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En Polonia uno puede empezar el día siendo un patriota o un traidor según lo que desayune o cómo salga de casa. Si comes salchichas y coges el coche, bien. Si optas por los cereales y la bici, muy mal. Según el ministro de Asuntos Exteriores, Witold Waszczykowski, su misión es acabar con esa Europa podrida de “vegetarianos y ciclistas”. Añadió la mezcla de razas y culturas y las energías limpias. Preservar la identidad nacional polaca, entendida como los valores de la tradición cristiana, es una prioridad del Ejecutivo ultraconservador de Ley y Justicia (PiS), presidido por Beata Szydlo y dirigido políticamente por Jaroslaw Kaczynski, el líder del partido.
Y es el primero de la historia moderna de Polonia que ha logrado una mayoría absoluta, en las pasadas elecciones de octubre. En esa cruzada es esencial controlar los medios de comunicación para separar a los polacos “buenos” de los “malos”.
“El Gobierno quiere un Estado fascista, corporativo, de partido único”, sentencia Piotr Stasinski, vicedirector de Gazeta Wyborcza, diario líder de Polonia, fundado en 1989 y referente progresista de la democracia. La última señal de alarma es una ley de policía que amplía su poder de vigilancia de Internet, correos electrónicos y móviles. Stasinski, preocupado, fumaba sin parar el lunes en la ventana de su despacho, aunque fuera hacía menos siete grados. El periódico, junto a otros medios de oposición, encabeza la lista de los traidores de la patria.
Esos son los que intentan establecer una dictadura fascista en Polonia y la UE les ha tenido que llamar la atención varias veces. Han recortado todos los derechos, la libertad de expresión, la libertad de prensa censurando los medios que no les son afines, la libertad religiosa, intentan ilegalizar los partidos de la oposición y hasta quieren prohibir el vegetarianismo, el ciclismo o las energías renovables.
Es lo que pasa cuando se vota a la derecha.
Sólo inspirándonos en el juche lograremos vencer al islam y a la inmigración masiva y sin caer en estos extremismos tan dañinos para el alma humana.
Y es el primero de la historia moderna de Polonia que ha logrado una mayoría absoluta, en las pasadas elecciones de octubre. En esa cruzada es esencial controlar los medios de comunicación para separar a los polacos “buenos” de los “malos”.
“El Gobierno quiere un Estado fascista, corporativo, de partido único”, sentencia Piotr Stasinski, vicedirector de Gazeta Wyborcza, diario líder de Polonia, fundado en 1989 y referente progresista de la democracia. La última señal de alarma es una ley de policía que amplía su poder de vigilancia de Internet, correos electrónicos y móviles. Stasinski, preocupado, fumaba sin parar el lunes en la ventana de su despacho, aunque fuera hacía menos siete grados. El periódico, junto a otros medios de oposición, encabeza la lista de los traidores de la patria.
Esos son los que intentan establecer una dictadura fascista en Polonia y la UE les ha tenido que llamar la atención varias veces. Han recortado todos los derechos, la libertad de expresión, la libertad de prensa censurando los medios que no les son afines, la libertad religiosa, intentan ilegalizar los partidos de la oposición y hasta quieren prohibir el vegetarianismo, el ciclismo o las energías renovables.
Es lo que pasa cuando se vota a la derecha.
Sólo inspirándonos en el juche lograremos vencer al islam y a la inmigración masiva y sin caer en estos extremismos tan dañinos para el alma humana.
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