Hay factores multiplicadores. En mi caso son el hambre y la abstinencia sexual. El sueño pone a mucha gente de mala baba, pero a mí me produce melancolía y dudas existenciales.
Distingo los ataques de ira de los cabreos monumentales porque me muerdo los carrillos como Tom Cruise cuando ve un flash.
Es una puta mierda.
Y lo único que aprendí es que para evitar estos ataques hay que evitar implicarse emocionalmente. Lo demás es jugar a la ruleta rusa.
Me ha resultado muy interesante tu post. Inquietante e interesante.
Estoy de acuerdo en lo de los factores multiplicadores, en mi caso es el cansancio. No el sueño, el cansancio. Cuando estoy muy cansada, me pongo tremendamente susceptible y todo lo que me dicen me sienta fatal, lo que puede desencadenar un ataque de ira. O más bien un cabreo monumental, porque no estoy segura de si me ha dado un ataque de ira nunca. Lo que pasa que a la par es un elemento disuasorio porque no me dan ganas de meterme en fregaos al estar tan cansada.
Leyéndote he pensado que cuando discutiste con aquella mujer, vuestra relación en el tema sexual debía ser espantosa...
Notas al margen aparte, creo que quedé vacunada contra los ataques de ira en mi adolescencia, tener una hermana un año más pequeña que te manga la ropa y que te hace más dura la vida te prepara para muchas cosas. Sí recuerdo entonces tener ataques de ira, peleas con ella en las que acabábamos dándonos empujones o hasta tirándonos del moño. Pero la verdad es que a mí esos brotes de ira me dejan agotada y no me compensan, por ese motivo he aprendido a controlarlos, hace años que no me da ninguno.
Puedo ponerme caústica, sarcástica pero mis ataques, mis brotes, de ira no irán más allá. Por lo menos por ahora.
Una vez sí que me enfadé tanto que tiré un plato contra la pared, es un recurso tremendamente visual, no me extraña que lo usen en películas y ahora recordándolo, ya pasado, es hasta divertido, pero en aquel momento no me consoló y tuve que recogerlo yo. Aunque hay algo extrañamente atrayente en una pieza de porcelana chocando contra la pared, explotando en trocitos, la verdad. Eso no se puede negar.
Pero ya no me dejo llevar hasta esos extremos.
El otro día alguien comentaba algo como que por qué aguanto los ataques del foro, por qué no contesto, por qué no me defiendo... incluso puede que subyacentemente insinuara que me va la marcha, o que soy sumisa.
La explicación es fácil, no me molestan, porque no me importan. O me digo que no me importan y me lo creo. Pero vamos, que sea como fuere, si me enfadara lo suficiente probablemente disfrutaría bastante rompiendo toda la loza del hilo de tapas de Granada.
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