un puto gordo y sudoroso camionero lo único que descarga son las mercancías que hay que bascular.
Explicar esto es ya rebajarse a un nivel por debajo de la subnormalidad media. Estamos ya hablando de que en el foro hay mentes pensantes con ocurrencias dignas de cretinos que se muerden la lengua mientras teclean.
Y otra cosa, anoche, bueno, más bien de madrugada, he tenido un sueño bellísimo. Soñé que estaba retirando chatarra de un chalet de lujo y que los dueños se iban a algún sitio, quedándonos mi compadre y yo con la faena de retirada. Cuando veo en el jardín a una niña super alta, mediría uno setenta, con sus pantalones baqueros ajustados, su polo rosa ajustado que marcaban unas diminutas e incipientes mamas. Un pelo largo y castaño que parecía resplandecer bajo el sol. Al ser pija, no sé si es por la alimentación o qué, pero todas tienen un cutis perfecto, una carita angelical. Era un ser celestial, jugaba o más bien entretenía a sus hermanas menores mientras sus papis se iba al recado. La pelvis aún no se le había abierto, tenía un puente de no más de dos centímetros, casi imperceptibles para el ojo inexperto. El culo era aún juvenil, un culo que no rebosaba por los lados, estaba contenido en su sitio. La piel de nácar, desprendía a través de sus poros un perfume feromónico que embriagaba el ambiente a dos metros a la redondo de donde ella estuviese.
Me volví loco, ya no sabía cómo hacerlo para asaltarla cuando estuviésemos alejados de miradas y oídos indiscretos. Nada, el sueño bonito se torna pesadilla, ansiedad, desasosiego, zozobra. No se dan las circunstancias y ella sigue allí atrayendo mi presencia con un poderoso campo gravitacional. Llegan los padres, por cierto, la madre también está buena, es como la hija pero con treinta años más. Gallina vieja.
Cuando parece que se va a acabar el sueño tornado en pesadilla, un nuevo giro argumental de mi ingenioso cerebro hace que la dicha de nuevo me sonría. Los padres junto a unos invitados se ponen a jugar al ajedrez en una mesa de jardín entre vermús y risotadas. Ella sigue ocupándose de entretener a sus hermanitas en el otro extremo del jardín, los separan setos de aligustre, casetas de madera de herramientas, la caseta de la depuradora de la pisci, tuyas con formas cónicas que junto a otras plantas diseminadas sirven de parapeto.
Y entonces veo, o quizás lo propongo yo al pasar junto a ellas, esto no lo tengo claro. Que están jugando al escondite, buffffffffffffff. Me agazapo detrás de unos arbustos para ver dónde se esconde. Veo que se mete en la caseta de la depuradora y suelto el puto hierro y las putas chapas de mierda y salgo como alma que lleva el diablo a la caseta. Un lugar perfecto para una emboscada. Al ir aparece un nuevo personaje clave, seguramente es mi conciencia trasmutada en un vecino de mediana edad que se asoma por encima de la valla y que al verme trata de alertar a la diosa oculta de mi llegada. Con su mirada y actitud me reprocha mi condición de pederasta, me mira desde arriba, está por encima de mí y tiene esa mirada poderosa que tienen los reyes y dioses cuando miran desde las alturas.
La llama, consciente del peligro que corre. Pero finalmente logro llegar a la caseta y allí la hallo. La abrazo con mis brazos y la acaricio su diminuto chochino por encima del pantalón mientras la pregunto entre jadeos: ¿te gusta, te gusta? Ella asiente con risillas. La tumbo en el suelo con decisión, con una mezcla de brusquedad y delicadeza salvaje, y la advierto de que no tenga miedo. Entre botes de cloro y demás productos y enseres de piscina me rozo con ese cuerpo perfecto, aún con la ropa. Pero en ese momento me desvelo y me percato que estoy empujando con mi polla dura al colchón.
De regreso a la cruda realidad me he dicho: anda, deja de follarte al colchón que tienes ya casi cuarenta, levántate y limpia un poquito el piso que te espera otro largo domingo de soltero, imbécil.