El ministro de Defensa, José Bono, aunque sale bien parado en las encuestas, no deja de sorprendernos a algunos españoles con sus declaraciones de falsete. Sobre todo a quienes no compartimos con él viejos conceptos como el de la naturaleza militar de la Guardia Civil, algo que hace tiempo ya debía haber quedado desterrado de la historia de este país.
La lucha por la sindicación en el Instituto armado, no es de nuestros días. Esta vieja aspiración tiene sus orígenes en diciembre de 1976. Trescientos miembros de las Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad del Estado participaron en una manifestación para reivindicar el derecho a la Seguridad Social. La concentración tuvo lugar en la madrileña calle Guzmán El Bueno, en las inmediaciones de la entonces sede del Estado Mayor de la Guardia Civil. La represión no se hizo esperar. Doscientos guardias fueron detenidos, expedientados y recluidos en calabozos. Años después, el clandestino Sindicato Unificado de la Guardia Civil (SUGC) describió así la situación: “Lo más triste de todo esto es que ETA nos asesina como a perros y nuestros mandos militares nos pisotean, atropellan y violan nuestros derechos constitucionales”.
Recién nombrado director general de la Guardia Civil el general de división Carlos Gómez Arruche, a la Asociación Unificada de la Guardia Civil le faltó tiempo para denunciar el nombramiento de un militar al frente de este Cuerpo armado. En aquellos días, Diego López Garrido ratificó ante una representación de la AUGC el compromiso electoral del PSOE de que reformaría la ley disciplinaria de la Guardia Civil para eliminar los arrestos y adaptarla al régimen general de los funcionarios y la no aplicación del Código Penal Militar a los agentes, salvo cuando realicen misiones de carácter militar, así como la regulación del derecho de asociación en el seno del instituto armado.
Bono no sólo olvida de manera prematura, sino que también se equivoca. En el caso de Roquetas de Mar, que este verano todos hemos conocido de modo exhaustivo, el propio ministro del Interior, José Antonio Alonso, consideró desafortunadas las primeras declaraciones del teniente general Gómez Arruche, con las que quería minimizar la gravedad de los hechos. También Bono fue desafortunado en sus declaraciones: “Estoy con la Guardia Civil y con su director sin reservas de ningún tipo”. No se trata de estar con nadie ni contra nadie, sino de aclarar las causas y circunstancias de una muerte provocada, de investigar el comportamiento de nueve guardias civiles con nombres y apellidos, no de condenar ni defender la imagen de un cuerpo armado.
Precisamente, a raíz de lo acaecido en Roquetas de Mar, algunos grupos pidieron la desmilitarización de la Guardia Civil, pero José Bono es contundente cuando afirma que el Gobierno no cederá en ese sentido. Y al señalar que la Guardia Civil vertebra y favorece la presencia del Estado en los 2.000 puestos donde está desplegada, añade: “Este despliegue de la Guardia Civil sería imposible de mantener si no fuera porque ser guardia, además de un empleo y un sueldo, supone una especial vocación de servicio y de sacrificio que difícilmente se entiende hoy por quienes desprecian los valores colectivos y constitucionales que se contienen en la palabra patria. Para un guardia, Todo por la patria es algo más que un lema en la puerta de su cuartel”. De verdad, escuchando a Bono da la impresión de que es un militar encubierto. Bueno, un militar a la antigua usanza. Lo que no dice Bono es que tener la Guardia Civil militarizada es una forma barata, muy barata, de tener España unida. Porque todos sabemos la miseria que gana un guardia.
Por cierto, hablando de los sueldos, tampoco ahí se acuerda de los guardias. En su penúltimo viaje a Afganistán anunció un importante aumento de las retribuciones de los militares, que además será un aumento histórico que superará el 15%. Pero nada dijo de los guardias, que son militares cuando interesa. Además, en este país hay bastantes funcionarios mal pagados, aunque no sean militares.
Y volviendo a Roquetas, quisiera preguntarle al señor Bono por qué el Ministerio no ha recogido e inutilizado porras que están prohibidas. Y sobre la formación de los guardias, habrá que preguntar también si la fórmula para reducir a una persona consiste en castigar con el consiguiente peligro de pérdida de su vida. Señor Bono, cuando se comete un error o un delito, se aclara el caso y se castiga. Y santas pascuas. Por cierto, que nadie piensa que el crédito, el prestigio y el honor de un cuerpo se haya derrumbado porque un teniente haya actuado incorrectamente.
A la pregunta de qué aporta el carácter militar de la Guardia Civil, Bono responde: “Le responderían mejor que yo los náufragos, los montañeros, los automovilistas que precisan auxilio”. Desconoce Bono que en tiempos de paz, los guardias son guardias y están adheridos al Ministerio de Interior, y en casos de guerra o estado de sitio son militares y dependen del Ministerio de Defensa. Como consecuencia, cuando nuestro vehículo sufre una avería en carretera, quien nos auxilia no es un militar, sino un policía. Porque en caso contrario, estaríamos vulnerando principios elementales recogidos en la Constitución. Algo que también Bono ignora.
En el caso de Roquetas de Mar, las asociaciones profesionales de guardias civiles han estado a la altura de las circunstancias en sus declaraciones, algo que hemos echado en falta en el ministro de Defensa y en el director de la Guardia Civil. Las asociaciones de guardias son herramientas necesarias en el seno de un cuerpo que nunca llega a cambiar del todo. Gracias a estas asociaciones, concretamente a la AUGC, sabemos que en Cádiz el 70% de las casas-cuartel, donde residen los agentes con sus familias, se encuentran en mal o muy mal estado y dice esta asociación que son unas de las peores de la provincia gaditana. Esta asociación ha decidido impugnar la nueva orden que regula las casas-cuartel, que mantiene el sistema de adjudicación basado en la escala profesional y no en las características familiares o económicas de los solicitantes. Así, gracias a la militarización del cuerpo, se mantienen las clases sociales dentro de la casa-cuartel.
José Bono no necesita bigote ni tricornio para que cuando hable sepamos que lo hace en nombre de una España tan muerta que no acabará de morir del todo hasta que la democracia entre las casas-cuartel. Pero, al parecer, todavía no ha llegado el momento. La transición democrática en nuestro país nunca acaba de dar el último coletazo. Por que nadie le pone el cascabel al gato ni le quita el tricornio al perro.
Opnión........por ANTONIO LÓPEZ HIDALGO
(Periodista y Profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla)
Fuente: AUGC Asturias https://www.elfaroverde.com/
https://guardiasciviles.com/ver_noticias.asp?id=3805
La lucha por la sindicación en el Instituto armado, no es de nuestros días. Esta vieja aspiración tiene sus orígenes en diciembre de 1976. Trescientos miembros de las Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad del Estado participaron en una manifestación para reivindicar el derecho a la Seguridad Social. La concentración tuvo lugar en la madrileña calle Guzmán El Bueno, en las inmediaciones de la entonces sede del Estado Mayor de la Guardia Civil. La represión no se hizo esperar. Doscientos guardias fueron detenidos, expedientados y recluidos en calabozos. Años después, el clandestino Sindicato Unificado de la Guardia Civil (SUGC) describió así la situación: “Lo más triste de todo esto es que ETA nos asesina como a perros y nuestros mandos militares nos pisotean, atropellan y violan nuestros derechos constitucionales”.
Recién nombrado director general de la Guardia Civil el general de división Carlos Gómez Arruche, a la Asociación Unificada de la Guardia Civil le faltó tiempo para denunciar el nombramiento de un militar al frente de este Cuerpo armado. En aquellos días, Diego López Garrido ratificó ante una representación de la AUGC el compromiso electoral del PSOE de que reformaría la ley disciplinaria de la Guardia Civil para eliminar los arrestos y adaptarla al régimen general de los funcionarios y la no aplicación del Código Penal Militar a los agentes, salvo cuando realicen misiones de carácter militar, así como la regulación del derecho de asociación en el seno del instituto armado.
Bono no sólo olvida de manera prematura, sino que también se equivoca. En el caso de Roquetas de Mar, que este verano todos hemos conocido de modo exhaustivo, el propio ministro del Interior, José Antonio Alonso, consideró desafortunadas las primeras declaraciones del teniente general Gómez Arruche, con las que quería minimizar la gravedad de los hechos. También Bono fue desafortunado en sus declaraciones: “Estoy con la Guardia Civil y con su director sin reservas de ningún tipo”. No se trata de estar con nadie ni contra nadie, sino de aclarar las causas y circunstancias de una muerte provocada, de investigar el comportamiento de nueve guardias civiles con nombres y apellidos, no de condenar ni defender la imagen de un cuerpo armado.
Precisamente, a raíz de lo acaecido en Roquetas de Mar, algunos grupos pidieron la desmilitarización de la Guardia Civil, pero José Bono es contundente cuando afirma que el Gobierno no cederá en ese sentido. Y al señalar que la Guardia Civil vertebra y favorece la presencia del Estado en los 2.000 puestos donde está desplegada, añade: “Este despliegue de la Guardia Civil sería imposible de mantener si no fuera porque ser guardia, además de un empleo y un sueldo, supone una especial vocación de servicio y de sacrificio que difícilmente se entiende hoy por quienes desprecian los valores colectivos y constitucionales que se contienen en la palabra patria. Para un guardia, Todo por la patria es algo más que un lema en la puerta de su cuartel”. De verdad, escuchando a Bono da la impresión de que es un militar encubierto. Bueno, un militar a la antigua usanza. Lo que no dice Bono es que tener la Guardia Civil militarizada es una forma barata, muy barata, de tener España unida. Porque todos sabemos la miseria que gana un guardia.
Por cierto, hablando de los sueldos, tampoco ahí se acuerda de los guardias. En su penúltimo viaje a Afganistán anunció un importante aumento de las retribuciones de los militares, que además será un aumento histórico que superará el 15%. Pero nada dijo de los guardias, que son militares cuando interesa. Además, en este país hay bastantes funcionarios mal pagados, aunque no sean militares.
Y volviendo a Roquetas, quisiera preguntarle al señor Bono por qué el Ministerio no ha recogido e inutilizado porras que están prohibidas. Y sobre la formación de los guardias, habrá que preguntar también si la fórmula para reducir a una persona consiste en castigar con el consiguiente peligro de pérdida de su vida. Señor Bono, cuando se comete un error o un delito, se aclara el caso y se castiga. Y santas pascuas. Por cierto, que nadie piensa que el crédito, el prestigio y el honor de un cuerpo se haya derrumbado porque un teniente haya actuado incorrectamente.
A la pregunta de qué aporta el carácter militar de la Guardia Civil, Bono responde: “Le responderían mejor que yo los náufragos, los montañeros, los automovilistas que precisan auxilio”. Desconoce Bono que en tiempos de paz, los guardias son guardias y están adheridos al Ministerio de Interior, y en casos de guerra o estado de sitio son militares y dependen del Ministerio de Defensa. Como consecuencia, cuando nuestro vehículo sufre una avería en carretera, quien nos auxilia no es un militar, sino un policía. Porque en caso contrario, estaríamos vulnerando principios elementales recogidos en la Constitución. Algo que también Bono ignora.
En el caso de Roquetas de Mar, las asociaciones profesionales de guardias civiles han estado a la altura de las circunstancias en sus declaraciones, algo que hemos echado en falta en el ministro de Defensa y en el director de la Guardia Civil. Las asociaciones de guardias son herramientas necesarias en el seno de un cuerpo que nunca llega a cambiar del todo. Gracias a estas asociaciones, concretamente a la AUGC, sabemos que en Cádiz el 70% de las casas-cuartel, donde residen los agentes con sus familias, se encuentran en mal o muy mal estado y dice esta asociación que son unas de las peores de la provincia gaditana. Esta asociación ha decidido impugnar la nueva orden que regula las casas-cuartel, que mantiene el sistema de adjudicación basado en la escala profesional y no en las características familiares o económicas de los solicitantes. Así, gracias a la militarización del cuerpo, se mantienen las clases sociales dentro de la casa-cuartel.
José Bono no necesita bigote ni tricornio para que cuando hable sepamos que lo hace en nombre de una España tan muerta que no acabará de morir del todo hasta que la democracia entre las casas-cuartel. Pero, al parecer, todavía no ha llegado el momento. La transición democrática en nuestro país nunca acaba de dar el último coletazo. Por que nadie le pone el cascabel al gato ni le quita el tricornio al perro.
Opnión........por ANTONIO LÓPEZ HIDALGO
(Periodista y Profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla)
Fuente: AUGC Asturias https://www.elfaroverde.com/
https://guardiasciviles.com/ver_noticias.asp?id=3805