Las Increibles Aventuras de Penegrino Jones:
Hoy presentamos... En busca del ángel perdido (Atención, ladrillo inside)
Pasaba la tarde, se presentaba un Halloween aburrido. Mi mujer se había ido al pueblo aprovechando que tiene puente, pero yo, como buen subnormal, no tenía dicho puente y me quedé sólo en la ciudad, de Rodríguez, como dirían algunos, aunque cuando dicen esto no puedo evitar imaginarme disfrazado de Andrés Calamaro.
Después de un rato largo investigando en la red se presenta ante mí una información inesperada. Un mago que se hacía llamar Merlín da datos precisos sobre cómo encontrar un tesoro, allá en Tierras de Mordor.
Dubitativo y excitado compruebo si dispondré de fondos para la expedición. La respuesta es afirmativa, pero me limitará para el resto del mes. No obstante la curiosidad me hace lanzarme a la aventura. Preparo mi carruaje y me pongo en camino.
Llegado al lugar indicado, "El Esmeralda", bajo de mi carruaje, pero lo dejo listo para una eventual huida rápida. Al entrar compruebo que la noche de Halloween ha cambiado por completo a las habitantes de la cueva. Siguen siendo orcos, pero ahora disfrazados de bruja, de demonio e incluso una blancanieves, que no tengo muy claro qué pintaba allí. Me acerco a la barra y tengo contacto visual con el tesoro. Rubia, madura pero cuidada, buenos pechos, culo contundente y un disfraz de bruja que daba mucho morbo. Me pone mi bebida y se va a hacer sus cosas. Va a ser difícil hablar con ella, parece que tienen una avería en el artefacto mágico que enfría las bebidas y no me hace mucho caso. En esto, se me acerca el primer orco, de cuba, con el que lucho durante buen rato hasta que consigo que se aparte. Al ver cómo derroto al primer orco, los demás parece que se acobardan y no se me vuelve a acercar ninguno. Decido terminarme mi bebida y observar, pero cuanto más miro a la bruja de detrás de la barra menos ganas tengo de clavarla mi espada. No está nada mal, pero no es lo que me pedía el cuerpo. Terminado el refrigerio subo a mi carruaje, saco la brújula, trazo rumbo norte y me dirijo a un sitio mítico... La Casona.
Llego a La Casona y la luz brilla por su ausencia, telarañas, calaveras y calabazas por doquier... la noche de Halloween de verdad transforma algunos sitios. Entro en el lugar y hay de todo, brujas, demonios, leopardos, policías, azafatas... y algún orco también. Consigo llegar al mesonero, no sin pasar apuros, pues la ausencia de luz y mis gafas sucias no me dejaban ver demasiado. Se me acerca un demonio, Jesica, venezolana. Uso el "conjuro de la cara de agrio" y ella se retira inmediatamente. Aparece una bruja, brasileña, tiene una conversación agradable, es bajita, rubia y guapa de cara, pero tampoco era lo que buscaba. Hablamos un rato de batallas pasadas y se despide amablemente. Cuando termino mi bebida me dispongo a irme, un poco frustrado y entra en la sala un ángel blanco disfrazada de ángel negro precioso. Espero un poco y la miro para ver si se decide a atacarme, pero parece más interesada en un aparato mágico que algunos llaman Whatsapp. Así que decido volver a mi castillo, cabizbajo y con el ardor guerrero intacto.
En mi castillo me avituallo y reflexiono. Mi conclusión es que si quiero luchar a espada con el ángel negro tiene que ser esta noche, que es Halloween, y puede que nunca vuelva a verla en ese angelical estado. Decidido, tomo de nuevo mi carruaje y me dirijo a La Casona. Ahora, después de medianoche, el sitio estaba lleno de guerreros como nunca lo había visto. Llego al mesonero, pido una buena jarra de Grog y me aferro a la barra buscando a mi ángel, pero ni rastro de ella. Otros demonios y brujas me atacan, haciéndome saber que se han fijado en que he vuelto y todas piensan que he vuelto a buscarlas a ellas. Consigo zafarme de todas con cierta maestría y cuando mi esperanza flaqueaba aparece en el lugar mi ángel, pero estaba enfrascada en una batalla que la tendría ocupada durante una hora más. Mi paciencia se agotaba y además, con el lugar lleno de guerreros no tenía seguro que cuando volviera fuera a atacarme precisamente a mí.
Volvió a aparecer y me dije, "si quieres batalla vas a tener que atacar, Penegrino". Así que me levanté dispuesto a atacar, cuando un guerrero la cogió del brazo y la entretuvo. Primer intento fallido. Vuelve a quedarse sola y me acerco a ella cuando otro guerrero aparece por el otro lado y se pone a decirle guarradas. Creo que era un ninja porque no lo vi llegar, son muy sigilosos. Así, que me desvío y me voy a las cuadras, allí descargo mi ira y mi vejiga, hago un poco de tiempo y preparo mi último ataque. Vuelvo al salón y ella está sola... es mi momento, me acerco y ataco... el resto en la sección EXPERIENCIAS