Yo no me he enamorado nunca, de hecho llevo años metido en una vorágine de folleteo ocasional calzándome a las tipas que puedo y haciendo lo que me dejan, siendo práctico y limitándome relaciones furtivas y siempre durante un tiempo limitado. He de admitir que tengo problemas para socializar, me ha venido pasando toda la vida, y aunque tengo cierto atractivo físico para ciertas tipas, al final la cosa nunca termina de cuajar. Hace muchos años tuve una relación con una italiana durante una estancia en Roma por motivos de estudios.
La tipa andaba con un jambo que era mucho mayor que ella, un tío feísimo, alto y espigado con una dentadura de heroinómano. Al poco tiempo de conocernos lo dejó y comenzamos a tener una relación cada vez más íntima, y al cabo de unas semanas ya estábamos follando en una casa ruinosa de su abuela, una "casa popolare" en un barrio jamagoso de yipsis más vieja que el maltrecho y lefado ojete de Uncle meat. Era el picadero favorito para mis libaciones de lefa, en una cama de los años 50 o por ahí, bastante grande, con un armario empotrado en la habitación llena de espejos, y lo bueno es que te podías recrear en tu propio narcisismo follaril reflejado en esos espejos.
Esto ocurrió en el mes de septiembre, y en lo sucesivo, hasta el mes de diciembre, la relación, con sus altibajos fue funcionando, porque mi pene estaba contento y la tipa andaba satisfecha con mis lechazos, además salíamos para aquí y para allá, y la tipa se mostraba jovial y risueña, llegando a tener bastante complicidad. Pero pese a todo, más allá del tema sexual y la diversión que me procuraba en momentos puntuales, no llegué a enamorarme de la tipa, simplemente lo pasaba bien, era bastante joven y no pensaba en nada más.
Luego volví a España y tratamos de llevar la relación a distancia, y comenzaron los celos y las gilipolleces, el saber que estaba haciendo y con quien me relacionaba, instigándome constantemente a que volviera a Roma y que me quedase. Entonces la invité a una casa familiar en el verano y me vino con una amiga, una tipa más fea que el culo abierto en pompa de Uncle meat, con el gepeto cuajado de granos, como si tuviera viruela o lepra, y además vino con esa tipa sin avisar. Cuando fui a cierta ciudad a recogerla a la estación de autobuses y me encontré con la presencia indeseada todo me resultó demasiado extraño. Estuvo apenas una semana porque la mandé a tomar por culo, fuimos a los Pirineos, a Zaragoza y teníamos intención de hacer un viaje a Mandril, que no llegamos a realizar porque la tipa andaba con la amiga a todas horas y me reprochaba por cualquier cosa. La situación se tornó tensa y decidí cortar por lo sano, mandarla a tomar por culo y pasar página. Tuvimos una discusión en presencia de esa tipa, que era una subnormal profunda, y volvió a sacar a relucir celos y gilipolleces, relacionadas con sus amigas, a las que conocí en Roma y a las que caí especialmente bien, cosas que no venían a cuento. La situación me superó y decidí volver a mis cosas, no venía a cuento aguantar a una petarda y su amiga, que no pintaba nada, y tener que pasar malos días, con tensiones innecesarias. Las empaqueté y las devolví a su país de origen, incluso las llevé a la capital, a la estación de autobuses, y a partir de ahí me desentendí.
Las demás relaciones siempre han sido ocasionales y esporádicas, como decía, y no he llegado a conectar con ninguna tipa más allá del terreno sepsual, todas me parecían bastante parecidas, con un mismo patrón o muy parecido de carácter y conducta, muy similares en sus gilipolleces, simples, superficiales y únicamente válidas para servir a mi pene, succionándolo con sus fauces o friccionándolo con sus vaginas y anos, por no citar los tremendos facesittings que tanta felicidad y dicha me proporcionan.