Ayer me hice las pruebas de la SIDRA. Negativo. Lo he llevado en silencio, pero la historia se las trae.
No voy a explayarme demasiado en la noche de los hechos. Fue el 6 de septiembre, la conocí a las 3 de la madrugada y una hora después estaba en su casa. Su jodido acento gironí, que es mi devoción, fue muy culpable. Ambos sabíamos que no había condones pero no pudimos evitarlo. Llevaba dos meses viviendo en Barcelona, con su hermano y un amigo de este. A pelo, sí, pero es que me la follé un millón de veces. Yo es que nunca me he follado tantas veces a una tia como aquella noche. Fue un no parar. Desde las 4 de la madrugada hasta las 2 del mediodía, excepto un par de horas sobre las 11 de la mañana que dormimos un poco. Siempre había razones para estar follándomela. Si no era por el primer, explosivo, inevitable y necesario polvo, era porque se me ponía de rodillas a chupar y volvía a excitarme, y si no porque me decía alguna tontería con ese acento y me ponía de nuevo, si no porque eran las 9 de la mañana y me decía "shhh, espera, es mi hermano que se marcha", mientras oía a dos metros a alguien coger algo -una mochila creo- y sacar las llaves para marcharse, y no sé por qué que se me ponía durísima con eso de metérsela con el hermano al lao.
Mostró una preocupación relativa acerca de la barbaridad que estábamos haciendo. Comentó si yo tenía algo, yo le hice la misma pregunta, e indagué un poco. Le pregunté cuantos habían caído en estos dos meses en Barcelona. La respuesta fue seis. Le pregunté si en esas seis ocasiones se pudo condón y dijo que sí. Pudo mentir, claro, pero más o menos uno puede saber cuando te mienten. La expresión de la cara, el gesto, el tono de la voz, los segundos o milésimas de segundo que tarda en contestar... y pienso que era cierto lo que decía. Le pregunté entonces la pregunta del millón ¿y antes de Barcelona qué?. La respuesta fue algo así como "bfff, un montón". Y allí ya ni pregunté si con ese "montón" se puso condón. Primero porque me daba miedo escuchar su respuesta y no quería preocupaciones, y segundo porque en el fondo era consciente de que preguntarle eso era inocente, puesto que podía mentir.
Estos tres meses y pico han sido rallantes. sobre todo (en realidad había puesto sobre todo junto porque soy un subnormal) el final. He llegado a averiguar infinidad de datos que guardo más o menos en mente para calcular estadísticamente cuantas posibilidades había de que esa tia estuviera infectada. En Cataluña hay entre 30.000 y 36.000 personas seropositivas. Un 60% de ellos son varones gays. Dentro de lo que es Girona la media de población portadora de VIH es exageradamente inferior al del resto de Cataluña. Pero algo exagerado, como diez veces menos. O sea, que no era restarle el 60% a 30 o 36 mil, restarle los yonkis y hombres heteros, y de ese resultado dividir entre cuatro (provincias catalanas). No, tenía que dividirlo entre más de cuatro. Me encantaba ese dato, me aferraba a él, porque además haciendo las cuentas pues teníamos que la cantidad de mujeres gironinas con SIDA es pequeñísima, y claro, Slk, va a ser justo esa la que sí lo tiene. Pero luego aparecía la duda de nuevo, "¿y por qué no podría ser ella? ¿eh, só gilipollas? ¿porque lo dices tú?".
Total que ayer llegó el día en que me decidí a hacerme las pruebas. Sabía que las farmacias de la capital de Barcelona no hacían la prueba, que la prueba la hacían algunas situadas a las afueras de la ciudad, no me digas por qué, todavía me lo pregunto, pero bueno, la cosa es que es así, y acudí a una especie de asociación en el centro de Barcelona que vi que hacían las pruebas y básicamente no te hacían esperar, o no te hacían esperar mucho.
Fui para allá. Entro, el mostrador está vacío, pero por ahí había un tio como haciendo alguna chapucilla en el pasillo y se me acerca a atenderme. Su cara era evidentemente "seropositiva". Tenía esa cara que se le pone a la gente infectada por esa enfermedad. Y yo me digo "no, tio, esto no puede ser. No malentiendas esto. Supongo que al ser una asociación de este tipo le habrán dado algún trabajillo, que las personas que te van a hacer las pruebas pues son gente normal, una enfermera y eso".
Entonces le digo que vengo a hacerme la prueba y me dice que espere que va a preguntar. Sube por unas escaleras que había tras el mostrador y que daban a un alto en donde se hacían las pruebas. En esos dos o tres minutos entran y salen dos o tres tipos más en las mismas condiciones que este, es decir, que por la cara ya sabías que estaban enfermos de SIDA, y también estaban haciendo por allí cosillas.
Alguna vez os conté que soy hipocondríaco. Esa prueba se hace pinchándote un dedo y recogiéndo un poco de sangre con un instrumento para analizarla posteriormente. Así que en mi cabeza no me cabía que la persona que me hiciera esa prueba fuera seropositiva. Entonces baja la persona encargada y, sí. Ya lo creo que sí. Que también. Que también tenía el SIDA, que se le veía clarísimo. Yo es que me quedé petrificado. Tanto que me preguntó "hola ¿eres tú el que viene por la prueba no?". Y contesté "no". Así, de hielo, que respondí sin pensar. Y el tio con cara extrañada alza su mirada por detrás mío, por el hall, a ver si es que había alguien más que él no acertaba a ver. Pero claro, es que no había nadie más. Estaba solo yo. Entre mi "no" inicial y mi reacción pasaron unos cuatro segundos, en que desperté "ah, sí, sí, perdona sí, es que no te había entendido". Lo primero que me dice es que hoy no puede ser, que ya sería para el lunes. "Menos mal", pensé yo, que quería desaparecer de allí a la de ya, haciendo el menor ruido posible, y tocando lo menos posible. Me dice, creo, entiendo, deduzco, que hay un par de sitios más por Barcelona en que me lo pueden hacer, y, papelito en mano pregunta si quiere que apunte la dirección de dicho sitio, o el teléfono, o ambas. Y yo es que ni le escuchaba. Yo le oía. Y le miraba. Miraba sus manos y miraba el papel, porque sabía que tarde o temprano, desgraciadamente, yo tendría que COGER ESE PAPEL. Debió repetirme la pregunta de nuevo, y yo automáticamente respondí lo primero que se me pasó "teléfono, teléfono", viendo donde ponía sus dedos, en un papel de tamaño mediano. Lo tocó por lo que es la periferia, así que yo lo pincé con las yemas de los dedos por el centro y me piré.
Al salir de la puerta robotizado tiré calle arriba al tiempo que prácticamente sin mirar a ningún lado abrí ambos dedos dejando caer el papel. Y atención que, esta es una de esas cosas que a veces no creéis cuando os cuento anécdotas, que siempre son ciertas por difícil que parezca, porque es rizar el rizo, es que esto solo me pasa a mí, es que suena a "Mortadelo y Filemón", pero justo en el momento en que dejaba caer al suelo el papel me vió uno de los sidrosos que había visto allí escasos minutos antes, que salía de un supermercado pakistaní con una pasta de bollería industrial en la mano, se queda con la copla, y mirándome, lo señala con el dedo, como diciendo que lo coja, que no se tiran cosas al suelo. Me agacho y vuelvo con la operación de las dos yemas, pero casi ipso facto pienso "pero joder, Slk, qué coño estás haciendo. Tira, tira ya".
Rumbo para L'Hospitalet en busca de una farmacia que hiciera la prueba. Todo salió bien. Diez euros que me costó la broma. Cuando salí de allí pensé "pero, ¿cómo cojones vas a tener tú el SIDA, Slk, só subnormal? ¿cómo has podido llegar tan lejos? Me cago en tus muertos".
Sonreí.