En este caso no creo que el tamaño no importa casi nada. Cuando salimos a la calle no llevamos escrito en la frente la dimensión del pene.
Te equivocas. Llevamos escrita la dimensión del pene en la cara, aunque muchos no lo sepáis.
Primero, por razones
psicológicas: Tenerla pequeña suele generar inseguridad y baja autoestima, que se transmite a través de tu lenguaje corporal. Las mujeres tienen un radar muy preciso para detectar al macho sufriente y lo descartan con una facilidad pasmosa.
Y segundo, por razones
fisonómicas: Según un estudio de una universidad estadounidense, las mujeres en edad fértil pueden predecir el tamaño del pene de un hombre con tan sólo mirarle las facciones de la cara. Creo recordar que cogieron a 150 mujeres de entre 21 y 35 años y las sometieron a un test que consistía en hacerlas mirar fotos de hombres y pedirles que adivinaran el tamaño de sus penes. No recuerdo exactamente los resultados, pero el estudio concluyó que la mayoría de ellas acertaban el tamaño de la polla del 90% de los hombres con un margen de error de menos de 4 ó 5 cm. Y tan sólo mirando una foto de la cara.
Parece ser que hay una serie de micro-rasgos en nuestro rostro que nos delatan, tales como la carnosidad de los labios, el rictus de la boca, la intensidad de la mirada, y como ya hemos dicho, la pose de seguridad en uno mismo. La boca del varón parece que es determinante, ya que la mayoría de las encuestadas, al preguntarles cómo lo sabían, respondían vagamente haciendo alusión a los labios del varón.
He aquí unas cuantas fotos de hombres conocidos por todos cuyos rostros delatan pollas grandes:
Si os fijáis, todos tienen una cierta
crueldad labial que ellas detectan a un nivel subconsciente y les humedece el coñito
ipso facto.
PENTECOST rebuznó:
Según tengo entendido, siempre y cuando pase un tiempo prudencial, la elasticidad de la vagina vuelve a su ser.
Eso es una falacia que nos venden los urólogos, ginecólogos y sexólogos, como lo de que el tamaño del pene no importa, para tranquilizar a la población masculina, amén de tranquilizarse a sí mismos, ya que la mayoría de científicos son hombres. La vagina, por la propias leyes de la termodinámica y del envejecimiento celular,
nunca puede recuperar la estrechez de antaño. Todos los tejidos del cuerpo humano tienden a darse de sí, y nada vuelve atrás, por mucho dermovaginesil y crema hidratante que se echen.
Como digo, el problema de los científicos es que en su mayoría son hombres con su correspondiente complejo de micropenia, de manera que todas sus tesis doctorales y estudios científicos están sesgados por la necesidad de convencerse a sí mismos de que sus penes son normales.
El problema de la
dilatación vaginal irreversible sería fácil de solucionar si ellas no fueran tan mojigatas a la hora de recibir un cunnilingus, pero como la mayoría tienen este sentimiento de culpa judeocristiano que las hace percibir su coñito como si fuera una cloaca infecta, el hombre que cometa el error de bajar al pilón será secretamente despreciado por ellas, de manera que, no, amigos; el cunnilingus no sirve. Sigue siendo cuestión de polla.