Nos queda el cuerpo a cuerpo, el cara a cara, nos quedan las distancias cortas y los diálogos en la cama. Pero la sociedad es un territorio conquistado ya para siempre por las hembras. Han ganado, definitiva e irrevocablemente el futuro es un gran coño supurando bilis y neurosis. Se puede aspirar a vivir una tregua de puertas para dentro, si, eso que llaman amor y a veces sucede durante un breve y alucinado periodo de tiempo. A nivel atmosférico y estructural, a nivel legislativo y telúrico, el poder es de género femenino. Nadie renuncia a un privilegio salvo en tiempo de guerra. La estrategia y la paciencia es matriarcal y en tiempo de paz, durante estas largas y tediosas décadas que han seguido al armisticio mundial, sin perder jamás el aliento, constantes, obstinadas, fanáticas, las mujeres han reclamado primero espacio y finalmente el trono. Esta documentado, es preciso y exitoso, la mayor revolución de la Historia, mayor que el triunfo de los burgueses sobre la nobleza, que la abolición de la esclavitud o que las vacaciones pagadas, ha sido este adelantamiento a golpe de vagina que nos han metido centímetro a centímetro.
Insisto, los hombres, de su puño y letra, en pleno uso de sus facultades mentales, sin ningún tipo de violencia o peligro vital al acecho, han firmado la rendición, han apoyado con su voto y con su verbo todas leyes, leyes con sus artículos correspondientes y sus medidas ejecutivas establecidas, que han permitido la consolidación de un sistema que coloca al varón, y lo que es peor, a lo VIRIL, como un patógeno a erradicar. Lo masculino y sus portadores quedan en permanente situación de sospecha y custodia. La santa y dogmática igualdad que establecía el artículo 14 de la sacrosanta Constitución queda invalidado para permitir el establecimiento de facto y de iure de un matriarcado emasculador. Y no hay otra, no hay más que hacer ni que esperar. El sistema no va a permitir disidencias en este sentido, no existe la más más mínima posibilidad de revertir el proceso, nadie va a renunciar a sus cuotas de poder si el que las reclama es fácil de neutralizar. Las mujeres se han apoderado de la pócimas mágicas, tienen en su poder el feliz bálsamo de Fierabrás que todo lo sana. "Machista" Así de fácil. "Patriarco opresor" No necesitan más. "Cosificación del cuerpo femenino" Y todos agachan la cerviz y se retiran.
Puedes aspirar, oh bendita ilusión, a dar con una buena mujer, una limpia y apañá que al llegar a casa dejé el látigo en el ropero y quiera ronronear, quiera mimos, quiera un hombre de pecho ensortijado, de esos que arreglan enchufes y se tiran pedos. "Huele, huele, que estos son de los que pican". Una mujer que haga caso a sus hormonas y a no las pancartas y haga bizcochos y llore viendo a Meg Ryan y te ofrezca el culo "porque sé que te gusta" Puedes aspirar, como ya digo, a un paraíso particular y clandestino, a sumar uno y uno, a ser feliz a escala doméstica. Pero fuera del sofá y el dormitorio, no, fuera es Mordor y el ojo que vigila 24/7. Es conveniente no hacerse más daño, moderar las reacciones, refugiarse en el humor y el nihilismo, ver todos los años El Gatopardo y recrearse en la decadencia decimonónica. Nos queda la elegancia, perder como caballeros y dejarnos barba que luego afeitaremos con brocha de tejón, jabón La Toja y su correspondiente y bien asentada navaja.
"Respetad la polla"