Yo soy una mujer negra transhomolesbiana empodeara y puedo hacer LO QUE QUIERA.
Y ahora mismo quiero mandarle a tomar por el culo.
Pues nada, entonces. No sé qué coño estoy discutiendo, si no puedo discutir lo que usted dice, porque lo que usted dice solo lo dice para que yo diga que lo que usted dice no me acaba de encajar. Bien jugado.
Li qui yi diji iri itri quisi, ninininini. Si vamos a cambiar de reglas una vez empezado el juego, me enfado y no respiro.
Y mi polla de mujer negra morena. El futuro ya está escrito, y la gloriosa nación Española solo desaparecerá con el estallido en supernova de la estrella del tipo G que llamamos Sol.
Bueno, venga, vamos en serio a partir de aquí.
Si usted no quería decir lo que yo interpreté, ruego me disculpe. Al ver escrito "identidad colectiva de nación" me sonó a lo de siempre, cuatro merluzos que deciden qué es ser español (o catalán, o vasco, o francés, ya que estamos) y todo lo que se salga de ahí es no ser español. Peligroso, es el juego al que están jugando los nacionalistas, y como todo aquello que juega con los sentimientos (una nacionalidad, más allá de papeles, leyes y otras construcciones abstractas para regular la convivencia entre individuos, no deja de ser un sentimiento) es una cosa que se sabe como empieza pero no como acaba. Empezamos diciendo que "somos mejores que los españoles" y acabamos lapidando a todo aquel que no tenga 16 apellidos catalanes por parte de cada abuelo.
Al meollo. A la gente no se le puede obligar a ser de una nacionalidad, por mucho que hayan nacido en el territorio de esa nación. Se les puede obligar a tener esa nacionalidad, y obligar a cumplir las leyes vigentes. Y hasta ahí. Ni usted ni nadie puede obligar al MHP Torras o al Ex-MHP Puigdemont a ser español. Sí, tendrán la nacionalidad, pero no serán españoles ni se identificaran con España.
Lo único que puede hacer es convercerlos, tanto a ellos como a los que les siguen. De nada sirven cientocincuentaicincos, ni la cabra de la Legión, porque estas cosas no solo no convencen, sino que les dan la razón. Ojo, no digo que no haya que aplicar medidas llegados a este punto. Digo que no se tenía que haber llegado a este punto de ninguna de las maneras. La dejadez pedagógica para con la nación que han tenido los sucesivos gobiernos de España desde la Transición, desde el primero hasta el último, es para cogerlos a todos y empezar a darles de hostias en Madrid y no parar hasta Vladivostok. Porque la nacionalidad se inculca, la nacionalidad se enseña y la nacionalidad se demuestra. Y aquí lo único que se ha demostrado es que los catalanes, o su gobierno, solo interesan al Gobierno de España para aprovar unos presupuestos y poder seguir haciendo el cacique.
Tal y como están las cosas ahora, convencer a la parte que no quiere ser española de que no hay nada mejor que ser español (y vive Dios que no lo hay, y si lo hay no está al alcance del ser humano) va a ser poco menos que imposible porque la idea que venden los que no quieren ser españoles es que ser español es cutre, y la venden muy bien. La idea de ser español que venden los que quieren ser españoles es aún más cutre, y la venden incluso mejor.
Y sin cambiar eso, la cosa solo puede ir a peor.