Acabo de finiquitar la relación con una tía que me gustaba mucho, pero mucho.
Ella es rubia, de ojos claros, bajita, pero muy guapa, cuidada, educada, deportista, graciosa y buena compañía en todos los aspectos. ¿La razón? Desconfiar de mí mucho, muchísimo. Desconfiar hasta el punto de querer dejarme ella por "tener la sensación" de que estaba con otra y la engañaba (nada más lejos de la realidad), dejando por el camino unos cuantos comentarios demasiado hirientes.
Esos comentarios, junto con esa desconfianza infundada y la enorme dificultad para, no solo reconocer el error en su decisión (desconfiar y querer dejarme por estar con otra), si no también recibir una disculpa por su lado, son los que me han empujado a hacerlo, ya que tengo la certeza de que antes o después volverá a suceder lo mismo; me iré un fin de semana o tendré un viaje que hacer y esa desconfianza renacerá.
La cuestión es que ha sido una decisión extremadamente difícil de tomar, de esas que se hacen con la cabeza fría tras meditar y sopesar pros y contras varios días, de esas decisiones en las que se ponen en un lado de la balanza todos esos atributos positivos que menciono y en otro lado los problemas presentes y futuros que una fuente incesante de inseguridades puede generar.
No es la primera vez que me toca tomar una decisión de esta índole, por desgracia, pero siempre, en todas ellas y sin excepción, pero hoy más no sé bien por qué, siempre me quedaba la sensación final de que algo dentro de mi moría, como si otro cachito más del alma se apagara con el adiós definitivo por haberte forzado a hacer algo que realmente no querías, pero que en el fondo por tu bien debes hacer, convirtiéndote en una persona más fría, más insensible.
¿Os sucede?