SanBlasfemo
Novato de mierda
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- 3 Sep 2006
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El documento más escalofriantemente desternillante de la Historia de la Pornografía.
Esto es, te deja helao y con la mandíbula desencajada. Todo en el es surrealista porque perfora la realidad de un modo tan intenso como ajeno a toda noción rutinaria. Con tintes de comedia y tonos dramáticos. Seducción, amabilidad, feeling, placer, risa y, también, angustia, desencuentro, nervios, artimañas.
Hablo de un video de la sección “Pilladas” de la web Putalocura, en concreto el de Diana Dean. Comienza con la pregunta abierta, así, de cara. Como quien saluda: Hola. Ni eso.
—Oye, perdona. ¿Por cuánto dinero te lo harías conmigo?
Torbe ofrece 200 € y ella responde que por esa cantidad ni le sonríe, y se va con decisión. Como es habitual en “Pilladas” el pornógrafo la sigue y la oferta va ascendiendo hasta llegar a los mil euros. La chica es espabilada, pizpireta, risueña. Torbe le pregunta acerca de su novio y ella paulatinamente se va poniendo más nerviosa.
—Y qué le haces a tu novio.
—Pues mamadas, pajillas.
—¿Y follar?
—No, no, todavía no, qué dices— Pronuncia ella.
Torbe no da crédito. Ella es virgen! Duda, un tanto alterada vacila. Aún más nerviosa decide sacar el dinero del bolsillo, dejarlo sobre la mesa y salir echando hostias. El Tito la sigue hasta la puerta descojonao y hay un corte de cámara.
La siguiente escena, ya en el picadero de dos por dos, ambos sentados, empieza con calma. Sin embargo la tensión entre los dos es evidente. Ella hace un ejercicio de contención pero es latente que sus nervios están a flor de piel. La cara de Torbe con el gesto entre exasperado y paciente. Él la tranquiliza y se acerca. Comienza a acariciarla y magrearla. Le desnuda el torso sin quitarle la ropa. Le besa primero los pechos y después los labios. Ella le va dejando hacer. Él sabe hacia donde va, con oficio de amante pero aún con esa actitud de: ¡La madre que me parió!, ¡vaya cuadro! Diana se desnuda, está más sosegada, el rostro se le enrojece, el sexo vence al pudor.
De la calle llegan voces y vítores. Un megáfono hace llegar hasta la alcoba estrofas animosas y ritmos latinos. La muchacha célibe chupa el miembro con devoción.
Aunque el novio estrene cornamenta no dejo de envidiarle porque nuestro Torbellino, a pesar de estar tan curtido en este goce de la felación, se nos corre en cero coma, se deja ir como el más precoz. No ha perdido él esa expresión extrañada que ahora torna en mirada paternal, conversando con Diana acerca del sabor del semen. Y bien, el Tito ha tenido un orgasmo del copón, pero a nosotros nos deja a medias.
Y no, cuando decepcionado miro la duración del video compruebo que aún queda batalla. No es para menos. El creador de Remigio va a regalarnos más.
La insta a tumbarse en la cama, la despoja del tanga mínimo, se dispone a montarla. La doncella teme por su castidad y se niega:
—No me la metas.
—No, no, no. Tranquila, solo voy a rozarla. —Dice él con la boca pequeña, como quien se excusa.
La puntita no más, le faltó soltar. La roza, la coloca, la mete. Tres, cuatro embestidas, y ella:
—Sal, sal.
Y pimienta, porque Torbe, viendo lo acalorada que está la moza ya mancillada, continua en la brega. Ella intenta zafarse, él la agarra firmemente.
Un rumor popular y festivo viene de la calle cada vez más encendido y hace las veces de banda sonora. Diana consigue librarse pues él no quiere forzarla de ese modo. Aquí, Torbe para. No pasa nada, dice, pues paramos. Pero estas palabras son eso, palabras, su ser parece decir: Ven aquí jaca, no vas a llevar frió. Se serena un poco e intentando ocultar el gesto desquiciado le propone otra alternativa. La tonadilla de Carliños Brown acelerando sus pulsos. Te mondas, el juego consiste en hacer como si la follase pero sólo con el dedo. Ella accede, sus apéndices en la vagina, y mientras ella disfruta distraída, ¡zas!, el apéndice entrepernil adentro. Diana ya no se resiste. Reiterado metisaca, ah, orgasmo unisex:
—¡Vaya concierto se están montando ahí fuera, no! —Suelta Torbe poscoito.
El final es el despolle. Diana aturdida: Me tengo que ir. ¿Puedo ducharme? Y qué le digo yo a mi novio, va a notar que ya no soy virgen.
Torbe, al fin sereno: Vah, mujer, eso ni se nota.
Me apunto el truco de “sólo con el dedo”.
Esto es, te deja helao y con la mandíbula desencajada. Todo en el es surrealista porque perfora la realidad de un modo tan intenso como ajeno a toda noción rutinaria. Con tintes de comedia y tonos dramáticos. Seducción, amabilidad, feeling, placer, risa y, también, angustia, desencuentro, nervios, artimañas.
Hablo de un video de la sección “Pilladas” de la web Putalocura, en concreto el de Diana Dean. Comienza con la pregunta abierta, así, de cara. Como quien saluda: Hola. Ni eso.
—Oye, perdona. ¿Por cuánto dinero te lo harías conmigo?
Torbe ofrece 200 € y ella responde que por esa cantidad ni le sonríe, y se va con decisión. Como es habitual en “Pilladas” el pornógrafo la sigue y la oferta va ascendiendo hasta llegar a los mil euros. La chica es espabilada, pizpireta, risueña. Torbe le pregunta acerca de su novio y ella paulatinamente se va poniendo más nerviosa.
—Y qué le haces a tu novio.
—Pues mamadas, pajillas.
—¿Y follar?
—No, no, todavía no, qué dices— Pronuncia ella.
Torbe no da crédito. Ella es virgen! Duda, un tanto alterada vacila. Aún más nerviosa decide sacar el dinero del bolsillo, dejarlo sobre la mesa y salir echando hostias. El Tito la sigue hasta la puerta descojonao y hay un corte de cámara.
La siguiente escena, ya en el picadero de dos por dos, ambos sentados, empieza con calma. Sin embargo la tensión entre los dos es evidente. Ella hace un ejercicio de contención pero es latente que sus nervios están a flor de piel. La cara de Torbe con el gesto entre exasperado y paciente. Él la tranquiliza y se acerca. Comienza a acariciarla y magrearla. Le desnuda el torso sin quitarle la ropa. Le besa primero los pechos y después los labios. Ella le va dejando hacer. Él sabe hacia donde va, con oficio de amante pero aún con esa actitud de: ¡La madre que me parió!, ¡vaya cuadro! Diana se desnuda, está más sosegada, el rostro se le enrojece, el sexo vence al pudor.
De la calle llegan voces y vítores. Un megáfono hace llegar hasta la alcoba estrofas animosas y ritmos latinos. La muchacha célibe chupa el miembro con devoción.
Aunque el novio estrene cornamenta no dejo de envidiarle porque nuestro Torbellino, a pesar de estar tan curtido en este goce de la felación, se nos corre en cero coma, se deja ir como el más precoz. No ha perdido él esa expresión extrañada que ahora torna en mirada paternal, conversando con Diana acerca del sabor del semen. Y bien, el Tito ha tenido un orgasmo del copón, pero a nosotros nos deja a medias.
Y no, cuando decepcionado miro la duración del video compruebo que aún queda batalla. No es para menos. El creador de Remigio va a regalarnos más.
La insta a tumbarse en la cama, la despoja del tanga mínimo, se dispone a montarla. La doncella teme por su castidad y se niega:
—No me la metas.
—No, no, no. Tranquila, solo voy a rozarla. —Dice él con la boca pequeña, como quien se excusa.
La puntita no más, le faltó soltar. La roza, la coloca, la mete. Tres, cuatro embestidas, y ella:
—Sal, sal.
Y pimienta, porque Torbe, viendo lo acalorada que está la moza ya mancillada, continua en la brega. Ella intenta zafarse, él la agarra firmemente.
Un rumor popular y festivo viene de la calle cada vez más encendido y hace las veces de banda sonora. Diana consigue librarse pues él no quiere forzarla de ese modo. Aquí, Torbe para. No pasa nada, dice, pues paramos. Pero estas palabras son eso, palabras, su ser parece decir: Ven aquí jaca, no vas a llevar frió. Se serena un poco e intentando ocultar el gesto desquiciado le propone otra alternativa. La tonadilla de Carliños Brown acelerando sus pulsos. Te mondas, el juego consiste en hacer como si la follase pero sólo con el dedo. Ella accede, sus apéndices en la vagina, y mientras ella disfruta distraída, ¡zas!, el apéndice entrepernil adentro. Diana ya no se resiste. Reiterado metisaca, ah, orgasmo unisex:
—¡Vaya concierto se están montando ahí fuera, no! —Suelta Torbe poscoito.
El final es el despolle. Diana aturdida: Me tengo que ir. ¿Puedo ducharme? Y qué le digo yo a mi novio, va a notar que ya no soy virgen.
Torbe, al fin sereno: Vah, mujer, eso ni se nota.
Me apunto el truco de “sólo con el dedo”.