Ataques de ira

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10 Dic 2005
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No soy una persona muy dada a pagar con tarjeta, quizá se trate de un rasgo paleto de mi forma de ser, pero siempre me he sentido más cómodo teniendo una cierta cantidad de efectivo en el bolsillo que poder gastar a mi antojo. Puede que también se deba al hecho de que en Granada no en todos los lugares está permitido hacer pago electrónico, sobre todo si las cantidades que uno ha de abonar son relativamente pequeñas.

Por eso cuando al medio día, al ir a pagar en una tienda que suelo frecuentar, me he dado cuenta de que me faltaba dinero, pese a las palabras cómplices del dependiente, casi amigo ya, y a causa de mi mala conciencia que me impide dejar a deber nada en un comercio, me he visto obligado a acudir a la sucursal más cercana de la entidad bancaria de la que tengo cuenta corriente dispuesto a retirar los 20 pavos que necesitaba.

Era un día agradable de verano, quizá demasiado caluroso, cosa que tiene su punto positivo pues me he ido recreando en las carnes morenas que las mujeres hoy día deciden mostrar con esos shorts vaqueros que más parecen ropa interior que otra cosa. Me acompañaba mi perro, uno al que no suelo sacar porque es la Vegui la que se suele encargar de esas tareas, siempre fue su perro de adopción y a mí no termina de considerarme su dueño, pues no lleva conviviendo conmigo tanto tiempo como con ella. Sin embargo, él es muy feliz cuando lo llevo de paseo, lo infrecuente del hecho, imagino, lo excita e ilusiona.

Además, hoy casi comienzan mis vacaciones, todo lo que tenía que dejar entregado para este mes lo finalicé anoche, demasiado tarde y, aunque he dormido muy poco, me siento a gusto y voy pensando en el siestorro que me voy a meter entre pecho y espalda. Siestorro que espero que esté aderezado con la variedad de piernas que voy mirando de soslayo.

Llego a mi cajero dispuesto a realizar lo que siempre ha sido un trámite rápido y ágil. Inserto tarjeta. Elijo operación. Retirar efectivo. Veinte euros. No imprimir comprobante.

Los cajeros de hoy en día, al menos los de mi banco, son muy lentos y siempre empiezan a hacer ruidos raros mientras te sueltan anuncios del último juego de sartenes o de la nueva tele de plasma. Mientras éste opera, yo acaricio a mi perrete, está contento porque sabe que siempre acabamos en la terraza de un bar y media tapa irá para él. Coño, hoy puede ser un buen día.

De repente el cajero hace un ruido más raro de lo habitual. Pero como La Caixa tiene cajeros de todo tipo, doy por hecho que no conozco este modelo en concreto y que todo es medio normal. Miro la pantalla: imprimiendo comprobante. Qué raro, si le he dicho que no lo quería, que yo soy muy ecológico y le he dado al botoncito verde de ver el saldo en pantalla.

La máquina escupe el papelito y lo leo. Su operación no ha podido llevarse a cabo por problemas internos, acuda con este comprobante a su oficina para recuperar su tarjeta y verificar el saldo de su cuenta. ¿Recuperar mi tarjeta? Esta puta mierda se la ha tragado.

Me pongo algo nervioso, pero no tanto como para enfadarme. Son las 2.30 y aún hay trabajadores dentro, pese a que la puerta de cristal blindada está firmemente cerrada. Bueno, llamaré a la chica que hay dentro y le pediré que me dé mi tarjeta, alguna vez ya me ha pasado y tiene fácil solución –pienso. Doy un par de toquecitos que, a mi entender, son ignorados por la tipa, pero me doy cuenta de que hay dos puertas blindadas, una tras otra y que, quizá, deba golpear más fuerte el cerramiento y así que lo hago. Doy tan fuerte que hasta me duelen los nudillos. Ella se levanta y hace un gesto como queriendo indicar que si estoy loco, yo pongo mi mejor sonrisa y señalando al cajero con una mano le muestro el resguardo con la otra. Nos separan dos barreras de vidrio y la distancia entre nosotros es de unos 5 metros así que no escucho una mierda de lo que dice.

Desaparece un momento y vuelve, y me hace un gesto indicando su reloj. Yo asumo que me está diciendo que la hora de atención al cliente ha terminado y me quedo un poco paralizado. No veo bien qué carajo me quiere decir, porque sigue gesticulando, pero el sol incide sobre los cristales y me deslumbra y casi ni distingo sus formas. Al cabo de un rato se sienta en su mesa y sigue a su rollo.

Pero qué hija de puta –pienso-. Ésta se está equivocando de cabo a rabo.

Vuelvo a golpear la mampara, más fuerte aún. Mi perro que escucha los golpes y es de natural gregario, se une al follón ladrando. Casi a mi ritmo, si yo doy dos hostias, él da dos ladridos. Es un espectáculo llamativo porque mi rostro empieza a evidenciar que lo que hasta entonces había sido el principio de una buena tarde está tomando tintes oscuros.

A la chica le importa una mierda todo, tiene el coño a remojo en su silla y, de cuando en cuando, levanta la muñeca por encima de la pantalla del pc que tiene delante señalándome el reloj. Cada vez que lo hace mis pulsaciones se aceleran exponencialmente.

Ésta no sabe lo que hace, en algún momento tendrá que salir. Por mis cojones que cuando salga me lo arregla y me da la puta tarjeta.

Reconozco no haber sabido templar mis formas y he de admitir que habré usado un lenguaje que seguramente habría ruborizado a la chica si no nos hubiesen separado centímetros de insonorización hecha vidrio. Puta, más que puta. Ya saldrás y me oirás, por mis cojones que me vas a escuchar. Y es que los demonios acuden a la boca de uno cuando está bien encabronado.

Una mujer, inocente ella, ha ido a sacar dinero al cajero, algo acojonada por la imagen que yo estaba dando.


  • ¿Qué te pasa, hijo? –me ha preguntado.
  • El cajero del demonio, señora, que se ha tragado mi tarjeta y la muy puta de la muchacha que trabaja ahí dentro no me hace ni puto caso.
  • Ah, la Marta, muy mona, pero un poco corta. Ésa ni ha estudiado ni nada, que te lo digo yo, ésa es una larga.

Me he venido arriba y mis golpes han pasado el límite de lo razonable. A cada nudillazo que daba, como Hulk, me enfadaba más y más fuerte golpeaba. Mi perro que, como digo, empatiza pero también es un cobarde de cojones, ha empezado a lloriquear pues cuando hay voces en casa siempre se piensa que es a causa de él y que lo estamos regañando. El pobre, además, es como un puerco espín y, en lugar de lanzar púas, empieza a caérsele el pelo y ya estaba haciendo una alfombra blanca y marrón a su alrededor.


  • Marta, hija de puta, que salgas.

Ella se levanta, se incorpora y se acerca a la primera puerta. Muy digna la abre. Marta está muy buena, buena de cojones. Enfundada en un vestido corto verde que hace juego con sus ojos esmeralda evidencia un enfado bastante importante. Recorre los 5 metros que hay entre ambas puertas con andares contundentes y sus piernas morenas se tensan a cada paso dejando a las claras que hace algo de deporte. Con el ceño fruncido esputa:


  • Que te he dicho que ya he reseteado el cajero, que te esperes 10 minutos para meter la tarjeta y hacer lo que fueras a hacer, niño –dice.

Niño, pienso, si tú supieras. Porque Marta está muy buena, aunque no sé si eso ya lo he dicho. Uno la mira y sabe que desearía bucear por dentro de su vestido para recorrer toda la serie de aromas que las distintas partes de su cuerpo puedan emanar. Desde el dulzor de los pezones, a la salinidad del coño y el amargor del culo. Pero no, entre los pecados capitales la Ira manda sobre la Lujuria y, además, ya vengo follado de casa, así que tanta carne al aire no me va a apaciguar ni un momento.


  • Pero mujer, si lo que se ha comido el puto cajero es la tarjeta, de qué me sirve esperar, qué cojones quieres que le meta en 10 minutos si ya está dentro.
  • Huy, perdón, qué raro, es que el cajero hace cosas raras, ¿sabes?
  • Pues no, no lo sé, pero ya lo voy sabiendo –digo sonriendo.

Aunque Marta está muy buena, no parece especialmente diligente y sí desprende un poco de bobería. No en vano, una chica que lleva un llavero con su nombre para recordar cómo se llama no puede ser muy espabilada.

Desaparece detrás del cajero y empieza a hacer cosas, yo no sé qué porque sólo veo parte de su cuerpo pero ahí que se entretiene con traqueteos y empujones. Si no fuera porque va vestida, cualquiera diría que se la están follando una tetra de negros.

El cajero sigue con un concierto de ruidos de lo más extraños y, al cabo de un rato, vuelve y me habla. No abre la puerta que nos separa, imagino que la he intimidado antes al liarme a hostias cual Curro Jiménez contra el cristal.


  • No sé qué le pasa.
  • A ver, esto me ha pasado alguna vez, es sólo sacar la tarjeta y dármela, no tiene mucho misterio.
  • Huy, yo no sé si voy a saber.

Sí, Marta está muy buena pero es subnormal. Desaparece mientras me indica que espere un poco. Y yo que espero. Mi perro se ha meado en el mármol del vestíbulo de la sucursal. Espero que le entren ganas de cagar y esté descompuesto y ahí deje un reguero de mierda líquida que huela hasta el lunes que viene.

Aparece un hombre, gordo y vestido con una horrible camisa de cuadros negros y rojos y empieza el traqueteo de nuevo con el cajero. Se escuchan lo que parecen dos hostias metálicas y vuelve Marta, con su mejor sonrisa, una de esas sonrisas que cuando te las dirigen ya parece que te estén haciendo una mamada y casi puedes sentir como la punta de tu polla se empapa en saliva, y me ofrece mi tarjeta. Como es boba aunque está muy buena, no abre la puerta, sino que se pone a cuatro patas y me la hace llegar por el resquicio que hay entre la hoja practicable y el suelo de mármol. O a lo mejor no es tan tonta, porque veo unos pezonacos que da miedo verlos.

Se incorpora y me sonríe, disculpe las molestias y vuelva cuando quiera.

Mierda, he pisado el meado de mi perro con la rodilla. Da igual, hoy empiezan mis vacaciones y he recuperado mi tarjeta. Y la paja con Marta va a ser histórica. Puta, te quiero.

Y, ahora, vosotros, contad aquí vuestros ataques de ira.
 
Última edición:
Mierda, he pisado el meado de mi perro con la rodilla. Da igual, hoy empiezan mis vacaciones y he recuperado mi tarjeta. Y la paja con Marta va a ser histórica. Puta, te quiero.

Joder, grandioso broche para una historia bien contada.

Yo tambien relacionado con las entidades bancarias tuve un pequeño conato conductal con la directora del banco.

Resulta que tenia que hacer un ingreso y me dirigi a una oficina del Santander. Tambien con doble puerta de esa. Pero los muy majos tenian en el espacio entre puerta y puerta una suerte de taquillas, como si de un gym al que se va a ver poyas se tratara, y unos cartelitos muy simpaticos que basicamente te indicaban que dejaras todo lo metalico que llevaras en la taquilla para que la puerta que daba acceso al interior se pudiera abrir al pasar por el detector que la custodiaba. Bueno pues yo que nunca habia visto nada parecido pense a mis adentro, anda que gracioso jeje. Jeje sus muertos. Deje movil, llaves y cinturon y aquello no abria. Vuelvo a las taquillas y pienso, coño las monedas, menudo retard que soy jeje. Dejo las monedas y la cartera (por si acaso) lo vuelvo a intentar y nada.
Como llevaba algo de prisa y tenia resaca ese dia, estaba un poco alterado. Pero si hay algo que me altera mas que llevar prisa y no poder avanzar en mis cosas porque una puta puerta no se abre, es que me ignoren. Y es que las dos putas que estaban dentro viendo como me peleaba con la puerta y gesticulando para que me abrieran, tras decirme que dejara todo lo metalico en las taquillas se dedicaron a ignorarme. A punto de pirarme de alli por no montar un escandalo cai en la cuenta de que con la empanada llevaba las gafas puestas. Coño las gafas, titanio, era eso!, pense.

En este punto me gustaria incidir en lo alienante que resultaba tener que abrir la taquilla, dejar algo, cerrar la taquilla, ir a la puerta, pelearse con la misma y volver a la taquilla. La puta puerta no abrio y perdi los nervios del todo y me puse a vociferar y empujar y tirar de la puerta como un desquiciado pero durante unos pocos segundos. No tenia ganas de lios, pero tenia que soltar lastre. Entonces cai en la cuenta de que llevaba unos pantalones vaqueros puestos ese dia, bastante inusual en mi por aquellos entonces, y deduje que eran los botones de los mismos los que me impedian el paso. Asi que desde la puerta me puse a gritarle a la directora que me abriera, que eran los botones de los pantalones. Y la muy cerda, despues de estar de 5 a 10 minutos haciendo el canelo me dice que me vaya a otra oficina. Me dieron ganas de matarla, pero la prisa y la puerta me lo impidieron. Asi que ya con mas ganas de tocar las bolas que de hacer el dichoso ingreso me baje los pantalones hasta los tobillos y segui gritando que si lo que queria era verme el paquete que me lo dijera que yo no tenia problema pero que abriera la puerta de una vez. Continuo con su estrategia de ignorarme, supongo que ya por puro miedo y mas pensando en darle al boton del panico que de atender a un cliente, y tuve que desistir del todo.

Al agacharme para recogerme los pantalones me clave en la mano algo duro. Dafuq? Resulta que llevaba un boligrafo dentro de uno de los bolsillos traseros, que nunca utilizo mas que para llevar la cartera, y no se si el muelle o la punta metalica del mismo era lo que hacia que el detector me estuviera trolleando. Como no tenia ya nada que perder probe a dejar eso en la taquilla, y efectivamente la puerta me dio el ok.
No podeis imaginar la satisfaccion que senti en ese momento por una gilipoyez como esa. Camino a la caja me limite a hacer el dichoso ingreso y antes de salir me dirigi a donde estaba la directora sentada, la cual ni se habia dignado a decirme nada, y basicamente le dije que era una prostituta de bajo coste. Ademas se lo dije sin tutear. "Es usted una prostituta barata". Entonces si levanto la cabeza de sus quehaceres, dirigiendo la mirada a mis ojos y pude percibir como sus labios se apretaban, mientras ella luchaba por no dejar que se dibujara un rictus triste en su cara. No me contesto, tampoco recuerdo si le di tiempo a ello. Tenia prisa asi que tal cual le solte lo que pensaba me fui.

A las pocas semanas me entere de que hacia no mucho tiempo de mi visita habian atracado la oficina y que en otras sucursales la misma mujer habia tenido ya mas de un susto. Que habia estado de baja por depresion una temporada y que se habia reincorporado unos dias antes de mi desafortunado suceso con la puerta.

Creo que aquellos labios apretados no era sino un puchero y una forma de manifestar que acababa de apagar cualquier luz que quedaba en su vida. Luego me senti un poco mal, pero es que la muy zorra me ignoraba mientras yo estaba medio en bolas como un imbecil, y es que eso no puede ser.
 
El odio entristece el corazón del Niño Jesús. Tenéis que sembrar semillitas de cariño en el corazón de los hombres.
 
Buen relato. Yo iría el lunes a la hora del cierre y la invitaría a unas cañas. Quién sabe.

Intentaré hacer memoria de la última vez que me dió un ataque de ira. No recuerdo la última y con la edad ya paso de enfadarme.

Suelo ser una persona tranquila y paciente, y suelo empatizar con el que tengo delante.

Pero cuando me sacan de mis casillas...
 
A mí no me suelen dar. Aparte de pegar cuatro gritos y cagarme en dios, la cosa no va más allá.

Sin embargo hace un par de meses casi exploto. La cosa no llegó a la agresión física, pero a punto estuve.

Estaba yo un poco quemado esa mañana, que el trabajo ya me quema la sangre con sólo pensar en él. Al llegar a casa, y no recuerdo por qué tontería, discuto con mi novia. No tengo yo mejor cosa que hacer que para un rato en el que puedo estar distraído y tranquilo tener una pelea por absurdeces de tía con síndrome premenstrual. Pues ahí que tuve la discusión, de estas que van escalando y escalando y te ponen en el disparadero. Quiere la casualidad que después de comer salgamos juntos en la misma dirección a la misma hora, así que ahí que salgo con ella, mientras me taladra la oreja por la calle, tan ricamente. En un momento dado me siento en un banco, en plan "yo me quedo aquí, sigue tú andando con tus tonterías". Se me sienta al lado y me sigue taladrando la oreja, mientras por dentro yo estaba ya que se me llevaban los demonios y hasta empezaba a levantar el tono de voz en la discusión.

Y de repente, frente a mis ojos, veo un vaso de plástico del McDonalds sostenido por una mano sucia pegada a un brazo vestido por un traje sucio roto y viejo y al final del brazo un puto gitano rumano de setenta años con mierda que databa de la época de Ceaucescu pegada a su sucia cara de sucio gitano rumano de mierda.

- No.

- Siniore unaaaaa monedaaaa

- NO, cojones, QUE NO, ¿No ves que estoy discutiendo?

- SINIORE PORFAVOREEEE

- QUE NOOOOOOOO

- SINIOREEE

- QUE TE VAYAS DE AQUÍ QUE TE REVIENTO, ME-CAGO-EN-DIOS.

A mi novia se le escapa la risa floja, a una familia que estaba pasando por nuestro lado se le cambia el rictus de la cara y dan todos un paso alejándose, en perfecta sincronía, y al gitano de mierda lleno de mierda no se le ocurre más que decir "Por favooree solo quiero moneda" mientras yo ya empiezo a gritar a voz en cuello con todas mis fuerzas y con mi peor cara "Vete de aquí que te reviento, fuera, hijo de puta", lo cual hizo que el tío se alejase, no sin amenazarme, cuando estuvo lo suficientemente lejos, con cortarme el cuello mientras se pasaba el dedo índice por la garganta.

Estuve en ese momento en el que hizo ese gesto muy muy cerca de levantarme y reventarle la puta cabeza ahí mismo, cosa que hubiera hecho si no me llega mi novia a parar, porque desde luego los testigos que había alrededor se habían quedado petrificados y ellos no hubieran podido hacer nada.


Lo bueno de esto es que mi novia dejó el tema, se quedó más suave que un guante y no me volvió a recordar la gilipollez por la que discutimos en todo el día. Al gitano no lo he vuelto a ver por mi barrio, pero me quedé con su cara y se la tengo jurada. Como le vuelva a ver se come el vaso de plástico.
 
A mí no me suelen dar. Aparte de pegar cuatro gritos y cagarme en dios, la cosa no va más allá.

Sin embargo hace un par de meses casi exploto. La cosa no llegó a la agresión física, pero a punto estuve.

Estaba yo un poco quemado esa mañana, que el trabajo ya me quema la sangre con sólo pensar en él. Al llegar a casa, y no recuerdo por qué tontería, discuto con mi novia. No tengo yo mejor cosa que hacer que para un rato en el que puedo estar distraído y tranquilo tener una pelea por absurdeces de tía con síndrome premenstrual. Pues ahí que tuve la discusión, de estas que van escalando y escalando y te ponen en el disparadero. Quiere la casualidad que después de comer salgamos juntos en la misma dirección a la misma hora, así que ahí que salgo con ella, mientras me taladra la oreja por la calle, tan ricamente. En un momento dado me siento en un banco, en plan "yo me quedo aquí, sigue tú andando con tus tonterías". Se me sienta al lado y me sigue taladrando la oreja, mientras por dentro yo estaba ya que se me llevaban los demonios y hasta empezaba a levantar el tono de voz en la discusión.

Y de repente, frente a mis ojos, veo un vaso de plástico del McDonalds sostenido por una mano sucia pegada a un brazo vestido por un traje sucio roto y viejo y al final del brazo un puto gitano rumano de setenta años con mierda que databa de la época de Ceaucescu pegada a su sucia cara de sucio gitano rumano de mierda.

- No.

- Siniore unaaaaa monedaaaa

- NO, cojones, QUE NO, ¿No ves que estoy discutiendo?

- SINIORE PORFAVOREEEE

- QUE NOOOOOOOO

- SINIOREEE

- QUE TE VAYAS DE AQUÍ QUE TE REVIENTO, ME-CAGO-EN-DIOS.

A mi novia se le escapa la risa floja, a una familia que estaba pasando por nuestro lado se le cambia el rictus de la cara y dan todos un paso alejándose, en perfecta sincronía, y al gitano de mierda lleno de mierda no se le ocurre más que decir "Por favooree solo quiero moneda" mientras yo ya empiezo a gritar a voz en cuello con todas mis fuerzas y con mi peor cara "Vete de aquí que te reviento, fuera, hijo de puta", lo cual hizo que el tío se alejase, no sin amenazarme, cuando estuvo lo suficientemente lejos, con cortarme el cuello mientras se pasaba el dedo índice por la garganta.

Estuve en ese momento en el que hizo ese gesto muy muy cerca de levantarme y reventarle la puta cabeza ahí mismo, cosa que hubiera hecho si no me llega mi novia a parar, porque desde luego los testigos que había alrededor se habían quedado petrificados y ellos no hubieran podido hacer nada.


Lo bueno de esto es que mi novia dejó el tema, se quedó más suave que un guante y no me volvió a recordar la gilipollez por la que discutimos en todo el día. Al gitano no lo he vuelto a ver por mi barrio, pero me quedé con su cara y se la tengo jurada. Como le vuelva a ver se come el vaso de plástico.

Va a pagar un pobre mendigo, valga la redundancia, los errores de tu novia. Joder, que todo se hubiera solucionado con una buena somanta en cualquier esquina :lol:. Calentamiento de oreja por calentamineto de lomo, seems legit.
 
Va a pagar un pobre mendigo, valga la redundancia, los errores de tu novia. Joder, que todo se hubiera solucionado con una buena somanta en cualquier esquina :lol:. Calentamiento de oreja por calentamineto de lomo, seems legit.

Mira que sabía que os ibais a poner del lado de un mendigo profesional gitano y rumano.

Sois así. Sois así. :lol:
 
Da la casualidad de que hace algún tiempo yo también me topé con un gitano rumano, se llama Victor y acude cada día a la puerta del supermercado de enfrente de mi casa. Nunca pide con cartelito o con palabras, simplemente se sienta en una manta con su perro y deja un plato en la acera. Algunas señoras le dejan el cambio de la panaderia y Victor se compra unas cruzcampo y algo de comida para su mascota. Algunas veces me lo he encontrado de noche volviendo a casa en algún callejón o en un cajero automático, nunca me pidió nada, sólo me dio las buenas noches. Es bastante tranquilo y en todo el tiempo que lleva viviendo literalmente en las calles de mi barrio nunca se ha metido con nadie.

Una noche mi señor y yo nos quedamos tirados en la estación de bus habiendo perdido el penúltimo y esperando hasta las tantas que saliera el de medianoche. Victor estaba en uno de los bancos del interior de la estación, con un carrito de la compra, un paraguas atado a él, su perro y algunas bolsas del super. La limpiadora de la estación de autobuses llamó a la policia para que despertaran a Victor puesto que llevaba una cogorza terrible, aunque no vi en ningún momento que ella intentara por las buenas echarle.

Llegaron enseguida tres policias, una de ellas era una mujer. Los dos hombres entraron conversando tranquilamente y la mujer, se adelantó a ellos y aligerando hacia Victor y a voces, le cogió su carrito de la compra y le amenazó con lanzárselo a la basura si no movía el culo inmediatamente. Los otros dos policias se quedaron observando apartados y se les escapó una risa floja. Habiendo lucido ya sus capacidades frente a sus colegas policia, la agente se alejó de Victor con mirada despectiva y altanera, con asco como si se tratara de un leproso, un hombre mayor encorbado y ajado que llevaba un perro como única compañía y un carro de la compra como samsonite.


Me quedé atónita por el despliegue policial para echar a un vagabundo de una estación de bus. Estoy segura de que si no hubiéramos estado 3 o 4 personas en esa estación se hubiera cebado mucho más con ese hombre, aprovechando que era una de las pocas oportunidades en las que podía lucirse una persona inutil que únicamente tiene una plaza de policia por llenar el cupo femenino. Esa hija de puta abusadora y sus cómplices bufones no son en absoluto mejores que Victor. En nada.


Lo normal es que uno al leer sus posts se dé cuenta de la clase de púrria que es contando ciertas cosas. Otra cosa bastante penosa es que personas que antaño parecían humildes y hasta ligeramente edificantes, se conviertan con el paso del tiempo en personas injustas y engreídas y deterioradas.


Me voy a celebrar mi cumpleaños.
 
Intento tratar con el mismo respeto a todo el mundo, sea un policía o un vagabundo. El día de mañana puede girar la rueda y ser yo el que pida.
 
Estoy segura de que si no hubiéramos estado 3 o 4 personas en esa estación se hubiera cebado mucho más con ese hombre, aprovechando que era una de las pocas oportunidades en las que podía lucirse una persona inutil que únicamente tiene una plaza de policia por llenar el cupo femenino. Esa hija de puta abusadora y sus cómplices bufones no son en absoluto mejores que Victor. En nada.

No, simplemente Victor es mejor que todos ellos juntos y ella fué toda su vida un gusano despreciable, pero todavia no se lo habrá dicho nadie. Ni siquiera esos compañeros, no vaya a ser que pierdan su oportunidad de metersela.

Ojalá se pudra.


Intento tratar con el mismo respeto a todo el mundo, sea un policía o un vagabundo. El día de mañana puede girar la rueda y ser yo el que pida.

Concrepo.
 
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Da la casualidad de que hace algún tiempo yo también me topé con un gitano rumano, se llama Victor y acude cada día a la puerta del supermercado de enfrente de mi casa. Nunca pide con cartelito o con palabras, simplemente se sienta en una manta con su perro y deja un plato en la acera. Algunas señoras le dejan el cambio de la panaderia y Victor se compra unas cruzcampo y algo de comida para su mascota. Algunas veces me lo he encontrado de noche volviendo a casa en algún callejón o en un cajero automático, nunca me pidió nada, sólo me dio las buenas noches. Es bastante tranquilo y en todo el tiempo que lleva viviendo literalmente en las calles de mi barrio nunca se ha metido con nadie.

Una noche mi señor y yo nos quedamos tirados en la estación de bus habiendo perdido el penúltimo y esperando hasta las tantas que saliera el de medianoche. Victor estaba en uno de los bancos del interior de la estación, con un carrito de la compra, un paraguas atado a él, su perro y algunas bolsas del super. La limpiadora de la estación de autobuses llamó a la policia para que despertaran a Victor puesto que llevaba una cogorza terrible, aunque no vi en ningún momento que ella intentara por las buenas echarle.

Llegaron enseguida tres policias, una de ellas era una mujer. Los dos hombres entraron conversando tranquilamente y la mujer, se adelantó a ellos y aligerando hacia Victor y a voces, le cogió su carrito de la compra y le amenazó con lanzárselo a la basura si no movía el culo inmediatamente. Los otros dos policias se quedaron observando apartados y se les escapó una risa floja. Habiendo lucido ya sus capacidades frente a sus colegas policia, la agente se alejó de Victor con mirada despectiva y altanera, con asco como si se tratara de un leproso, un hombre mayor encorbado y ajado que llevaba un perro como única compañía y un carro de la compra como samsonite.


Me quedé atónita por el despliegue policial para echar a un vagabundo de una estación de bus. Estoy segura de que si no hubiéramos estado 3 o 4 personas en esa estación se hubiera cebado mucho más con ese hombre, aprovechando que era una de las pocas oportunidades en las que podía lucirse una persona inutil que únicamente tiene una plaza de policia por llenar el cupo femenino. Esa hija de puta abusadora y sus cómplices bufones no son en absoluto mejores que Victor. En nada.


Lo normal es que uno al leer sus posts se dé cuenta de la clase de púrria que es contando ciertas cosas. Otra cosa bastante penosa es que personas que antaño parecían humildes y hasta ligeramente edificantes, se conviertan con el paso del tiempo en personas injustas y engreídas y deterioradas.


Me voy a celebrar mi cumpleaños.
Tampoco hiciste nada por cambiarlo. No eres mejor que ella.
 
Nunca entendí por qué somos tan perros con los que peor están y luego le olemos el hojaldre a quien nos mea en la cara (no literalmente).
 
Tampoco hiciste nada por cambiarlo. No eres mejor que ella.


El tema del post es que si quieres realmente conocer a alguien, le des poder y verás la clase de persona en la que se convierte cuando tiene a alguien débil y marginal delante.

Que yo hubiera hecho algo sólo hubiera traído peores consecuencias. Ser defensor de las causas perdidas es una postura inútil, me hubiera enfrentado a una retrasada con placa y a cambio hubiese obtenido nada en el mejor de los casos.

No es justo, pero nunca lo es.
 
Que yo hubiera hecho algo sólo hubiera traído peores consecuencias. Ser defensor de las causas perdidas es una postura inútil, me hubiera enfrentado a una retrasada con placa y a cambio hubiese obtenido nada en el mejor de los casos.

Claro, es mucho mejor venir a dar lecciones de moral a un foro de internet. Claro que sí, con dos cojones, no vaya a ser que hicieras algo y te arriesgases a salir mal parada. Tenemos la sociedad que nos merecemos.

Si eres una cobarde al menos ten la decencia de no señalar las faltas de los demás, porque no eres, ni de lejos, la más indicada.
 
Última edición:
Tenemos un foro de machotes asustaviejas y pegamendigos.

Algún día os contaré como tomé, en el nombre de diós y el rey de España, un bar lleno de aztecas en el año de nuestro señor dosmil y pico en el día de año nuevo, que dejó las aventuras de Pizarro a la altura de las travesuras de un infante de tierna edad en un colegio de curas.
 
Última edición:
Yo no soy muy de tener ataques de ira. Pero por ejemplo hoy, entro en una partida multiplayer del Rome 2 y pregunto:
¿rules?
Y me contesta el Host, "no art".
Empieza la partida y encima de hacer pikebox tenía 2 onagros. Vamos un despropósito.
Me he alterado de tal manera que he escrito varias veces la palabra "noob", "fucking nooooob" y "retard".
Al final lo he ganado y se me ha pasado.
 
Yo no soy muy de tener ataques de ira. Pero por ejemplo hoy, entro en una partida multiplayer del Rome 2 y pregunto:
¿rules?
Y me contesta el Host, "no art".
Empieza la partida y encima de hacer pikebox tenía 2 onagros. Vamos un despropósito.
Me he alterado de tal manera que he escrito varias veces la palabra "noob", "fucking nooooob" y "retard".
Al final lo he ganado y se me ha pasado.
qué cojones es no art ticket box y onagros gracias de m***** abrazo
 
Claro, es mucho mejor venir a dar lecciones de moral a un foro de internet. Claro que sí, con dos cojones, no vaya a ser que hicieras algo y te arriesgases a salir mal parada. Tenemos la sociedad que nos merecemos.

Si eres una cobarde al menos ten la decencia de no señalar las faltas de los demás, porque no eres, ni de lejos, la más indicada.

Entonces, según tú, la tipa esta tendría que haber hecho algo porque otra tipa (policía, autoridad, no lo olvidemos) grita y trata mal a un mendigo.

¿Qué sugieres? ¿Tirones de pelo? ¿Pelea a arañazos? ¿Insultos de negra?

¿Qué habrías hecho tú?

Recuerda que ella no llevaba perro para mearse en el suelo.
 
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Entonces, según tú, la tipa esta tendría que haber hecho algo porque otra tipa (policía, autoridad, no lo olvidemos) grita y trata mal a un mendigo.

¿Qué sugieres? ¿Tirones de pelo? ¿Pelea a arañazos? ¿Insultos de negra?

¿Qué habrías hecho tú?

Recuerda que ella no llevaba perro para mearse en el suelo.
Con que no lo cuente aquí intentando dar lecciones de moral habría bastado.

Acercarse al mendigo al que se ve que conoce e invitarle a irse con ella a un sitio más apartado para que la limpiadora pudiese limpiar no habría estado mal tampoco, eh.

Pero nada, ella es muy moderna porque señala las faltas de los demás en un foro y con el coño caliente en casa. Pero, cuidado, si ve una placa ya no, ya se asusta y todo se va a la mierda. Imagino que tú eres igual de valiente y lanzado detrás de un ordenador.
 
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