En mis tiernos 19 años, en una época de mi vida en que salir de fiesta no me daba asco sino que incluso me gustaba, un buen día entramos los colegas en un bar nuevo. Había una camarera delgada que era una puta monada, 24 tenia ella por aquel entonces. No me acuerdo que cojones hice pero le debí caer simpático. A la semana siguiente entré entre el gentío (era el típico bar abarrotado en el que te tienes que abrir hueco en la barra como si fuese un concierto de One Direction) sin prestarle ninguna atención, suponiendo que no se acordaría de mi, y me recibió con un "EY MORENAZOOO! lo cual me sorprendió muy mucho. A aquella camarera, atractiva y lozana como era, le pasaba como a la mayoría de camareras atractivas y lozanas de la mayoría de discotecas, clubes y bares de copas, que son objetivos de las miradas lascivas y lances de incontables machos cada noche, por lo que pasan de todo el mundo como roboces.
Sorprendentemente uno de esos primeros días empezó por invitarme a la copa que pedí, y desde ese día no volví a pagar nada durante los dos años que siguió por allí.
Luego me empezó a hacer tilín y como cretino mayúsculo que era, para atraer su atención a veces me presentaba ante ella con frases como "¿Qué, hoy no me invitas a nada?" o "!no, no, hoy me la cobras, quita, llama al camarero!", hablando alto, y abriendo mucho la boca que es como hablan los borrachos, a lo que ella ponía caras de asco y disgusto que mi cerebro no procesaba. Me arrepiento de ese comportamiento hacia una chica que fue siempre tan simpática y tan paciente.
Un día en navidades fui a liquidar la faena. Estuvimos hablando un rato largo y cuando la veía mas receptiva le dije que en nochevieja le invitaba yo a una, por una vez. Aceptó, con una sonrisa que era luz verde para mi. Cuando salí en nochevieja me acabé cabreando con mis dos colegas, que no recuerdo por qué no me hacían ni puto caso, que es una cosa que me hace hervir de ira, que me ignoren o me dejen de lado en un grupo. Pues me fui para casa endemoniado y no volví a saber de esa chica.
Esta inocente historia de postadolescente siempre ha sido un recuerdo amargo, porque aquella chica llegó a gustarme pero mi yo borracho la trató algunas veces poco caballerosamente y que cojones, que también me la quería follar. Y las copas gratis, muy importante eso.
A otra camarera de un bar rockero si que me la pinché. Había siempre una camarera argentina que estaba mas buena que su puta madre y no me hacia caso, aunque el bar estaba siempre a medio gas. El caso es que entró a trabajar la otra un día y ya cuando se fue marchando la gente y estaba ociosa reparó en la conversación que teníamos sobre los grupos que habíamos visto en un festival días antes. Se acopló a nosotros desde su lado de la barra mientras me ponía el escote en buen angulo visual y manoseaba la pulsera del festival (muy importante romper la barrera del contacto físico).
Al cerrar nos fuimos a tomar una copa por ahí, dejamos a mis amigos al rato y acabamos en un cuchitril (chamizo lo llamamos aquí, un tugurio de amigos para beber y fumar porros) que tenían unos amigos de ella
, nada mas entrar me tiró en un sofá mugroso y me hizo un mamadón de los que te desaparecen los globos oculares dentro del cráneo.
FIN
Siempre he tendido a sentirme atraído por chicas que se parapetan detrás de barras o mostradores, no sé por qué. En un bar, de tirarle la caña a alguien, por norma general siempre será la camarera, antes que cualquier otra, aunque sea un desafío mucho mas difícil y huela a fracaso. Bueno, eso cuando salia de noche, ya no hago de eso.