El Juanitismo, esa forma de sentir el fútbol que rememora el madridismo cuando apela a la heroica.
Cuando en el Madrid empiezan a manosear el nombre del malogrado jugador, es que están chupando rueda en la Liga o viendo la puerta de salida de la Champions, o las dos a la vez, como así ocurre actualmente. Apelan al cuchillo entre los dientes, al corajudismo, a las trincheras, a morir matando, a pisar la cabeza del contrario si hace falta, en definitiva, a falta de juego buenas son las hostias para amedrentar al contrario. Que nadie se sienta ofendido, porque eso en definitiva es el Juanitismo, amedrentar al contrario por lo civil o por lo criminal para sacar las cosas adelante.
Nunca lo entendí, pese a que Juanito si que es verdad que tenía un carácter guerrero e irreductible, en ocasiones ese carácter se convertía en una conducta descerebrada, irracional y primitiva que perjudicaba más al equipo que otra cosa, como el pisotón a Matthäus.
Y esa aura de misticismo que rodea al bravo jugador de Fuengirola, incluso la veneración popular que se le profesa cuando en la historia del Real Madrid ha habido jugadores mucho mejores, viene de ahí, de las cafretadas allende los mares marca de este jugador, que pisó la cabeza a un alemán, que se llevó un botellazo en Belgrado con la selección, por levantar el dedo del medio, se le ha subido al Olimpo de los dioses gracias a esa conducta marginal, macarra y barriobajera en los sitios más hostiles.
Algunos me contestarán esa veneración cercana al misticismo es algo emocional, fuera de la comprensión de los fríos culés, y eso es demagogía barata. Porque jugadores corajudos, valientes guerreros y luchadores sin tregua los ha habido en todos los campos de España, y nadie monta estas verbenas.
Juanito, fue un buen delantero, a la que su temprana muerte en accidente de tráfico cuando volvía de ver al Real Madrid en una eliminatoria europea, ha elevado a los altares del mito, circunstancia que la prensa ayudó con el mal llamado espíritu de Juanito.