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Bien, pues de ir al cine se trata.
Al cine se iba a ver cine, claro. Cuando el único sitio donde se podía ver cine era en el cine. Ergo el que quería peces se tenía que mojar el culo, al precio que le dijeran, y el ir ver una peli llevaba aparejado ese acto inevitable, así como toda una liturgia; ir al cine era un evento en sí mismo independientemente de la película.
Luego el cine se veía también en casa, pero meh, verse una peli con anuncios en un televisor de tubo no era ni de lejos lo mismo, y tenías que estar a lo que te pusieran a la hora que te lo pusieran, y si no te lo ponían te jodías, ergo las salas seguían ganando. El videoclub llevó a quitar de enmedio esto último, a costa de la calidad del visionado, pero como aquí la peña no se coscaba y permitía una flexibilidad grande, pues oye, por bastante menos que el cine lo tienes en casa a la carta. Ya las salas acusaron el golpe. Esto avanzó más con el DVD, y, por contra, el hecho de ir a las salas seguía como antes, o peor, porque mucho sensorround pero la pantalla cada vez más y más pequeña, y donde había una pantalla de veinte metros ahora hay tres de seis. Y ahora seguimos con el gratis total del internet a full HD y plasmas de 50" mientras las pantallas cada vez más reducidas -y en las grandes se proyecta directamente mierda y hay que trasponer a las afueras para ir a verlo con lo cual súmale la inexcusable, ya sí, cena fuera + copas, porque no te vas a ir al Equinoccio para volverte pero sí podías irte a la Gran Vía y volverte sin más)
Es decir, la experiencia de ver el cine en casa ha ido a mejor de manera exponencial y la de ver el cine en el cine a peor. Vamos, que no sé qué hostias esperan, no sé qué no ven claro de toda esta sarta de obviedades o qué venda tienen en los ojos que no les deja ver que es por esto y no por IVAs, subvenciones, ayudas o qué, sino porque no les sale de los cojones compensar las sustanciales mejoras de ver el cine en casa. Hablan desde el lado de la caja, no se ponen en lo que el espectador, lo que el cliente, quiere: en él no piensan, piensan en que si no les llena la caja el cliente se la tiene que llenar otro, y vuelven la mirada al estado, cómo no, porque claro, en el mundo cinematográfico Papá Estado ha dado de comer a demasiados muertos de hambre y quieren su ración.
Al cine se iba a ver cine, claro. Cuando el único sitio donde se podía ver cine era en el cine. Ergo el que quería peces se tenía que mojar el culo, al precio que le dijeran, y el ir ver una peli llevaba aparejado ese acto inevitable, así como toda una liturgia; ir al cine era un evento en sí mismo independientemente de la película.
Luego el cine se veía también en casa, pero meh, verse una peli con anuncios en un televisor de tubo no era ni de lejos lo mismo, y tenías que estar a lo que te pusieran a la hora que te lo pusieran, y si no te lo ponían te jodías, ergo las salas seguían ganando. El videoclub llevó a quitar de enmedio esto último, a costa de la calidad del visionado, pero como aquí la peña no se coscaba y permitía una flexibilidad grande, pues oye, por bastante menos que el cine lo tienes en casa a la carta. Ya las salas acusaron el golpe. Esto avanzó más con el DVD, y, por contra, el hecho de ir a las salas seguía como antes, o peor, porque mucho sensorround pero la pantalla cada vez más y más pequeña, y donde había una pantalla de veinte metros ahora hay tres de seis. Y ahora seguimos con el gratis total del internet a full HD y plasmas de 50" mientras las pantallas cada vez más reducidas -y en las grandes se proyecta directamente mierda y hay que trasponer a las afueras para ir a verlo con lo cual súmale la inexcusable, ya sí, cena fuera + copas, porque no te vas a ir al Equinoccio para volverte pero sí podías irte a la Gran Vía y volverte sin más)
Es decir, la experiencia de ver el cine en casa ha ido a mejor de manera exponencial y la de ver el cine en el cine a peor. Vamos, que no sé qué hostias esperan, no sé qué no ven claro de toda esta sarta de obviedades o qué venda tienen en los ojos que no les deja ver que es por esto y no por IVAs, subvenciones, ayudas o qué, sino porque no les sale de los cojones compensar las sustanciales mejoras de ver el cine en casa. Hablan desde el lado de la caja, no se ponen en lo que el espectador, lo que el cliente, quiere: en él no piensan, piensan en que si no les llena la caja el cliente se la tiene que llenar otro, y vuelven la mirada al estado, cómo no, porque claro, en el mundo cinematográfico Papá Estado ha dado de comer a demasiados muertos de hambre y quieren su ración.