Sigamos con el adoctrinamiento. Ahora toca la señera
Las banderas como símbolo y testimonio de una “nación” son muy tardías (posiblemente del siglo XVIII). Durante la Edad Media las banderas sólo representaban al Rey de Aragón, ya que las “naciones” se consideraban entonces como el conjunto de hombres que dependen de un rey.
Las “barras” son de origen aragonés y no catalanas, responden a una enseña real y no condal.
Y sin embargo, nuestros queridos catalanes no podían disponer de pendón o bandera, ya que esta prerrogativa era exclusiva de Reyes, y Barcelona, como condado, no disponía de ese privilegio.
El primer uso conocido y oficial de las “barras” se verifica en el rey de Aragón Alfonso II. A partir de ese momento, la tradición universal llama a tales palos “barras de Aragón” y, en el momento, tardío, en que se empiezan a canonizar las reglas del arte del blasón, la palabra “Aragón” sirve, específicamente, para designar los palos de gules sobre campo de oro.
La más antigua representación gráfica de la bandera del rey de Aragón se encuentra en las pinturas góticas del castillo de Alcañiz (Teruel), datadas de entre finales del siglo XII y principios del XIII, que representan la conquista de Valencia por el rey Jaime I. Allí se encuentran las “barras” rojas sobre fondo amarillo.
En los Anales del Reino de Aragón realizados entre los años 1562 y 1580 por Jerónimo de Zurita, (incuestionable su autoridad como cronista moderno y su método historiográfico riguroso. Muestra una nueva concepción de los deberes de un historiador y, no contento con los amplios materiales guardados en los archivos de Aragón, buscó sus fuentes en los Países Bajos, Roma, Nápoles y Sicilia, para encontrar documentos de primera mano que le permitieran replantear la historia desde sus materiales más fidedignos), leemos en el tomo I, folio 91, página 1, que el Papa Inocencio III autorizó a D. Pedro II Rey de Aragón, Conde de Barcelona y Señor de Monpelier, a usar como propios los colores del Gonfalón o estandarte de la Iglesia,
(palos rojos sobre dorado), al renunciar D. Pedro, al derecho que tenía como rey, a nombrar Obispos a su capricho (cosa normal y privilegio de todos los reyes medievales), y declararse él y sus descendientes y con él todos sus territorios, feudatario de la Santa Sede. Eso ocurría el año 1.204.
Los Condes de Barcelona, El Reino de Valencia, Baleares, Sicilia, Nápoles, la ciudad valenciana de Alguer e incluso el sur de Francia tienen en sus escudos heráldicos la señal “DEL REY “como prueba de que todos ellos formaban parte de la gloriosa Corona de Aragón, como así aparece en documentos, testimonios, historia, escudos, pinturas, tablas, manuscritos, ilustraciones, pergaminos, bordados y tejidos.
De todos es conocida la mentira extendida por los catalanistas de esa leyenda inventada en el siglo XVI sobre el conde Wilfredo el Velloso, pero no pasa de ser una falsa tradición, rechazada íntegramente por todos los historiadores.
Los catalanistas opinan que las “barras” ya las utilizaban los condes de Barcelona, aunque lamentan que los sellos conservados del conde barcelonés Ramón Berenguer IV no las presenten. Incluso es posible que se hayan producido alteraciones en los testimonios conservados. Por fortuna se ha catalogado recientemente uno de esos sellos, conservado en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, y alli se observa que la enseña de Ramón Berenguer IV tiene en su escudo una especie de escamas triangulares. Si eso fuese asi, habría que estudiar los restantes sellos conservados del conde, con objeto de ver si han sido manipulados para borrar un testimonio epigráfico de primera importancia.
No está de más recordar que en 1285 la crónica de Bernard Desclot (historiador catalán) precisaba aquello de: «No pienso que galera o bajel o barco alguno intente navegar por el mar sin salvoconducto del rey de Aragon, sino que tampoco creo que pez alguno pueda surcar las aguas marinas si no lleva en su cola un escudo con la enseña del rey de Aragón».