La última historia de
@Empty Words me ha recordado mucho a una que me paso a mi hace años con otra mayor que yo.
Tendría yo 20 y pocos años. Chat de Terra, que era donde ligaban los frikis pajilleros como yo. Conozco a una de 38 o 39 creo que tenía de Barcelona que trabajaba en un concesionario. Nos dimos el Msn, nos pasamos fotos y bueno, no estaba mal. Majeta de cara. La cosa es que quedamos un día para tomar algo por Bcn y nos citamos donde está la casa Batlló de Gaudí. Al llegar no había llegado aún, con lo que la llamo y me dice que ya llega. Pues bueno, la veo llegar cruzando la calle y me quedo con cara de gilipollas. Juro que nunca había visto un culo más grande en mi pajillera vida. Era algo enorme. Pero enorme. Y miren que a mi me gustan las tías jamonas, pero aquello se salía de toda escala. En ese momento entendí el truco de enviar fotos solo de cara y hacerlas desde arriba. Una pionera esta tía.
No tenía escapatoria ya que ya me había visto desde lejos con lo que me quedé ahí para pasar el trago rápido y largarme a la mínima con alguna excusa. Vamos a tomar algo a un bar. Tenían sillas con apoyabrazos de estas bastante cerradas y en ese momento sufrí pensando que su culo no iba a entrar en la silla. Y creanme que consiguió meterlo pero medio a presión. Me dice que si pedimos algo de picar. Pedimos unas bravas. Increíble la forma de ese bicho tragando patatas empapadas en salsa brava. Era como ver tragar a un león. Yo estaba asustao. La tía me dice que si no tengo hambre, que no he cogido patatas casi y yo diciendo que no mucha, cuando la realidad es que estaba alucinado pensando como el amigo Empty que no me viera nadie conocido.
Después de la tía morsa rebañar el plato y que quedara más limpio que recién comprado me dice que si la acompaño a su casa. Y aquí salió mi yo interior. El puto pajillero que se follaba hasta una cabra si hacia falta. Venga vamos, qué cojones. Con lo que sacó el culo de la silla como un corcho de una botella de champán y ahí que nos fuimos en bus hasta el barrio de Gracia. Barrio de rojeras y mierda por el estilo sea dicho de paso.
Llegamos a su casa, piso de estos antiguos con escalones enormes que cuestan un huevo subirlos. Encima vivía en el cuarto. Al llegar arriba creía que le daba un chungo, resoplaba con un camión subiendo un puerto de montaña. Llego y me veo mierdas religiosas a patadas. Incluído un retrato de Jesucristo detrás de la puerta tamaño XL. Me dice que es muy creyente y va a misa y todo. Yo pensando que cojones hacía ahí metido. Me siento en el sofá y me da algo de beber. A la que me despisto salta encima de mi sentándose en mis pobres piernas. Una locura, pero como decía, yo en esa época era capaz de follarme un melón maduro, así que ahí que me lanzo al ataque. Le empiezo a sobar las tetacas de kilo, agarro una y empiezo a darle con el dedo a lo que creía que era el pezón. Pues no, a la que se quita la camisa talla XXXXXL veo que era una puta verruga! Joder, ya la cosa era surrealista. Pues resulta que la tía ballena empieza a decir que la muerda, que le muerda las tetas. Y yo ahí aprovechando el momento y como ya no podía caer más bajo, me lié a morder. Pero fuerte, nada de mordisquitos y la muy loca disfrutando como su puta madre.
Vamos a la habitación con cama reforzada para soportar 2 toneladas y bueno, el culo sin ropa era algo para echarle fotos para guardar de recuerdo. Algo acojonante. Monstruoso. No había palabras. Pues van a creer ustedecs que servidor se fue corriendo? Ni de coña, ya que había llegado hasta ese puntode penosidad, tenía que terminar. No he visto una tía más viciosa en mi puta vida. Ni antes ni después de ese día. Masoquista al 100x100. Pero no de estas en plan "dame un cachete". No no, esta era de la de dame de hostias hasta en el carnet de identidad. Y yo que soy muy amable y un poco salvaje, le di pero bien. Y ella se quedo más feliz que la madre que la pario. Yo después de soltar el veneno en su puta boca comedora de patatas bravas lógicamente no tanto. Me sentí un triste. Un ser que con tal de meterla en caliente era capaz de follarme hasta a los peores bichos que corrían por el mundo. Y sí, era verdad, era un triste de mierda.
Después de esa penosa experiencia empecé a seleccionar algo más, con lo que follé aún menos, pero al menos mi dignidad no volvió a dañarse tanto como aquel día.