Joder, como si lo estuviera viendo. otra vez has ido al pueblo de tus padres este año, te has puesto flamenco otra vez en la barra del bar mientras alardeabas de novia macizorra nueva y te ha pasado como todos los años. Te han emborrachado hasta que has perdido el conocimiento, se han vuelto a follar a tu novia, y te has pasado todo el dia siguiente con los pies metidos en un barreño de agua fria intentando recobrar el que el cuerpo se te arregle.
No hay cojones con vosotros, todos los años igual.
Yo todos los años voy a pasar el menos una semana al pueblo, y siempre me toca juntarme con los autóctonos de allí, porque el resto de veraneantes de mi generación son más pijos que su puta madre, y para pegarme una fiestas en condiciones lo mejor es ajuntarse a los borrachuzos del lugar. En mi propio pueblo no surge conflicto alguno, porque muchos son primos míos, y los que no lo son me conocen desde pequeño así que para el caso es igual.
El problema es cuando vamos a los pueblos de alrededor, que la mayoría se conocen por trabajar por la zona y tal y suele haber cordialidad entre ellos, pero a mi me ven como "el de fuera", y al principio sí que eran bastante propensos a retarme a beber: que si "a ver cuanto aguantan estos maños bebiendo", que si "a nosotros no nos tumbas" (como si todo consistiera en una competición, cosa que tampoco entiendo).
En esos casos no me ha quedado más remedio que seguir el juego y emborracharme hasta la muerte, y ¿qué ha pasado? ¿he sido humillado vilmente por venir de la ciudad? Pues no. A veces he acabado hecho unos zorros, sin más, como tantas otra veces me ha pasado también en mi propia ciudad, y otras muchas veces al ver que yo era capaz de beber como el que más se han ido tragando su fanfarronería y se han olvidado de que yo era de fuera.
Especialmente sangrante fue el caso de un puto gordo de mierda con el cual tuve la desgracia de toparme hará unos años. Llegamos a su pueblo y yo no sé por qué cojones el tío la empezó a tomar conmigo en cuanto nos juntamos con su grupo. Más tarde me enteré de que era porque hacía un par de días, en otro pueblo, yo había estado arrimando la cebolleta a una chavala que por lo visto le gustaba, y el cabrón me tenía rencor.
El caso es que yo por aquel entonces estaba en plena época de efevescencia alcohólica (si llega a pillarme ahora me revienta, eso es cierto) y además llevaba una cantidad considerable de farlopa encima (había ido aprovisionado para pasar el mes allí) y le seguí el juego. El cabrón del gordo era el típico tío de pueblo más bruto que un arao, y cada cinco minutos aparecía vociferando por la barra: ¿dónde esta el maño ese, que me voy a tomar otro cubata con él? Yo, cuando iba siendo necesario, me escabullía y me metía una raya si necesitaba vigorizarme, pero aun así vi que me iba a resultar imposible tumbar a aquella mala bestia, así que cuando se me hincharon los cojones me metí un rayote de palmo, salí del baño como los toros cuando los sueltan a la plaza, y me fui directo al gordo: "venga, ahora vamos a echarnos unos chupitazos, que si no esto decae". No me acuerdo de cuantos fue necesario beber, sólo recuerdo estar al borde del colapso cuando ya me avisaron de que el otro había desaparecido de escena. Luego se lo encontraron detrás de la iglesia, vomitando a cuatro patas. Por lo visto vivía en esa dirección, pero no le dio tiempo ni a llegar a casa. Los tres o cuatro que iban con él y que le reían las bravuconadas cuando me incitaba a beber más no sabían ni que decirme. Cerraron la puta boca y se lo llevaron como pudieron.
Luego hubo alguno que me comentó que se había percatado de que yo hacía trampas, porque hacía algún viaje de más a los baños, o me escabullía por algún callejón, pero que no dijeron nada porque ellos estaban también hasta los cojones del gordo aquel y ya tenían ganas de verle morder el polvo.
Con esto lo que quiero decir es que en los pueblos mucho bla bla bla, pero están hechos de la misma mierda que el resto de mortales. No entiendo esa fijación por la cual los catetos de un villorrío perdido en la meseta castellana, o los palurdos de un pueblucho de las alpujarras se creen los superhombres elegidos por el señor, y que los demás somos todos unos mierdas en comparación. Y claro que hay de todo, y también hay gente normal consciente de sus limitaciones, pero mi mensaje inicial va para los que como tú, señor Curro Jimenez, se creen los reyes del mambo por ser de un pueblucho de tres al cuarto. Que os follais a las mozas de Barna, Valencia y no sé donde que van allí a veranear, ¿y qué tiene eso de especial? Aquí en la ciudad nos follamos a erasmus de toda Europa y del resto del mundo, ¿y qué tiene eso de triunfador? Lo que realmente sería de triunfadores sería que fueras tú a Barcelona, a Estocolmo o al Pernambuco y te zumbases a la que quisieras, ¿qué mérito tiene hacerlo con las que van a tu puto villorrío? En todo caso las triunfadoras serán ellas, digo yo.
Y que sí, que esa mentalidad está de puta madre mientras no te muevas de tu pueblo, pero en el momento en el que te toque salir harás el ridículo, como lo hacen todos los que van con los mismos aires que tú. Y si no sales nunca, pues chico, muy triste me parece pegarse toda la puta vida encerrado en el mismo puto pueblucho.